13.- Un verano dabuten, fetén, guay. (parte I de II)
Buenos Aires, 5 de marzo de 2013
El agua se precipitaba contra mí. Apenas podía abrir los ojos. Lo intentaba porque no quería perderme ese acontecimiento natural en todo su esplendor, no quería alejarme tampoco, quería vivirlo a pleno, sentir que me hundía bajo el agua y que me dejaba llevar. Mientras abría y cerraba los ojos no dejaba de escuchar la música que el maestro Ennio Morricone compuso para una de mis películas preferidas; The Mission, dirigida por Roland Joffé en 1986, y que durante mis años en los Jesuítas nos solían poner con motivo de las fiestas colegiales, o similares festejos. Un año –debieron confundirse- nos pusieron “Poli de Guardería” para variar, con Arnold Swarzeneger haciendo de chico bueno… terrible. El tema es que recordaba bien aquella música, y venía al caso porque la película se rodó precisamente en las Cataratas del Iguazú, uno de los lugares más hermosos del mundo. ¡Abofé que sí! Nada de lo que pueda contar aquí puede explicar lo que sentí. La fuerza de la naturaleza en todo su esplendor, con toda su furia, abriéndose paso en la selva. Ochenta metros de caída libre. Alrededor, la selva. Los sonidos de los animales en la noche son impresionantes. Por un lado da miedo, por otra parte te conectas con tu instinto más salvaje. Lo que menos me ha gustado es lo organizado y planificado que está todo, sentir que se pierde todo ápice de aventura al orientar las cosas a la comodidad del turista. La globalización tiene estas cosas, se pierden las identidades, y se reduce el pueblo guaraní a unas pocas tiendas de artesanías a las puertas de los parques nacionales, necesariamente protegidos de la especulación urbanística y de la manaza del hombre.

Visitar las Cataratas de Iguazú, la ciudad de Foz de Iguazú en Brasil y Puerto de Iguazú en Argentina, sendos parques naturales, y demás, ha sido uno de los viajes más lindos que recuerdo. La conexión con la naturaleza, con los elementos, ha sido total. Me dieron ganas de irme de mochilero de aventura, y cuando a mí me dan ganas de algo, seguro que tarde o temprano lo llevo a cabo. Necesitaré algo de compañía, y un poco de plata. Poco más. ¿Alguien se une? ¿Qué plan mejor puedes tener?
Este ha sido el verano que soñaba. El de los viajes. El de salir a conocer un poco lo que me rodea. He estado muy bien acompañado en estos viajes; unas veces por mi madre, que vino desde España a visitarme; otras veces de algunas de mis amistades porteñas. Argentina tiene mucho por ver. Es un país muy vasto y extenso, con mucha variedad de paisajes y de climas, y esto la hace muy rica geográficamente hablando. Los sitios más interesantes de ver tienen precios prohibitivos y eso complica mucho el que muchos argentinos puedan presumir de conocer su país. Ahora me doy cuenta que los propios españoles, con un territorio siete veces más pequeño, muchas veces adolecemos de no conocer en profundidad nuestro país, que también tiene muchas particularidades regionales y es muy rico y variado en el sentido cultural. Por suerte, y gracias a la música y a mi espíritu de persona emprendedora y aventurera, conozco buena parte de nuestro país, y es algo que me llena. No quería dejar pasar la ocasión de saber más de Argentina, aunque mal que me pese, me queda aún muchísimo por visitar. Esperaré a que algún/a amigo/a se decida a venir a verme, para irme con él/ella a recorrer otros lugares que aún desconozco.

Un mes atrás, en enero, visité por segunda vez
Uruguay. En esta ocasión fui a
Punta del Este. Todos los argentinos hablan maravillas de ese lugar, y quise conocerlo y relajarme unos días allí. Se me pasó volando el poco tiempo que estuvimos. Ya conocía la pequeña y linda ciudad de
Colonia de Sacramento, en la que te basta y te alcanza un día para recorrer sus calles y su fortaleza por lo pequeño de su tamaño, pero que no debes dejar de visitar si tienes la oportunidad porque desde luego es un sitio muy bonito en el que perderse un fin de semana de desconexión por un precio relativamente bajo y con un rápido viaje en barco desde
Buenos Aires.
Punta del Este tiene playas hasta aburrirte, con unas dimensiones escandalosas, se extienden hasta dónde no alcanza la vista. La playa me gustó, pero sigo creyendo que pocos lugares tienen la arena que tenemos en las rías baixas de Galicia, salvando quizás a la playa de Varadero y a los cayos del noreste de Cuba. Si vienes de Argentina, lo primero que te llamará la atención es la limpieza de las calles uruguayas, su tránsito ordenado, la educación de la gente, el cuidado y el respeto por los espacios públicos, etc. ¿Qué quieren que les diga? No tiene nada que ver. No sirve la justificación de que Buenos Aires es enorme, y que en las grandes urbes estas cosas pasan. Creo que va más allá de todo eso. Uruguay, más allá de ser un país pequeño y de escasa población (3.300.000 habitantes aprox.), es un país bonito. Se ve sencillo, cómodo para vivir en él, tranquilo, de marcado carácter costero, que respeta su riqueza medioambiental, con una calidad de vida media-alta para lo que viene siendo el promedio sudamericano, políticamente estable (en las dos últimas décadas),… un par de conocidas vivieron allí un tiempo, y me hablaron realmente bien. Dos de mis escritores favoritos; Galeano y Benedetti, son uruguayos. Ojalá en alguna gira podamos pasar un tiempo por esta tierra. Me apetece, y mucho. El viaje fue bueno. Lo pasamos bien, disfrutamos, y descansamos un poco. Soy de aquellos que no para quieto ni en vacaciones, y de esos a los que les cuesta bastante desconectar, pero creo que sería un lugar perfecto para perderme un tiempo.

El ciclo de viajes de este verano –algo, poco o nada habitual en mí- se cerró con una estancia de 9 días en la costera ciudad de Mar del Plata, apodada “la feliz”. Allí fui con algunas amistades que he ido haciendo en la escuela. La verdad es que este viaje significaba mucho para mí, por lo que entraña ser capaz de reunir a siete personas para hacer algo todos juntos, durante tantos días, y teniendo en cuenta que meses antes apenas se conocían los unos con los otros. ¡Ya ves! Un gallego reuniendo argentinos para irse de vacaciones. ¿Y saben qué? Funcionó. Es más, se creó una complicidad enorme entre todos, unos códigos internos, bromas particulares, y me retrotraje a años atrás, (no tan atrás en tiempo, sí en la sensación de todo lo sucedido desde entonces), cuando junto a mis mejores amigos, ideábamos viajes así y muy de vez en cuando, conseguíamos llevarlos a cabo. Ahora las cosas eran distintas. Yo también soy distinto. Otro país, otras amistades, otro plan. La playa como testigo de nuestras historias, y una ciudad llena de turistas, y de porteños que desean desconectar y por supuesto que no lo logran del todo porque está abarrotada de gente. Caos por todas partes… o casi todas. Nosotros, al poder disponer de coche y de dos departamentos gratis, todo ello gracias a nuestro amigo Nico Mastellone, podíamos estar cómodos y relajados, y desayunar cuatro veces al día, recargando las energías que perdíamos noche tras noche.
Mar del Plata bien, sin mayores alardes. Si te coincide ir, estupendo, pero no es un lugar que debas buscar, que merezca la pena visitar por algo en concreto. Nosotros lo pateamos mucho. Nos dedicamos a la vieja fórmula musical que he aplicado durante años de conocer las ciudades a través de la música. Buscando lugares donde tocar, vas poco a poco descubriendo rincones interesantes de las ciudades, barrios enteros que aprovechas para ver. Las ganas de hacer conciertos y de tocar eran superiores en mi caso a las de estar tirado descansando o tomando el sol, y aunque no llevábamos nada programado, finalmente conseguimos actuar en bastantes sitios y conocer gente y locales de la movida artística marplatense.
El grupo estaba formado por mis siguientes amigos/as:
Patito Alvarez = Mi hermano pequeño en Baires. Hicimos mucha música juntos. Compartimos eso, y caminamos de arriba abajo la ciudad. Me alegró mucho que viniese. Es una de las personas que más aprecio y espero que forme parte de mi equipo de trabajo para el próximo disco. Tiene todas las papeletas para volver a España a vivir conmigo.
Facu Torella = Posiblemente el último en llegar al grupo. Conecto a la perfección con él. Quizás es con la persona con la que más tiempo me pasé en el viaje. Los dos vemos las cosas de formas muy parejas, y junto con Patito, es una de las personas que creo que mejor encajarían en mi futuro proyecto profesional, así que todo pasa por llevármelos a España en un futuro y seguir “viviendo” sobre el escenario. Ama la música, y vive por y para ella. En Mardel no dejó un segundo de buscar conmigo sitios donde poder actuar y la verdad es que nos lo pasamos genial.
Nico Mastellone = Sin él nada de esto habría sido posible. Lo puso todo fácil, e hizo que nos sintiésemos muy afortunados de poder contar con un amigo así, siempre preocupado porque todo estuviese bien, y porque todos estuviésemos conformes. No paró de bromear ni un segundo y se le vio relajado y a gusto. Me alegra seguir compartiendo cosas con él. Musicalmente apenas participó, pero la convivencia con él fue muy agradable.
Lucía Muniagurria = A Lu no la voy a olvidar nunca. Cuando piense en este país, en mi vida aquí me acordaré de ella. Una amiga muy especial, con la que comparto todo, y con la que me siento yo mismo. Me alegró muchísimo que viniese al viaje, que formase parte de ello. Sé que le hacía ilusión, y sé que se lo pasó bien. Espero tenerla cerca todo el tiempo que permanezca acá y sinceramente, quiero que forme parte también de la expedición a España para publicar mi tercer disco, algo que no sé exactamente cuándo sucederá pero en lo que trabajo a conciencia puesto que será a lo que me dedique a tiempo completo el día que opte por volver a casa. Lu, es especial, tiene un encanto único. Apenas cantó un par de veces con nosotros en un par de temas, en plan estrella invitada. La idea es que se integre más, pero imagino que lo hará de a poco.
Rupi Mirakian = Rupi era otra de las personas que menos relación tenía con el grupo, y al final, Pupina se ha hecho con su sitio y con el corazón de todos. Es buena, muy buena. Muy tierna y muy simpática. Se pasó la mitad del tiempo durmiendo, descansando, y más que relajada, pero se divirtió y se involucró mucho con cada uno. Sabe tener esos momentos de intimidad, de darle su tiempo y su espacio a cada amigo. Yo tengo muy buena relación con ella desde hace muchos meses, y me siento orgulloso de haberla fichado para el grupo. Me acompañó con el cajón peruano en varios conciertos. Ella que está en los últimos cursos de la carrera, se nota que persigue la música, allá donde va.
Lourdes Rey = ¡Lou! Tiene carácter, es muy suya, muy particular. Hay que conocerla, adentrarse en su mundo, saber leer entre líneas. La aprecio mucho. La veo más niña. Atraviesa varias fases a lo largo de cada día. Se nota su presencia. Llena mucho cuando está. Siempre tiene alguna ocurrencia, alguna broma, algo que le inquieta. Me gustó mucho compartir el viaje con ella, aunque reconozco que fue la persona con la que menos tiempo estuve, quizás porque tenemos menos puntos de encuentro, principalmente porque en el plano musical no participó nunca, es más, fue la única que no se animó a cantar con nosotros, cosa que me habría gustado. En ese sentido se mantuvo más al margen. No la veo tanto como al resto porque hacemos planes distintos, pero me gusta mucho cuando está. Se le agarra cariño enseguida.
Terminamos destrozados nuestra aventura marplatense, algo que me satisfizo haber vivido porque sé que es un clásico destino en las vacaciones argentinas, y de alguna forma sentí que me adentraba más en la cotidianidad de este país. Por supuesto, me consta que hay lugares en la costa mucho más bonitos de ver, y no descarto que pueda llegar a conocerlos en un futuro. Veremos.
Muchos viajes. Me he sentido muy contento de salir tanto, de estar dos meses sin parar de moverme. Descubrir nuevos lugares, conocer nuevas personas, visitar sitios a los que tal vez no vuelva nunca, y llevarme conmigo la sensación de estar vivo, de crecer, de madurar, de llenarme de todo lo que tengo a mi alrededor. Los ojos siempre bien abiertos. Eso que te llevas contigo. Al final, las cosas materiales pasan, se estropean, se pierden, se rompen,… los recuerdos (algunos de una forma casi mágica) quedan en ti para siempre, mucho más si los escribes en un diario como este, claro.
Se nota que llevo ya más de un año en este país, precisamente en cómo ha sido mi verano (momento propicio para que una persona extranjera se sienta especialmente sola y aburrida si no dispone de mucho dinero para poder viajar), en relación a cómo fue el anterior, cuando apenas llevaba medio año en el país. Los meses de verano argentino (enero-febrero) del año 2012, los pasé metido en mi cuarto, sin apenas hacer planes, comunicándome lo que podía con mis amistades en España, y solo, muy solo. Y este verano, ya veis, no he estado un minuto quieto. La persona que ha propiciado todo esto, y que ha hecho que pasase dos meses re intensos, es mi madre. Su visita lo cambió todo.
[este capítulo tiene una segunda parte, que será publicada en los próximos días]