La televisión y los músicos, como el perro y el gato
Si enciendes la televisión puedes llegar a creerte cualquier cosa. Es curioso como la mayor parte de los espectadores se han acostumbrado a no hacer preguntas. Aceptas lo que te sirven sin protestar, y en el mejor de los casos, haces uso de tu libre ejercicio democrático de cambiar de canal y te reconfortas con eso. Muy poco premio me parece a mí. Digo esto porque desde pequeño me di cuenta de que los artistas que me gustaban, nunca salían por la televisión... y siguen sin salir. Son contadas las ocasiones en las que aparecen. Es triste, y grave, y no digo esto de forma interesada por el mero hecho de que no aparezcan quienes yo sigo con asiduidad, sino por la situación en sí, de que la mayor parte de los artistas musicales de nuestro país se mantengan fuera de la mayor industria de entretenimiento que tenemos hasta la fecha, sólo discutida actualmente por internet, y según a qué edades, y por supuesto, por el fútbol.
Les diré algo. En este país, es necesario estudiar más años un instrumento musical para ser considerado profesional con título, que lo que estudia una persona para poder ser médico o arquitecto. Para dar a conocer tu música necesitas tocar en público, y para poder tocar en público tienes que encontrar sitios donde poder hacerlo, principalmente, salas de conciertos. Como apenas hay y tienen largas listas de espera, y preferencia por los artistas más reconocidos, acudes a los bares, que ya tienen bastante con ganarse la vida vendiendo cafés y copas, como para poder pagar la contratación de una actuación musical. Los encargados del departamento de cultura de cada ciudad suelen estar saturados de ofertas de artistas deseosos de actuar en las actividades que programe el ayuntamiento y los responsables no siempre atienden a razones basadas en la calidad artística, ya me entienden. La industria musical hace tiempo que se vino abajo, y lo poco que queda se concentra en pocas manos y mal surtidas, lo que significa que prima la rentabilidad, de ahí que se consuman artistas constantemente sin apenas haberse dado a conocer un par de años, siendo mucho más fructífero mantener en el candelero a “viejas glorias” a pesar de que los trabajos actuales de éstas no sean de calidad. Esto deja un panorama desolador... o no. Porque motiva a que uno saque a relucir su ingenio para buscar nuevas fórmulas. Hace que el artista se rete a sí mismo tratando de mejorar. Se valora más cada pequeño paso que das, y ensalza aún más la grandeza de hacer canciones, del poder que éstas tienen en la vida de las personas y en cómo nos acompañan día a día e influyen en nuestra emotividad.
Les dejo... creo que hay una canción por aquí cerca. Voy a ver qué me canta.
1 comentarios:
Me gusta lo que leo ,
aqui me quedo a seguirte .
Un beso grande!
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