Hoy fue el día en el que… [nº 8]
… fui testigo directo de un asesinato
Lunes, 2 de junio de 2014
Cruce de la Avenida Córdoba y la calle Pringles en el barrio de Villa Crespo (Buenos Aires)
Sobre las 10:45am.
El estruendo del disparo me dejó helado. Ver el arma a menos de 5 metros de mí me inmovilizó por completo. Dos hombres se tiran al suelo. Otro, vestido con un uniforme de operario me mira y cruza por la senda peatonal ante la que estoy detenido con mi moto. Los tres se suben a dos motos que están a mi izquierda y aceleran huyendo de la escena del crimen por Avenida Córdoba en dirección contraria. Uno se sube casi en marcha a una moto donde ni siquiera tiene lugar.
Aún está latente la escena en mí y eso que han pasado diez horas. No supe qué decir ni qué hacer. No sé si me vio o no, pero me tenía delante de sus narices. Pensé que si me apuntaba con la pistola estaba muerto. En cuanto cruzaron el paso de cebra arranqué. No pensé en más nada. No sabía cuántos eran, ni qué había ocurrido, ni si me vería en medio de un supuesto fuego cruzado. En esos momentos no sabes nada, bueno sí, que estás en el lugar equivocado en el momento más inoportuno. Igual que en las películas de acción pero a golpe de lunes, a plena luz del sol, y sin ser capaz de reaccionar.
El hombre que vi en el suelo ha fallecido. Le pegaron un tiro en la cabeza agarrándolo por la espalda. Los ladrones (“motochorros” como aquí se les llama) pretendían atracar a un financiero que transportaba su dinero hasta una sucursal del Banco de la Nación situada a una cuadra de dónde yo estaba en la Avenida Córdoba. Paso a menudo por ahí. ¿Cómo te quedas luego de algo así? Pero no pienso tanto en mí como en su familia. Padre de una niña de 12 años, casado, fue a trabajar como cada mañana venía haciendo desde hace más de veinte años, sin tener ni la más remota idea de lo que podría llegar a suceder. Y a él no le tembló el pulso. Él cumplió con su deber y con su cometido... y lo ha pagado con su vida.
Lees a diario noticias escalofriantes, te asombras, te enojas, te asustas, te ofendes,... pero lo que de verdad me llama la atención es que pocas veces te sorprendes, y eso sí que es grave. Los delincuentes siguen en la calle. No robaron nada pero quitaron una vida. Mucho más grave me parece eso que todo el dinero que pudiesen pretender robar.
Todavía desorientado me quedé unos instantes en las cercanías mientras pensaba en qué hacer. En esa situación de caos uno no sabe exactamente qué ha ocurrido, y tienes miedo, claro que sí. Y el mal cuerpo ya no te lo quita nadie. Y la rabia tampoco, de veras, la rabia por lo injusto, lo injustificable, lo inhumano. La violencia gratuita. El estado del miedo. La inseguridad. Y te paras a pensar lo cerca que has estado de la tragedia. Nadie está a salvo. Esta noche, que duerma el que pueda.
Todo cobra una nueva dimensión cuando le pones nombre; Juan Orlando Castillo. Descanse en paz. Mi más sentido pésame a toda su familia, mis condolencias y respetos.
PD.- He publicado esta nueva entrega de la sección "Hoy fue el día en el que..." por la relevancia de la misma y el impacto que me ha provocado. Sé que os puede sorprender que lleve el número 8. Los artículos que quedan por publicar aparecerán próximamente. Para seguir la sección al completo, podéis hacerlo desde la columna de la derecha de este blog en el apartado "etiquetas". Es más fácil hacerlo que explicarlo.
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