08.- La Teoría de la Invisibilidad (parte II de III)
Buenos Aires, 3 de febrero de 2012
[...esto es una continuación de la entrada anterior. Queda una última parte que cierra este octavo capítulo]
[pueden encontrar todos los capítulos de este diario en la etiqueta "personal" (columna de la derecha)]
La Teoría de la Invisibilidad tiene el peligro de que creas que los demás no te ven, que no estás, y en verdad todos noten tu presencia, es decir que puede volverse todo contra ti, incluso cuando quieres valerte de ella. Mi cara de asombro, el hecho de permanecer callado, me sirvió para asistir (un par de veces ya desde que estoy aquí) a conversaciones ajenas a mí que me dejaron muy sorprendido. Los niños tienen esa capacidad, la de voltearte todo de un momento para otro. Ver que niños de 6-7-8-9-10 años hablan de fútbol español y de política es algo asombroso ¿Cómo puede ser? ¿Cómo ese niño de 8 años sabe quien carajo es Afellay si hay gente en el Barça que ni se acuerda de que existe? ¡¡Me mataba de ternura!! Eran unos niños y niñas preciosos. Mientras sus madres tomaban café en el Down Town Matias de Belgrano R, al que acudo fielmente a ver todos los partidos del Barça, los niños y niñas debatían con una educación ejemplar sobre el fútbol español y el Barcelona. Su acento argentino y su rostro angelical hacía que diesen ganas de abrazarlos y comprarles un helado a cada uno y ver el cariño con el que hablaban de los jugadores… uno se tapaba los ojos cuando las entradas eran muy duras… el otro se asustaba porque decía que habían lesionado a Puyol… y entonces las chicas completaban la tertulia con… ¿¡Política!? No puede una niña de 10 años hablar de política… ¡Escandaloso! Para bien claro… estaban preocupadas por la crisis, porque los políticos tenían que tomar medidas, comentaban sobre las huelgas ¿El derecho a huelga? ¡Las juventudes comunistas! No, de veras, estas no tenían nada que ver con todo eso, pero se atrevían a debatir entre ellas si era esto justo o no, qué estaba bien y qué no. Creí morir cuando le dijo: “pero todos tienen que tener derecho a una educación igual, la misma para todos los niños, no todos pueden pagar esas escuelas caras, nosotros sí, pero ¿Y los que no tienen dinero? Es normal que se manifiesten, tienen que decir lo que piensan para que les escuchen.” Iba a levantarme, aplaudir, y llorar, pero no quiero que me echen del país por escándalo ni que me veten la entrada al local por molestar a la clientela. Habría elevado con mis manos a esa chica y la pasearía por las calles dando discursos… ¿De dónde sale esa gente? Lo bueno, lo que más me gusta, y eso sí es algo maravilloso, es que noto una sociedad concienciada, segura, reivindicativa… se nota que las han pasado canutas, y es que cambiar 4 presidentes en quince días, y ver como uno huye en helicóptero del palacio presidencial debe ser algo que queda marcado, igual que el día que te dicen que tu dinero no vale lo que valía hasta ayer, y que no vale cuatro veces menos. Eso hace que no te quedes en tu casa haciendo zapping. Hace que hagas zapping a muchas de tus ideas y pongas las cosas en su sitio junto a tu hasta entonces desconocido vecino, que pasa a ser otro más como tú. ¿Y nosotros? ¿Hemos reaccionado en nuestro país? Va, empiezo yo. Yo digo… que no.
Me gusta salir de noche. Lo cierto es que siempre me ha gustado. En verdad lo que me atrae es la noche en sí misma, tanto es así que mi primer disco está ambientado en este mismo concepto. De ahí que prefiera trabajar de noche, componer de noche, quedar con mis amistades de noche,… ¡Y eso no quita para que también aprecie el día! Sólo que siempre me ha fascinado determinadas sensaciones que me evoca y que no me produce el día. Tiene, para mí, cierta magia. Nunca me ha importado el día de la semana que sea, cualquier noche puede tener su encanto. Al dar conciertos y dedicarte profesionalmente a esto, hay semanas que he podido estar casi todas las noches fuera de casa, eso no significa quemar pistas de baile ni ser fanático de las discotecas (aunque me gustan en un momento puntual), ni que busque oficios nocturnos, que por experiencia diría que son los que más desgastan y queman a quienes los desempeñan. Ni bebo alcohol, ni me drogo, ni fumo,… y aún así, me gusta la noche, porque una cosa poco tiene que ver con la otra, y es más, normalmente –y de esto pueden rendir buena cuenta mis amistades- suelo ser el que más tiempo dura, y más tarde regresa a casa. Y es que prefiero acostarme a las siete de la mañana que levantarme a las siete de la mañana. Así es.

A grandes rasgos la noche de Buenos Aires no difiere mucho de la noche en cualquier gran ciudad en la que he estado. Múltiples planes, montones de locales y garitos chulos a los que ir, y lo único que hace falta son ganas de pasarlo bien y disfrutar. Nada más. Como en cualquier sitio, puedes montarte un plan sin apenas dinero, o tirar de billetera si te sientes espléndido. Más música reggaeton de la que soy capaz de asimilar en una sola noche y mucho “chatmuyo”. Se nota el ambiente más caldeado que en otros sitios y el acoso y derribo suele propiciarse con facilidad.
Con Claudia Damerdjian (ya tardaba en aparecer mi amiga), fui a un sitio realmente curioso, aquí no más, al lado de casa, y que había observado con extrañeza por fuera, pero al que no había entrado. Resultó ser un centro cultural, -debería entrecomillar esto- budista. Conviene aclarar: Claudia sigue siendo mi amiga de más confianza aquí, la persona a la que veo cada diez-quince días y con la que tengo un grado de empatía grande. Los/as que habéis seguido este diario recordaréis que me ha acompañado desde el principio en esta aventura, así que hemos ahondado un poco más en conocernos bien y en saber lo que pensamos y queremos el uno y el otro. Ella, con sus 32 años, no deja de dar vueltas para buscar una especie de equilibrio, o de satisfacción personal que aún no ha logrado encontrar en ninguna actividad concreta, es decir, le falta quizás sentir que algo en concreto le mueve su mundo interior y le da un extra de motivación y felicidad que ansía. Yo creo que ni terapias, ni psicólogos, ni buda, tienen nada que ver, pero aún así la acompañé. Nos enseñaron el recinto –con un auditorio donde podría dar un concierto soberbio- y quedé maravillado del dinero que había allí metido para que la gente acuda a intercambiar impresiones… No se ven centros culturales así por los barrios, lo cierto es que además de grande, moderno, y de calidad, me sorprendió que pertenezca a una orden religiosa, o como diantres deba llamarle a eso. Muy amable la persona que nos atendió, pero infructuoso su empeño porque en ningún momento tuve ni la más cercana idea de acercarme al budismo. Es más, cuanto más me contaba, más me alejaba. Parece que el mensaje tampoco caló en Claudia que posteriormente no volvió ni siguió las directrices que le dieron para ir “entrenando su budismo”. Quedé alguna vez más con Claudia en este mes, y nos apoyamos y damos consejos, charlamos, y compartimos. Posiblemente una de las pocas personas a las que estimo de veras y con las que me siento yo mismo, aunque… hay que recordar que aún me conoce poco, y que apenas ha compartido conmigo cinco tibios meses.
Pocas caras nuevas este mes. Habiendo visto poco a los que ya conozco, tampoco tuve mucha opción de conocer gente nueva. Un par de chicas, mayores que yo en edad, y porteñas, bien posicionadas, y muy entregadas a tratar de escalar posiciones en sus respectivas profesiones donde llevaban años lidiando; abogada, oficinista, administrativa, funcionaria… Conversaciones variadas sobre montones de temas relacionados con el mundo en el que vivimos, la política, la economía, la sociedad,… plan adulto. Personas agradables y simpáticas. De entre ese par de personas que conocí esporádicamente, destaca Analía, la prima de Tomás de la que dije que hablaría, no obstante no hay mucho más que contar. Quedamos algunas veces, nos lo pasamos bien, y gracias a ella conocí una nueva localidad; Hurlingham. Cercana a la capital, es una zona de casas de estilo inglés, todas bajas, con finca, pileta (piscina), y mucha tranquilidad. No hay nada más que casas lindas, y verde. De herencia inglesa, es la municipalidad más pequeña de toda la provincia de Buenos Aires, algo que no sabía, como tampoco sabía que de ahí salieron grupos conocidos (se ve que de familias adineradas) del rock argentino como Sumo y Divididos. Para cerrar esto que comentaba de “sociabilidad y aperturismo” con gente nueva, decir que es una ciudad con tres millones de habitantes y una comunidad con doce millones más, es decir, quince millones de personas, aunque parezca lo contrario, a veces resulta muy complicado dar con personas con las que te sientas afín. Recomiendo ver la película “Medianeras”, que trata sobre esto.
[en pocos días subiré la tercera parte y última de este capítulo... ¡Queda poco! ]
2 comentarios:
Por favor... pero qué envidia me estás dando!!jajajaja... qué ganas de ir! lo cierto es que me has transportado directamente ahí tal y como lo has contado. Y Medianeras, ¿qué decir? que cuando ví el corto, hace ya años me enamoró y fue para siempre, ahora quiero ver la peli pero aquí nada de nada... le debo un post a la película. Mua!!
Vente cuando quieras!! Precisamente de visitas voy escaso así que... ya sabes, aquí tienes un amigo. La película está muy bien. Conseguí contactar con su director. Sueño con rodar un clip con él, aunque dudo que pase del sueño al hecho... veo pocas monedas y escasos billetes sobre mi escritorio...
Publicar un comentario