Capítulo 3
Las ilusiones no tienen defectos
Samuel Leví
[parte final]
Lunes, 17 de noviembre de 2015
...
Laura
y yo compartimos una experiencia irrepetible. Una noche llamaron a nuestra
puerta. Era un señor mayor con una señora de larga melena blanca. No los
conocía. Se presentaron de pronto en la puerta de mi estudio. Les hice pasar.
Resultó ser un músico de reconocido prestigio que había vivido en el mismo
lugar que yo lo estaba haciendo un cuarto de siglo antes ¿Y saben qué? La mujer
que lo acompañaba era su mujer, la misma con la que había compartido esa
experiencia a principios de los noventa. Durante veinte minutos me contaron
anécdotas de cuando ellos habían estado allí, de los recuerdos que les traía
aquel lugar, y de cómo había sido su carrera desde entonces. Quizás alucino,
pero por un momento di un salto en el tiempo y me imaginé de mayor, y me sentí
mágicamente vinculado con ellos dos. Fue muy emocionante y a la vez muy
extraño. Una de esas cosas que te sucede en la vida y que te abre lo ojos de
par en par, que te remueve por dentro. Lo sentí cómo una especie de
demostración de vida. Me quedé perplejo.
Veo
a Laura a mi lado y le estoy tan agradecido… es una heroína para mí. Me siento
muy feliz cuando la veo sonreír, alegre, contenta. Si yo di un paso adelante,
ella pegó un salto. Dejó su país, su familia, su trabajo, su mundo, para
experimentar y conocer otro, verlo desde el otro lado de la barrera, pero
siempre ha estado ahí, a mi lado, mano a mano. No me ha soltado nunca. En todo
este año ha sido mi soporte. Ha despejado las dudas que he podido tener, me ha
animado cuando lo he necesitado, y me he motivado más por ella, por querer
demostrarle mi amor y mi confianza, mi respeto y mi afecto. Cuando cuidas de
alguien, cuando ayudas a alguien, sacas lo mejor de ti mismo. El mes que viene
cumpliremos 33 meses juntos, y pienso en que yo tengo 33 años, y en que hemos
vivido en 3 países,… no os digo entonces que este es mi tercer disco, ni que
tengo publicadas 33 canciones. ¿Casualidad? No seré yo quien diga lo contrario.
Cuando uno quiere ver algo, si se esfuerza, lo ve. No sé si me explico. Laura
ha sido parte fundamental de este año, y de esta aventura. La amo.
Podría
hablar largo y tendido de mi experiencia en la Real Academia de España en Roma,
de la institución, del programa de becas y lectorados, etc. Optaré por no
hacerlo. Es una lástima que no se aprovechen más y mejor, las infraestructuras
de las que dispone y el presupuesto con el que cuenta. El personal es amable,
pero sólo con amabilidad no se riegan las plantas. Cuando uno tiene la
comodidad de saber que tendrá una recompensa sí o sí, más allá de su trabajo o
esfuerzo, hay quien cae en la autocomplacencia y no se gasta en entregarse al
trabajo, se relaja y se deja estar, y así, por muy grande que sea la empresa o
la institución, se la condena a la desidia y el fracaso más absoluto. Visto lo
visto, trabajé demasiado, y ¿Saben qué? Lo volvería a hacer. El proyecto que
terminé y que felizmente pude publicar este pasado verano, me quedará para el
resto de mi vida, es más, quedará por siempre. Y no hay nada mejor que sentir
que hiciste lo que querías hacer, como querías hacer, y tal y como soñaste.
Tengo un disco maravilloso, que me gusta, y que puedo mostrar sin reparo, es
mío, me salió de dentro, cuidé cada detalle, y como decía antes, quedará para
siempre.
Hoy
me encuentro en mi querida ciudad de Vigo, trabajando con ese disco y con los
amigos músicos que desde hace montones de años han venido colaborando conmigo
bajo el seudónimo de “los niños perdidos”. Ellos contribuyeron y disfrutaron de
todo esto como yo, bueno, tanto no, porque como digo, yo viví día tras día esta
obra titulada “filias y fobias” y que habla precisamente de eso, de aquello que
te satisface, te apasiona, te agrada, y te llena, y de todo aquello que por el
contrario te genera miedos, dudas, insatisfacción, animadversión. No he pensado
mucho en el futuro. Se terminó mi experiencia italiana sin haber aprendido apenas
italiano (asignatura pendiente), pero soy consciente de que he sacado más que
una obra artística de todo esto. Por un lado me ha unido muchísimo a Laura. Sé
que es algo que ninguno olvidará jamás. Por otro lado, he conocido mucho más a
fondo una de las ciudades más interesantes y bonitas de este mundo. Me he
enriquecido culturalmente; con la historia, con la gastronomía, con el idioma,
con las tradiciones italianas, etc. A mayores saco varias conclusiones de mi
paso por la Academia, en cuanto a la gestión de proyectos culturales, la
organización de eventos, la difusión y exposición de obras artísticas, las
formas de mostrarse o posicionarse, y sobre todo, creo que se ha consolidado y
fortalecido mi visión de mi papel como artista y como músico. Me conozco mejor,
y me respeto más. Cosas que uno no sabe que necesita hasta que las descubre. He
aprendido a ver las diferentes capas de una misma cosa, a que cualquier
situación puede ser observada desde puntos de vista muy diversos y a que mi
cordialidad -muchas veces mal entendida- se confunde a veces, con debilidad.
Menos pusilánime y mucho más incisivo. Claro como el agua. Llamar a las cosas
por su nombre es una gran virtud, y estoy aprendiendo de a poco en ese sentido.
¿Desde
dónde escribiré las próximas páginas de mi diario? No tengo ni la más remota
idea. No sé qué pasará a partir de ahora. Sé que tengo disco para rato, que he
apostado por esto y que lo voy a defender allá donde vaya. Me representa y hay
una buena parte de mí ahí dentro que voy a compartir con quien quiera
escucharme, igual que hago con esto con quien quiera leerme. ¿Sabéis que llevo
diez años escribiendo todos los meses en este blog? No se puede decir que no
sea fiel a según qué cosas. Lo bueno de todo esto es cuando algún viejo amigo o
amiga te dice que eres esa persona que se encuentran años más tarde y sigue tal
y como la recordaban, persiguiendo sus sueños y manteniendo sus valores y sus
principios, reconocible. Eso, dicho desde el cariño y el afecto, es precioso.
Nadie dijo que fuese fácil, por descontado.
La
vida es maravillosa. Me gustaría seguir aprendiendo. Imagino que será tarde,
luego, cuando tienes todas las herramientas resulta que ya eres mayor, mucho
más mayor, y al igual que ahora me gustaría tener veinte y saber lo que sé,
diré lo mismo dentro de unos años, cuando asome la cuarentena. Y quien me lea y
esté en esas lides, asentirá con la cabeza en este preciso instante. Igual que
por desgracia siempre hay alguien leyendo La Razón, confío en que haya alguien
leyendo esto, y si no, siempre me queda el recurso de pensar que puede serme de
utilidad para cuando lo relea yo mismo, algo que siempre digo que voy a hacer,
pero rara vez hago. Estoy demasiado ocupado viviendo. Este maldito síndrome de
Peter Pan me hace creer que tendré tiempo para todo ¡Cómo me dejo engañar! ¡No
habrá tiempo para nada! Y ojalá siga pensando eso, porque significará que estoy
tan entretenido viviendo y experimentando que no tengo ni un minuto que
regalar, ni siquiera a esas grandes empresas que tan bien pagan a alguno de mis
amigos y a la que ellos se entregan a cambio de un dinero que les permite según
ellos “vivir de lujo” los días que su jefe decide que tienen libres. ¡Qué
lástima que ellos no sepan aún que son libres todos los días, todo el tiempo!
Hasta
la vista!
Samuel
Leví