[...esto es una continuación del anterior y aquí termina este capítulo]
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Cumpleaños de los Rives

Migraciones
Mi estancia como turista no puede durar más de tres meses, así que mi visado vencía. Tuve que acercarme al dpto. de migraciones, y además de conocer la zona de Retiro, desde la que salen todos los trenes de la capital al resto del país, también tiene allí emplazada la estación central de autobuses que te llevan a distintos puntos de argentina, y también de chile, de uruguay, de paraguay, y de perú. En Migraciones, y habiendo pedido cita previa no tuve que esperar nada, y fue una suerte, todo iba realmente rápido. Al faltarme ciertos papeles y documentos, no podía solicitar (aún) la visa de estudiante, que me permitiría permanecer en el país seis meses más, de este modo, la única salida que me quedaba era pedir una extensión de mi visa como turista por otros tres meses, hasta febrero, y eso fue lo que hice. La conseguí a cambio de 600$AR (100€). Eso es lo que cuesta un sello. Un coste injustificado con el que la administración se saca una buena tajada.
Asuntos de palacio. El punto curioso de mi visita a aquellas oficinas, que podría no haber durado más de media hora, fue explicar cómo finalmente permanecí allí casi tres horas.
- Perdone, ¿Sabe dónde podría hacer fotocopias por aquí cerca?
- Si. Tiene la fotocopiadora ahí mismo.
A tener en cuenta, que estos edificios gubernamentales y en esta zona concreta de la ciudad, rodeada de vías de tren, de estaciones de bus, de parques, y lindando con el río, no cuenta con locales comerciales, por consiguiente, resulta imposible buscar fotocopiadoras, de ahí que... el propio edificio cuente con un servicio para hacer fotocopias, fotocopias indispensables para realizar los trámites. ¡Yeah!
- Disculpe, ¿Esta cola para que es?
- Es para la fotocopiadora
- ¿Cómo?
- Si. Es la cola para la fotocopiadora.
- Pero...
(Mi interlocutora sonríe) ¡¡Bienvenido a la Argentina!!

Todo este tipo de situaciones son ridículas. Me indigné, aunque no lo manifesté por no liar una bien gorda, y porque a mí no se dirigió en ningún momento, con un funcionario de muy malos modales, que bromeaba con las personas que acudían a realizar sus trámites, que trataba de forma bien distinta a hombres y mujeres, mandando a su casa a muchos de los primeros, e invitando a la suya a muchas de las segundas, con comentarios fuera de tiesto, y una discriminación patente según tu país de procedencia, que entre otras ocurrencias, mandaba a la "cola de la fotocopia" a personas que traía sus fotocopias, pero no con la nitidez que este desgraciado creía oportuna. Luego de burlarse de una señora a viva voz y de hacer que el resto de personas supiesen que él organizaba el cotarro, sin acreditación a la vista, sin uniforme ninguno, y moviéndose de un lado para otro, parecía satisfecho con todo aquello. De dudosa higiene personal, me recordó a Torrente por su aspecto físico, y estuve a un tris de estampar su nombre en un libro de quejas, además de reubicarle en el lugar que le corresponde para que se fuese a casa con cierta picazón, pero guardo cierta capacidad para controlarme, capacidad que he adquirido quizás con los años, y que mis amigos recordarán de cuando era adolescente. Antes me cabreaba con el mundo, pero ahora reconozco enseguida a los culpables.
Finalmente llegué a mi destino. Por fin era el primero de la cola. Uno siempre se siente satisfecho cuando es el primero. Es curioso. No importa lo que has sufrido ni los que llegaron antes que tú, te vas y echas un vistazo a todos los que permanecen en esa cola, y te dan pena, sientes lástima, piensas que algún día les llegará su turno, pero que son unos infelices, vuelves la vista al gordo y sudoroso funcionario que continúa esbozando una estúpida mueca de autocomplacencia, y le miras con desprecio y desafiante, mientras carraspeas la garganta y te planteas lanzarle un esputo y salir cagando ostias antes de que todo se complique... pero no sucede nada de todo eso. Sólo lo llevas dentro. Por fuera nadie nota nada. Dos horas en una cola te pueden convertir en un asesino en serie. ¿Saben que? Tenían razón cuando pensaban que posiblemente sólo habría una persona haciendo fotocopias. A la señorita no le gusta su trabajo, y te lo demuestra con el desdén con el que lo realiza, pero no van a buscar a una sustituta porque... ¿A quien le gusta hacer fotocopias todo el día? Valiéndose de eso pasa, pasa de las fotocopias, de ti, de la cola, y de todo. Les dejo un detalle para la reflexión: nos equivocamos al pensar que sólo habría una máquina; mentira. Había tres máquinas más, nuevas de paquete, allí relucientes y vírgenes, deseando ser prendidas y realizar su tarea, más agradecidas que la operaria, y que no se usaban porque... nadie quería que se usasen. Estos sinsentidos son los que tanto daño hacen a latinoamérica. ¿Para qué tener a 70-80 personas paradas delante de una máquina fotocopiadora media mañana?
El castigo lo sufre el país, no el que hace la cola.

Me despido. Trataré de controlar para el próximo capítulo no esperar tanto a que se acumulen decenas de historias que contar e ir haciéndolo de a poco. Tenía la necesidad de poneros al día sobre todo lo que había estado viviendo estas últimas semanas, ahora que se cumplen tres meses desde que estoy aquí. Lo cierto es que cuando pasa el tiempo y uno relee todo lo vivido es capaz de hacer mejor balance sobre cómo ha ido desarrollando su vida. Me resulta un ejercicio de lo más rendentor, además, compartirlo me sirve para sentirme conectado con muchos amigos, y para escuchar otras voces que lo perciben desde fuera.
Os dejo unos detalles. Según datos del año 2010, España cuenta ya con 47 millones de habitantes. Argentina está exactamente en 40 millones. Por cierto, 15 de esos 40 millones viven en la provincia de Buenos Aires, y 3 de esos 15 millones en la capital. Y es que me ha llamado mucho la atención que en este país, más de un tercio de la población se apiñe en una sóla zona, dejando un bastísimo territorio prácticamente vacío. España cuenta aproximadamente con 504.000 km2, y Argentina es seis veces más grande, con 2.791.000 km2. ¿Seis veces más grande y siete millones menos de personas? Hagan sitio.