Valoración: 5'5
Basada en una historia real, la película Betty Anne Waters, nos hable de una chica que pasó 18 años de su vida intentando demostrar la inocencia de su hermano, acusado de un crimen que no cometió y condenado a cadena perpetua. Además de lo heroico de su causa y de la nobleza de su empeño, la película limita en todo momento con el drama televisivo que tan acostumbrados estamos a ver en la sesión de tarde de las principales televisiones estatales y que tiende a caracterizarse por una trama absolutamente predecible, unos giros dramáticos forzosos y forzados, y unas interpretaciones que pecan o de falsa teatralidad, o de escaso nervio. En esta cinta, se junta un poco de todo eso, y le resta valor a una película que en todo momento intenta parecerse a otras, o eso, o es que estamos tan acostumbrados a ver cine de abogados que se enfrentan a casos a priori imposibles, falsas condenas, y estoicismos de "yo sólo contra el mundo", que ya no nos sorprende, ni nos emociona.
Hilary Swank se queda muy desanjelada intentando salvar este proyecto, y aunque pone todo su talento a disposición del personaje, da la sensación de que iban cortos de presupuesto, de ideas, o de ambas y la película pasa sin pena ni gloria. No introduce ningún giro nuevo a un género infinidad de veces revisado, y eso es culpa única y exclusivamente del director Tony Goldwing, que parece que nos entregase la cinta a modo de trabajo de curso en la facultad, porque peca de conservador en su propuesta y de poco ambicioso. Si ves la sinopsis que incluyo aquí debajo, sabrás lo que sucede en la película, y la hora que te resta por ver, no añade grandes cosas, así que el único mérito reseñable es el de conseguir, que una historia de tres minutos, se pueda extender durante 107 sin que seas capaz de aportar nada más interesante.
El papel de Sam Rockwell, como hermano de la protagonista, está bien llevado, el guión no le permite mucho más, así que le salvamos de la quema. La aparición de Juliette Lewis como secundaria ¿de lujo? no aporta nada. Un dinero fácil de ganar para la actriz a la que le debieron decir desde el principio que no se preocupase que no tendría que hacer gran cosa, como resultó a juzgar por el resultado.
La historia está contada con la mayor sencillez posible, muy convencional y conservadora en su estructura. Los momentos de tensión, de tan esperados y previsibles, resultan insulsos. Si os motivan las historias del ciudadano/a anónimo/a que logra imponerse al sistema, este es un ejemplo, aunque haríais mejor viendo Erin Brockovick, que luce más, está mejor rodada, y mejor interpretada, es más novedosa en su propuesta, y más fresca.
Tony Goldwing, se esfuerza tan poco, que comete el error de creer que la historia que cuentan se basta y se sobra por sí misma para conmover, y no es cierto. A una obra de este calibre hay que exigirle mucho más. La estructura del metraje es simplista, manido hasta la saciedad, y te permite ir al baño, o a por bebidas a la tienda en medio de la trama, para que se hagan una idea. Vale para que la pongan en la facultad de cine y los alumnos jueguen a mejorarla, porque saldrían ideas... vaya si saldrían. Yo, la haría de nuevo.
La película termina con un detalle que me dejó helado y que puedo contar sin que altere la visualización de la misma: nunca se ha encontrado al culpable. ¿Era del todo inocente el hermano? ¿Si? ¿No? No sé... deja muchas dudas. Si no fue él ¿Quién fue? Alguien lo hizo...
Hilary Swank se queda muy desanjelada intentando salvar este proyecto, y aunque pone todo su talento a disposición del personaje, da la sensación de que iban cortos de presupuesto, de ideas, o de ambas y la película pasa sin pena ni gloria. No introduce ningún giro nuevo a un género infinidad de veces revisado, y eso es culpa única y exclusivamente del director Tony Goldwing, que parece que nos entregase la cinta a modo de trabajo de curso en la facultad, porque peca de conservador en su propuesta y de poco ambicioso. Si ves la sinopsis que incluyo aquí debajo, sabrás lo que sucede en la película, y la hora que te resta por ver, no añade grandes cosas, así que el único mérito reseñable es el de conseguir, que una historia de tres minutos, se pueda extender durante 107 sin que seas capaz de aportar nada más interesante.
El papel de Sam Rockwell, como hermano de la protagonista, está bien llevado, el guión no le permite mucho más, así que le salvamos de la quema. La aparición de Juliette Lewis como secundaria ¿de lujo? no aporta nada. Un dinero fácil de ganar para la actriz a la que le debieron decir desde el principio que no se preocupase que no tendría que hacer gran cosa, como resultó a juzgar por el resultado.
La historia está contada con la mayor sencillez posible, muy convencional y conservadora en su estructura. Los momentos de tensión, de tan esperados y previsibles, resultan insulsos. Si os motivan las historias del ciudadano/a anónimo/a que logra imponerse al sistema, este es un ejemplo, aunque haríais mejor viendo Erin Brockovick, que luce más, está mejor rodada, y mejor interpretada, es más novedosa en su propuesta, y más fresca.
Tony Goldwing, se esfuerza tan poco, que comete el error de creer que la historia que cuentan se basta y se sobra por sí misma para conmover, y no es cierto. A una obra de este calibre hay que exigirle mucho más. La estructura del metraje es simplista, manido hasta la saciedad, y te permite ir al baño, o a por bebidas a la tienda en medio de la trama, para que se hagan una idea. Vale para que la pongan en la facultad de cine y los alumnos jueguen a mejorarla, porque saldrían ideas... vaya si saldrían. Yo, la haría de nuevo.
La película termina con un detalle que me dejó helado y que puedo contar sin que altere la visualización de la misma: nunca se ha encontrado al culpable. ¿Era del todo inocente el hermano? ¿Si? ¿No? No sé... deja muchas dudas. Si no fue él ¿Quién fue? Alguien lo hizo...
Sinopsis en castellano:
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