Valoración = 6
Que “Los juegos del hambre” es un fenómeno de masas no me cabe la menor duda. De que realmente sea una buena película, ya tengo muchas más. Incluso, y perdonen mi atrevimiento, de que sea una gran historia, porque... ¿No hemos visto esto ya en otro lugar?
Nuevamente una novela de ficción de éxito que se traslada a la gran pantalla, con alguna cara bonita y mucha promo, y nuevamente la factoría norteamericana erige un nuevo ídolo, en este caso además en la piel de una mujer, una joven aguerrida dispuesta a dar su vida por la de su familia, y un poco más, dispuesta también a levantar a su pueblo subyugado de la opresión en la que viven sometidos. Me preocupó realmente que parezca tan “de película” la idea, como si hoy por hoy, la gente sólo imaginase algo así a través de una historia de ciencia-ficción, en este caso, con poca ciencia, y mucho de lo otro. Las calles arden en Kiev, en Caracas, como lo hacían hasta hace bien poco en Atenas, o en París, y quizás no tanto en mi país, en España, porque nosotros -quizás incomprensiblemente- mantenemos bastante las formas, y nuestros levantamientos (no sin palos y sin golpes), han sido mucho más pacíficos, y no digo yo que esto esté mal, pero también digo que no se vio que las cosas tornasen distintas desde entonces. En fin, eso sería harina de otro costal, y no corresponde debatirlo aquí. Volvamos a la cinta de la nueva niña mimada de Holywood; Jennifer Lawrence, que a estas alturas del panorama ya carga con un Oscar.
Primera en la cara; la película ha recaudado más de 400 millones de dólares en el año 2013 sólo en EEUU, convirtiéndola en la película más taquillera del año. Y hagamos hincapié en esto, porque de manera muy astuta, el film consigue congregar tanto a niños, como a jóvenes, como a mayores, lo que llena las salas. Y yo que sigo pensando que no es para nadie... Me explico; nunca para niños porque si bien no tiene grandes escenas de violencia ni de sexo, la trama en sí, sí es atroz, así que considero que intelectualmente no está orientada hacia un público infantil ¿Soñarán nuestros niños ser enviados a un programa en el que han de aniquilar a otros de su mismo porte para poder salvar a su ciudad de represalias gubernamentales jugándose la vida con el pertinente mensaje “sobrevive o muere” o peor “mata o muere”?. No. Vale que para las empresas es un negocio llevar a un niño al cine, porque no va solo, y porque su fidelización con la cinta sigue ḿás allá de la sala, porque quiere el muñeco de la película, y la camiseta, y la varita de Harry Potter, y disfrazarse de Jack Sparrow, y el bote de palomitas más grande que hayan fabricado, con la cara de sus ídolos, aunque no se los termine y queden desparramados por el piso de la sala, como quedan las esperanzas de muchos directores noveles de cine, cuando ven que las opciones que tienen de poder llevar una de sus cintas a la gran pantalla son cada día más exiguas en esta globalización a dedo del cine, por extensión del arte, por extensión de la cultura, y más allá de casi todo lo que se mueve y se menea (siempre me gustó el verbo “menear”. Me resulta un poco guarro). A esos niños les costará distinguir a sus otrora ídolos cuando los vean contonearse (aquí podría usar también “meneándose”) en pelotas sobre una bola de acero de demolición en un “llamémosle” video musical, con poses de animales en celo hambrientos de caricias y arrumacos. Esto no es guarro, es asqueroso.
¿Es para jóvenes? Desde luego son los que pueden estar más cerca de meterse en la piel de los protagonistas, pero... ¿No les resulta almibarado? ¿No les chirría que sea todo tan artificioso, tan medido, tan pulcro? Las relaciones sentimentales que mantienen, ¿No les quedan un poco infantiles? A mí me sacan un poco de quicio los personajes y por momentos estoy deseando que se arranquen de una vez la ropa y deje de fingir la protagonista con que sabe tirar con arco, porque con lo que ha costado la película podrían haber amagado un poco mejor. Que resulta que ahora que he aprendido el ancestral arte del tiro con arco, veo las imágenes y me duele la vista.
¿Y los adultos? Tiene que parecerles una patochada si están acostumbrados al buen cine, o son aficionados a las grandes historias de novela de ciencia-ficción, o simplemente exigen un poco de profundidad a una historia, y ya ni hablemos de intelectualidad. Porque si entramos en caldera... las interpretaciones se las traen también.
Y llegados a este punto, me pregunto ¿Qué me gusta realmente de la película? Déjenme que me lo piense un poco más. Prosigamos.
¿Saben que la película se inspira en tres libros? Pues me acabo de enterar de que harán ¡Cuatro películas! El último libro lo dividen en dos partes, no por la incapacidad para hacer la adaptación y editar como correspondería, sino porque quieren su dinero, sí, el suyo. Mientras usted pague harán catorce. Y eso ha funcionado siempre así, y seguirá haciéndolo. Eso tan capitalista de “las reglas de la oferta y la demanda”, porque me olvidaba que el mercado tiene sus propias reglas, y nosotros sólo la opción de meter la mano en la billetera.
Al final, estas películas me estropician el libro. No sé cómo será realmente la obra de Suzanne Collins, escritora norteamericana causante de este exitazo, pero sé que en cierto modo, la trama que se cuenta, ya había sido expuesta en otras películas y en otras novelas antes. Ya vi en la radical “Battle Royale” que una serie de individuos sean cercados en un lugar y deban matarse para sobrevivir. El tema es que al ser escrita por un japonés, tuvo menos calado que si lo escribe una escritora yankee, no se engañen, es así. Ya vimos en “Big Brother”, o “El show de Truman”, como las cámaras lo controlan todo, como una dirección mueve a su antojo a una serie de individuos. Entonces, ¿Qué tiene de novedosa esta obra? Pues, perdónenme, pero no tengo ni idea. He visto tanto la primera (que aún me gustó menos), como la segunda, y tengo en casa una seguidora acérrima de esta chufla y la verdad ni idea. Crea vicio, eso es innegable. Los fans lo ven una vez tras otra, y ellos le encuentran el punto.
Por cierto, ¿Alguien sabría decirme por qué Gary Ross, que en 2012 dirigió la primera parte, no lo hizo con la segunda? Por lo visto él fue quien rechazó la oferta... raro, suena bien raro. En esta ocasión es Francis Lawrence (“Soy leyenda”) quien toma las riendas de la dirección. Un director con un gran expediente tras de sí de realización de videoclips con el star system de la música pop americana; Jay-Z, Jennifer López, Enrique Iglesias, Britney Spears, Justin Timberlake, y un largo etcétera.
Otro de los puntos débiles que podemos achacarle a la cinta es lo poco desarrollados que están los personajes, lo poco que sabemos de ellos. Apenas unas pinceladas superficiales acerca de los concursantes de los juegos del hambre y de sus destrezas, y una definición inocua del todopoderoso dirigente del capitolio, y de quienes trabajan para él.
Hablemos del reparto: ¿Saben que participa el recientemente fallecido Philip Seymour Hoffman? Pues... nada. Puede que se les pase por alto. Insustancial. Elizabeth Banks, cubre un personaje estrafalario y sin peso argumental ninguno, casi rozando lo ridículo por lo impuesto y exagerado que resulta. Donald Sutherland, el villano de esta saga, se salva, pero su participación sólo le servirá para que algunos niños lo distingan cuando por casualidad vean alguna de las muchas cintas en las que ha aparecido a lo largo de su dilatada carrera. Woody Harrelson, es quizás el más creíble de todos, el que parece disfrutar más de su papel, de su personaje, de lo que hace, y eso lo trasmite bien. Siempre que le veo actuar me convence. Habría que darle papeles de mayor envergadura. Josh Hutcherson, hace lo mismo en la primera película y en la segunda en su actuación; nada. Plano. Actor cadaver. Ni pincha ni corta. Cada vez que abre la boca suena a telefilm de sobremesa. Pensé que duraría quince minutos de metraje en la primera película, pero le dieron bola. Se equivocaron. Liam Hemsworth actúa, vaya si actúa. Mira a la cámara como si estuviese presentando un champú o una colonia. Chico anuncio. Quizás pueda hacer que alguna chica se despiste pero... estamos como siempre, si esto va de meterse en un papel, de hacerlo creíble, de vivirlo y trasmitir emociones al espectador... su futuro ha de pasar irrevocablemente por un anuncio de centro de depilación laser, ese es su terreno, la actuación..., la actuación no es lo suyo, ni lo de Lenny Kravitz que como todos sabemos es un buen músico. ¿Y por qué menciono ahora a Lenny Kravitz? Porque actúa en la película. ¡Agárrate los machos! Tal cual lo leen. La verdad, es que aunque chocante, su papel, -por favor llamémoslo “cameo” que es lo que corresponde- no deja de ser un punto cómico y deshilarante en esta saga. Únicamente destacable en el apartado del anecdotario. Yo tampoco le regalaría un aplauso, pero una cara conocida siempre entretiene un poco más.
Y, dejamos para el cierre, el papel protagónico, el que quizás a elevado a la categoría de estrella juvenil a Jennifer Lawrence, y que nuevamente no me gusta. Ni me parece destacable su actuación, ni el papel que realiza, ni siquiera me encandila a nivel imagen, y permitanme que me sonroje cuando alguien pretende elevarla a la categoría de Scarlett Johanson, capaz de sólo con aparecerse en la pantalla frente a ti, hipnotizarte y variar tu ritmo cardíaco. El sinsentido de las relaciones amorosas de la protagonista con sus compañeros de reparto es clamoroso, y aunque tira besos de cuándo en vez a unos y a otros, no hace sino crearte dudas sobre su ambigüedad y casi que se lee entre líneas que toda esta tramoya es un pretendido triángulo amoroso almibarado que va a causar más de un trauma a las mentes más jóvenes.
¿Saben por qué esta segunda película, no se titula como el segundo libro? Por si alguien se despistaba, y olvidaba que era la segunda parte de “Los juegos del hambre”. El libro, se llama “En llamas” a secas, sin más, aquí, quisieron recordar que era la segunda parte de la novela, no fuese a escapársele a alguien. En fin... “ta complicada la cosa”, que dirían en Cuba.
No quiero despedirme con este sabor amargo. Digamos por ejemplo que es mejor la segunda que la primera, que al fin y al cabo, es verdad.
Y volvamos a aquella pregunta de ¿Qué me gusta realmente de la película? Creo que ya he encontrado la respuesta; que consiga que las salas de cine se llenen. Poco más que agradecerle a esta obra por mi parte. Perdónenme los aguerridos fans por mi descarada impronta.
Sinopsis en castellano:
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