09.- No, no soy tu bananita dolca (parte III de IV)
Buenos Aires, 13 de marzo de 2012
[...esto es una continuación de la entrada anterior. Este capítulo se hizo un poco más largo de la cuenta...]
[pueden encontrar todos los capítulos de este diario en la etiqueta "personal" (columna de la derecha)]
Me faltó por explicar lo de la comisaría de policía. Resulta que debía solicitar allí otro certificado conforme vivo donde aseguro vivir. La policía lo “comprueba” de manera sui generis y te registra. El documento te lo llevan a tu domicilio al día siguiente al que lo solicitas previo pago de 10$AR. Ya lo había solicitado antes así que hice la gestión el mismo día que había acudido a Migraciones a por mi visa de estudiante, y en el que había tenido el problema de no poder obtenerlo porque supuestamente ciertos documentos vencían pasados un par de meses sin que nadie ni nada lo indicase. No me esperaba que nada raro sucediese pero por si acaso iba bastante susceptible de no permitir que me toreasen. Entregué mi pasaporte en regla, di los datos pertinentes y pagué. La mujer policía que me atendía no me cobró y me indicó que no tenía cambio. Este es quizás uno de los problemas y conflictos más estúpidos y recurrentes que he tenido en este país y que lo ridiculiza de forma alarmante. Existen billetes de 2, 5, 10, 20, 50, y 100 pesos argentinos. No hay billetes mayores ni menores a esas cantidades. Hasta ahí todo bien. Los 100 pesos equivaldrían a unos 33€ aprox. Hay dos clases de sitios; los que tienen cambio y nunca hacen raros con el tema del dinero; y los que nunca tienen cambio, y te tratan como si te estuviesen haciendo un favor por cobrarte y ganar ellos un beneficio. Que la comisaría de policía no disponga de cambio de un billete de 100 pesos en plena jornada laboral es para hacérselo ver. La cosa se puso tensa:
- No, no tengo cambio.
- Ah! ¡Qué lástima!
(Silencio incómodo. Nos miramos uno al otro. Nuevo silencio. Miro por la ventana. Ella mira a sus papeles y vuelve a verme. Llama a un compañero suyo)
- Oye! ¿Tú tienes cambio de 100?
(el hombre mete las manos en sus bolsillos y casi sin inmutarse…)
- No, no tengo nada.
(La policía me mira con aires de suficiencia)
- Nada. No tenemos.
(Busco en mi cartera y encuentro un billete de 50)
- ¿Y de 50? ¿Tendrá cambio de 50?
- No. No tengo cambio de nada.
- ¿No tiene cambio de nada?
- No.
(se asoma a la ventana y me espeta)
- Vete por allí a algún comercio a pedir cambio.
(Pincha en hueso)
- ¿Cómo? Perdone, no le he entendido bien.
- Que vayas por ahí, a preguntar a esos comercios o kioscos a ver si alguno te da cambio.
(la miro fijamente y con total tranquilidad y cara de muy pocos amigos)
- Adelante. Vaya. Aquí la espero.
(me acomodo en el asiento y me relajo. Ella esboza una sonrisa incómoda y noto que está a punto de estallar)
- ¿Qué…? ¿Qué ha dicho?
- He dicho que vaya a buscar el cambio y que aquí la espero.
(no se lo cree…)
- Noooo… ¡Yo no pienso ir a ningún sitio! ¡Vaya hombre! No hay cambio y no hay cambio. Si quiere cambio vaya a buscarlo. Yo de aquí no me muevo.
- ¿A qué hora viene el cambio?
- ¿Cómo a qué hora?
- Si. ¿A qué hora tendrá usted cambio? ¿A qué hora suele tener el dinero disponible para entregar el cambio a los usuarios?
- No hay cambio… no hay ninguna hora… es… no… el cambio que hay es el cambio que da la gente, con lo que pagan.
- Es decir que usted no tiene cambio.
- ¡No! ¡Ya le he dicho que no tenemos cambio!
- Claro, está esperando que el cambio se lo de yo. Muy bien, mire, ¿Tengo pinta de policía?
(la policía mira a sus compañeros con la complicidad de quien busca ayuda para salir de un embrollo)
- No ¿Verdad? ¿Quién trabaja aquí, usted o yo? Ni soy policía ni doy un servicio de certificados de residencia, es usted quien cobra un sueldo por hacer su trabajo, no yo. ¿Tiene papel? ¿Tiene el sello para hacerme el certificado? ¡Dígame!
(me mira atentamente esperando que termine mi exposición)
- Yo no le voy a traer el papel, ni la tinta, ni el sello,… esto es un servicio público y usted la responsable, así que haga lo que tenga que hacer para darme ese servicio que está obligada a dar. Yo estoy obligado a entregarle mi documento en regla, darle los datos, y pagar. Lo he hecho. ¿No me puede cobrar? No me cobre. Es su problema no el mío. ¿No tiene cambio? Adelante. Vaya a buscar el cambio.
(suspira y se inquieta en el asiento. El compañero que la observa no dice nada y atiende toda la escena. Yo me quedo muy tranquilo pero a la vez indignado de lo patético y lamentable que me parecen este tipo de cosas)
- Yo no voy a ir a ningún lado.
- Está bien. ¿Tengo que ir yo verdad?
(eleva sus hombros en señal de que le importa una mierda lo que pase)
(salgo de la comisaría y busco un sitio para comprar algo. Normalmente cuando sólo pides cambio casi nadie te lo da, así que me compro unas empanadas para comer y ya con el cambio regreso)
- Hola. Aquí tengo su cambio.
(le pago y me da el certificado. Entonces me vuelvo a sentar. Guardo toda la documentación, cierro la carpeta que llevo, mientras ella me mira expectante por lo que pueda hacer)
- Quiero presentar una reclamación.
- ¿Qué?
- Que quiero denunciarla.
- Pero… esto es increíble.
- No le estoy preguntando qué le parece, le estoy pidiendo que me dé el libro de reclamaciones algo a lo que tengo derecho.
- Pero… ¿Qué vas a denunciar?
- Voy a denunciar que he tenido que hacer su trabajo y que usted se ha negado a hacerlo, que no me ha brindado un servicio al que yo tengo derecho y que usted me lo ha impedido.
(Mira a su compañero, el compañero se acerca, le digo que quiero presentar una denuncia, saca de delante suya un libro oficial de quejas, y ella no sabe dónde meterse. Había tres denuncias en el mes. No me paré a leerlas pero me alegró ver que no soy el único que se queja si algo está mal. Las hojas correctamente selladas y numeradas y la reclamación efectiva. Mientras se sucedía esta escena dos personas más accedieron a la comisaría. La primera venía de su domicilio y decía que en dos días nadie le había llevado el certificado. La misma policía que me atendió a mí le comentaba que el repartidor estaba en ese preciso instante llevando certificados, y el señor insistía en que acababa de salir de su casa y no había nada de nada allí. Dijo que esperaría en comisaría hasta que el repartidor regresase, ya que la policía le dijo que estaba a punto de llegar. En aquella media hora no apareció nadie. La otra persona que entró –y esto me armó aún más de motivos- solicitó el mismo certificado que yo, y tampoco pudo pagar. Le preguntó a la policía que qué podía hacer ya que ésta no disponía de cambio, y le contestó como a mí. “vete por ahí a buscarlo”. La chica se molestó y masculló algo contra la policía, el país, y el gobierno… salió por la puerta y no regresó más. Puteada y sin el documento. Le iba a decir que se sumase a la causa pero no quise echar más leña al fuego. Si recojo firmas en un par de días lleno el cuaderno de quejas y quizás, sólo quizás, esa policía pase a vigilar puertas de colegios que espero que se le dé mejor que lo que hace actualmente, que tampoco es gran cosa)
Sí, lo sé. Uno lee este capítulo, que engloba principalmente mi mes de febrero y… ¡Madre mía! ¡Casi todo es un desastre! Aún así con todo no lo pasé especialmente mal. Quizás aburrido, quizás muy solo, sin clases, sin gente en el hostel, sin grandes planes, sin mucho dinero como para poder viajar, etc. Pero no perdí el tiempo. Me monté un plan diario, algo inconexo pero eficiente y creo que dentro de lo que cabe, puedo estar contento con los resultados.
[poco a poco se va resolviendo este capítulo pero aún faltan algunos detalles, por ejemplo de dónde viene el título. En unos días lo completamos. Estén atentos]
4 comentarios:
¡¡¡Queremos saber el por qué del "bananita dolca" !!!!!!
Igual este capítulo estuvo muy bien narrado =)
Besos!
Pato!! Gracias!!
Creo que es una de las pocas veces que he recurrido a recrear una conversación... no es fácil, ya sabes. En nada, sabrás cómo terminó. Tiene mucho valor para mí sentarme de cuando en vez a escribir las cosas que más me han afectado o llamado la atención de mi experiencia argentina, ya sabes, dentro de algunos años le echaré un vistazo y será curioso. También me sirve para que quien no me conozca, hoy o mañana, pueda acercarse un poco a mi mundo personal y entenderme mejor.
Simplemente genial!!! Un capitulo muy divertido, Sara y yo sentimos tu mal trago pero nos hemos reido mucho leyendolo. Y es que en realidad nos sentimos identificados. Sara se va a hacer seguidora oficial de tu blog. Y es que te podemos contar que cuando tuvimos que sacar el carnet de conducir de Florida. Llegamos a las oficinas sabiendo que podiamos sacarnos las licencias.Resumiendo fue así:
-Hola, buenos días veniamos a sacarnos la licencia de conducir. somo dos turistas residentes temporales en florira.
-Ah! pues no pueden sacarlas.
-Mire es que hemos consultado en internet y si podemos.
-Emm...bueno a ver que hago una llamada pero no se yo.
(dos minutos más tarde)
-Ah! pues si que pueden si.
En todos los lugares del mundo es igual...los funcionarios nunca saben nada, nunca quieren trabajar más de la cuenta.
En fin hay que seguir luchando...yo ya sabes como soy que paso de todo mnos mal que Sara ando por aquí con un poco más de sangre...jejeje
Te quiero meu...sigue así. Cuidate.
Nosotros entramos en Canada mañana de nuevo para quedarnos hasta Septiembre.
Un abrazo fuerte
Hermano!!
Cómo me alegra saber que lo has leído y que de algún modo lo hemos compartido. Estamos en el viaje... ya sabes. Me siento muy feliz por ti, y por saber que Sara está a tu lado. Eso suma mucho. Cambia todo, ya me entiendes. Una suerte que hayas encontrado una compañera tan buena. Esta semana aún estoy emocionado con el tema de Geno. Le estoy preparando algo, ya me conoces.
Saber que te quedas hasta septiembre es una gran noticia. Significa que ambos cumpliremos nuestros objetivos y nuestra palabra. Menudos!! Dijimos que no volveríamos antes de un año y lo vamos a hacer!! Eso también me lleva a pensar que estás bien, que te sientes a gusto, y no puede alegrarme más. Yo quiero proseguir aquí. Queda mucho por andar. Fantásticos los viajes que has hecho por estados unidos. Me encanta el mapa con las chinchetas rojas que tenéis en vuestro blog. Se parece horrores a los que salían en Indiana Jones... ¿Ves? Al final no exageré tanto con mi canción, ni cuando hablo de ti. No soy yo quien agranda lo que haces, eres tú quien se empeña en hacer pequeño cada halago que te doy.
Gracias por seguir cerca mía.
Te quiero, hermano.
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