Valoración: 7
Me gustan las películas basadas en hechos reales, y me gustan especialmente las que abordan la vida de alguna personalidad. J. Edgar trata sobre la vida de J. Edgar Hoover (1.895-1972), un individuo que fundó y luego durante medio siglo, dirigió el FBI y del que se dice que ostentó en la sombra, más poder incluso que el propio presidente de los Estados Unidos, basándose en el conocimiento de información confidencial y secretos acerca de todo lo que se hacía y se deshacía en el país americano, sin importar de quién se tratase. En eso sí, no existía diferenciación de ninguna clase, ni distinción social. Todos y todas eran registrados/as y en cierto modo, controlados/as. Lo que te lleva a preguntarte ¿Qué no se hará hoy? ¿Hasta qué punto estamos "vigilados"? Siempre bajo la justificación de la seguridad y el control, siempre buscando protegernos, pero ¿Quien nos protege de los que nos protegen? ¿Quien elige a quien nos protege?

Lo cierto es que cincuenta años de historia no caben en una película. No es sencillo de resumir, y mucho menos de detallar. La apuesta es arriesgada. Creo que por ahí se justifica que la película sea larga (137 munutos). Casi nunca me habrán leído objetar nada acerca de la duración de los films porque me gustan las películas largas si tienen algo que contar, si están dotadas de contenido y éste está presentado con calidad suficiente. Es el caso, aunque en esta ocasión sí se hace larga, lo que justifico con el hecho de que hay mucho contenido, quizás demasiadas cosas para una sóla cinta, aunque no habría tenido sentido ninguno hacer dos partes, y posiblemente habría perdido interés.
Más allá del hecho histórico, de la relevancia del individuo sobre el que gira este biofilm, hay mucho sentimentalismo, una labor introspectiva, de adentrarse en las motivaciones del hombre, de conocer su raíz, su ambiente familiar, sus miedos y temores, su callada homosexualidad, su ambición desmedida, su deseo de notoriedad, el anhelo de sentirse querido, respetado, amado. En todo ello, la interpretación de Leo di Caprio es atroz de lo buena que es. Majestuosa. Un gran ejercicio por su parte para meterse en la piel de un hombre así, y hacerlo además a lo largo de toda la vida, llegando incluso hasta sus últimos días. El actor lo hace realmente bien. Gran trabajo.
Conociendo sus trabajos anteriores ("Invictus" "Gran Torino" -comentadas en este blog-, ) y siendo un acérrimo seguidor de su cine, acudí con mucho respeto a ver esta, la última producción como director de Clint Eastwood, y como en obras anteriores me encontré con un tratamiento de la imagen, una puesta en escena, y una ambientación muy cuidada y realmente bella. El tratamiento de los personajes es notable, siempre bien marcados, bien definidos, intensos.
Hay un ejercicio de "adhesión" o no a la causa que suele ocurrir cuando uno ve estas películas. Me explico; o te cae bien o no el personaje. A veces te gusta más, otras menos, pero siempre acabas tomando cierto partido. Puede resultar interesante, o heroico, o entrañable,... en este caso, y a mí particularmente no me gusta. Me genera cierta antipatía y por momentos estás deseando que alguien lo ponga en su lugar, que lo enfrente, que le pare los pies, que lo humille, harto de ver cómo pasa por encima de todos y de todo, y como se pavonea. Se notan sus puntos débiles, y desde el otro lado de la pantalla tienes la sensación de que acabará cayendo, pero con una suerte pasmosa, siempre prevalece... y da la sensación de que así fue toda su vida, al menos tal y como lo relata la película. Como trasfondo nos encontramos con la idea de que para él, el bien justifica los medios, de que se puso todas las medallas y recibió todos los honores por trabajos y labores que en muchos casos no había protagonizado, que se sirvió de la corrupción para obtener beneficios para su causa y que hizo uso de amenazas y extorsiones con tal de conseguir sus objetivos. Despiadado en muchos casos, se proyectaba como un hombre empeñado en ayudar a la defensa de su país y de la gente buena, condenando a quienes cometían delitos o actos punibles, siempre desde su posición y su prisma, como juez máximo. Él marcaba la línea del bien y del mal, de lo correcto y lo que no, y ¿saben qué? Ningún hombre está capacitado para tamaña responsabilidad.
Sinopsis en castellano:
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