09.- No, no soy tu bananita dolca (parte I de IV)
Buenos Aires, 13 de marzo de 2012
He vivido con mi madre montones de años. He vivido con tres de mis mejores amigos de la infancia en un piso del barrio de Argüelles de Madrid. He vivido en un colegio mayor universitario con cerca de 300 compañeros, primero únicamente masculino y luego mixto. He vivido en pareja durante un año, una experiencia que recuerdo con mucho cariño. He vivido en un piso compartido con estudiantes en Vigo, cumpliendo todos los clichés de lo que se presupone que puede pasar en un piso de jóvenes universitarios. He vivido en una residencia para artistas en La Habana, compartiendo con gente de diferentes países, y disfrutando de esa riqueza que se obtiene en el intercambio de culturas y de formas de entender la vida y la sociedad. He vivido en un hostel, compartiendo con turistas y residentes temporarios. He compartido en ocasiones habitación con desconocidos… ¿Y saben qué? Nunca he tenido problemas. No recuerdo ni una sola vez donde nada de todo esto me supusiese una mala experiencia, o un inconveniente grave, o me afectase de forma significativa. En general, creo que al revés, creo que el hecho de haber pasado por todas estas experiencias me ha nutrido y me ha enseñado mucho. Más tolerante, más respetuoso, más educado, más generoso,… son muchos los beneficios que creo haber sacado en limpio.
Me quedan realmente pocas situaciones que probar en relación a los distintos tipos de residencia y formas de convivencia, pero sin quererlo ni beberlo, este pasado mes me enfrenté a un reto mucho mayor, algo que ni siquiera había pasado por mi cabeza, y que se dio, sin más, de pronto, de forma inesperada; vivir en una habitación compartida con una desconocida. Una chica y un chico de países distintos durmiendo en dos camas contiguas, apenas separadas por un metro de distancia y sin conocerse previamente. Un gran hermano de lo más curioso. Paradojas del destino… se llama Natalia.
Sí, lo sé, ¡Mira que no hay nombres! Pues justo tenía que llamarse Natalia. Un día me hicieron llamar de recepción y Andy, el jefe del hostel, me comunicó que en unos días tendría nueva compañera de cuarto, que si aceptaba el reto, que si lo creía oportuno,… Me lo pensé y finalmente le di el visto bueno. Adelante. Probemos.
Natalia Sánchez, que es su nombre completo (lo digo para que no se confunda con Natalia Gª Poza, que quienes sepan más sobre mí, la registrarán como mi pareja durante tres años, y persona a la que quiero y admiro), viene de Colombia a Argentina a estudiar Diseño Industrial después de haber hecho (igual que mi Natalia), Publicidad y Relaciones Públicas. Tiene 22-23 años y pretende quedarse como un lustro acá. Vino al hostel por un mes, y a ella también le sobrecogía un poco la idea de compartir habitación con un chico, pero después de haber estado un mes juntos puedo decir que las cosas se dieron muy bien, que nos hicimos buenos compañeros, que charlamos mucho, salimos alguna vez a tomar algo, y mantuvimos una relación genial. Me dio pena que transcurrido el mes se fuese, pero había apalabrado un apartamento compartido con otras cuatro personas, una habitación para dos chicos, y una habitación para tres chicas. Paga lo mismo que acá, pero el apartamento está muy bien y el edificio es una genialidad (según cuenta ella… que yo aún no he ido a verlo), además está en un buen barrio como es Palermo, en la zona de Plaza Italia, con muy buenas comunicaciones, así que… encantada. Me alegró conocerla, disfrutar de su compañía, y lo cierto es que llegamos a estar tan cómodos que ella no quería irse, y yo no quería que se fuese, pero en este tipo de aventuras, las circunstancias suelen cambiar cada poco así que es complicado afianzar relaciones. Con todo, espero que sigamos viéndonos y teniendo cierta comunicación. Para los más tendenciosos… no, no pasó nada entre nosotros. Únicamente amigos. Es más, creo que es algo que agradeció mucho, porque siempre me decía que era una de los pocos chicos que iba muy de frente y que actuaba con sinceridad. De película los momentos en los que nos cambiábamos uno de espaldas al otro para no vernos, porque al no tener baño propio en el cuarto, ir hasta el “baño” –si es que se le puede llamar así- era una auténtica molestia, así que hacíamos bromas y amenazábamos con vernos y girarnos mientras el otro se desnudaba.
Hasta ahora había pasado mucho tiempo solo. Siete meses en este hostel con un bagaje de 3 meses compartiendo cuarto y cuatro meses solo. Sobre el Maghandi Hostel, debo decir que he ido haciéndome más y más al sitio. No me he largado por vagancia, porque me supone un problema poner una fianza, fijar un aval, dar un depósito, quizás pagar una garantía… a veces hay que firmar por un tiempo determinado, etc. No quiero moverme del barrio, no quiero compartir habitación con más gente de la que ya comparto, no quiero perder más tiempo en labores de hogar, etc. Esto es bastante barato y tiene el aliciente de que vas conociendo gente, de que puedes aprender de los demás, etc. En verano, enero-febrero, se vació mucho, apenas quedamos 10-15 personas, pero ahora han vuelto algunas caras conocidas como la dupla Nieves-Mayan, o mi amigo antropólogo brasileño Aníbal con el que hablo mucho, además de otros compañeros como Macana (colombiano que hace horas en recepción y que sale con la argentina Julia y que llevan más de un año aquí), Juan (un chico que toca la guitarra de vicio pero que trabaja de friegaplatos en un restaurante y que tiene bastantes problemas personales, algo que lamento porque es un gran chaval), Sotero (uno de los más veteranos, hombre mexicano de edad adulta), Pablo (trabaja arreglando bicicletas y es el más veterano con casi 4-5 años acá) Douglas (que también lleva más de un año y que trabaja duro a la par que estudia), y también Maxi, Liz, Cecilia, y Damáris, una chica que me cae genial y con la que hablo de cuando en vez… si a todos/as ellos/as les sumamos, los/as turistas que van y vienen, uno no se siente tan mal, aunque nos separa una gran distancia personal a unos y otros, ya que es complicado formar amistades duraderas, pero sí que noto que poco a poco voy formando parte de la vida aquí, y me he convertido sin darme cuenta en un fijo en esta casa, en la que paso casi todo el día. Este no deja de ser un sitio de paso, pero ojalá que al menos quienes han coincidido conmigo se lleven y guarden un buen recuerdo de mi compañía, como yo espero tener de ellos/as.
¿Nadie vendrá a verme? Me da que no. Mi madre no pudo visitarme estos meses de vacaciones porque no se encontraba muy bien de salud, y porque el viaje no es un viaje cualquiera, es un viaje de casi un día, y pasar un par de semanas de turista aquí supone un gasto bastante desorbitado. Por desgracia no pudo venir. Me da pena que tampoco ningún/a amigo/a haya venido pero entiendo que la situación en mi país no está como para muchas fiestas, y que cada uno está con su historia particular y no ha coincidido, no se ha dado que ninguna de mis amistades haya podido programar un viaje para aquí. Aún me quedan al menos 5-6 meses así que sigue habiendo opciones porque lo cierto es que se hace duro no haber visto ni una sola cara conocida en todo este tiempo. Como si todo lo que era mi vida hasta el día que pisé esta tierra quedase en otro planeta, mucho más lejos de lo que en realidad está, y eso se debe a que uno necesita de cuando en vez un abrazo, una voz reconocible, un guiño de complicidad, una mirada familiar,… algo. Es cierto que a veces sienta bien empezar de cero, pero en mi caso particular, tampoco era esa mi necesidad ni mi deseo. Esto es un llamamiento a todas mis amistades; si alguien está planteándose un gran viaje, tengan en cuenta Argentina, ¡Aquí les espero! ¡Aquí me tienen! ¡Estoy deseando veros!
Algo que me he fijado que suele ser común en todas aquellas personas jóvenes que se marchan a vivir a otros países por un tiempo, es que unos y otros nos convertimos en expertos creadores de planes de futuro. Uno se visualiza a sí mismo en un futuro no muy lejano y parece como si de pronto rompiese a llover una cantidad infame de ideas geniales que no se sabe por qué no tenías cuando estabas en tu casa. Pasar del trote al galope en un quejido seco y violento. Los días no hacen sino alimentar ese deseo y esas ansias de conquista, de nuevas aventuras, como si el movimiento de la noria no cesase una vez te has bajado del caballito. La experiencia me dice que luego todo queda a cierta distancia de la realidad que vives una vez regresas a tu base, a tu ciudad, a tu punto de partida, pero ¿Por qué perder la ilusión? Es más, confío en que si se planifica bien, se pueden obtener grandes resultados. Algo así estoy haciendo. En mi caso todo se entremezcla mucho, porque mi profesión me obliga a pensar con muchos meses de antelación, y sobre todo cuando se trata de un proyecto discográfico es general la idea de que si quieres organizar una campaña en condiciones, ésta debe estar configurada con muchos meses de margen, así, artistas españoles que vendrán a argentina de gira, como Quique González, Leiva, Pedro Guerra, etc. Cuadran fechas con más de medio año de previsión. Luego ya habrá tiempo para improvisar, porque seamos realistas, siempre, siempre, se acaba por improvisar.

Cuando llegue el momento de regresar a España, previsiblemente a mi ciudad, Vigo, pondré en marcha mi nuevo proyecto musical, un tercer disco del que ya tengo más canciones de las que se podrán grabar, el estudio en el que quiero hacerlo, el productor, los “niños perdidos” que me acompañarán musicalmente, y un montón de material del que habrá que seleccionar qué forma parte de la alineación titular, y qué se queda en el banquillo esperando nuevas oportunidades. Me entretiene mucho trabajar en eso, me motiva, me crea ilusión y me llena de energías. Soy optimista porque creo que siempre podré mejorar lo que ya he hecho, principalmente porque no he dejado de aprender. Han pasado apenas 15 meses desde que publiqué “Y tú más!”, pero cuando tenga la opción de emprender el nuevo proyecto sé que lo disfrutaré como nunca. Esas ganas de más me mantienen feliz, motivado, y en pie. Voy a profesionalizar la propuesta, ampliando la instrumentación con la que cuentan mis canciones, adquiriendo un equipo de sonido completo para poder realizar actuaciones en casi cualquier sitio, y sobre todo, y esta será la novedad principal, formando un equipo humano de trabajo con el que estaré día y noche, y es que necesito más manos, ganarle horas al día, y días al calendario, y la única forma de lograr esto es con amigos/as que me ayuden, que se impliquen en el proyecto y lo hagan suyo. Solo no puedo avanzar mucho más allá de dónde he llegado hasta ahora. Es una de las conclusiones más importantes que he sacado durante estos últimos años; podemos llegar más lejos, pero harán falta más personas… además, me cansa y aburre estar siempre tan solo.
[Este capítulo no ha hecho más que empezar... espera el siguiente fragmento... quizás mañana]
[Si quieres leer los anteriores puedes encontrarlos en la etiqueta "personal" de la columna derecha]
2 comentarios:
Ya tienes productor??? mierda¡¡¡ porque me se yo de un Kamikaze que igual... jejejeje
un abrazo, que pena no poder ir a hacerte una visitilla
Si, había hablado con él al poco de publicar "Y tú más!" y desde entonces ha sido siempre mi primera idea. Hace poco pusimos varias cosas en común, y ojalá que más pronto que tarde se pueda sacar adelante.
Ni te imaginas lo mucho que me gustaría verte por aquí. En estos momentos tengo al gran Pablo López Cons por estos pagos, dentro de su gloriosa vuelta al mundo!!
Publicar un comentario