Valoración: 6'5
Había visto el anuncio de ésta película anteriormente, en una sala de cine, esperando a que empezase otra, y me vinieron varias ideas a la mente, que luego, una vez vista la obra, no ha hecho más que corroborar; por momentos pareciese que su estreno en Argentina, hubiese estado relacionado con el horrible caso real que ha convulsionado el país en los últimos meses: la desaparición, y posterior descubrimiento del cuerpo sin vida, de la adolescente, Ángela Rawson. Ambas historias tienen ciertos parecidos, al menos de partida, tal y como se exponen los acontecimientos, de ahí que me llamase tanto la atención que con lo sensibilizada que estaba la ciudadanía con el caso de la jóven, sacasen una película que desgraciadamente tiene tantos puntos de encuentro. En Estados Unidos, luego de los sucesos del 11-M, cualquier mención, o imagen relacionada con las torres gemelas en las películas, era omitida, para no revolverle el estómago a más de uno. No dudo que todo se trate de una mera coincidencia, pero convengamos en que cuanto menos es una “lamentable” coincidencia. El anuncio de la película, no hacía más que suscitar el comentario “Ha sido Mangeri” (apellido del portero acusado del asesinato de la jóven Ángela en Buenos Aires, ciudad en la que también se desarrolla la película). La película tiene lugar en un edificio y nos habla de la desaparición de dos niños. Un matrimonio separado, un edificio, nadie ha visto nada, un portero, investigación policial,... La polémica está servida.
La idea es interesante, y cuenta con dos actores protagonistas capaces de llevarla a buen puerto; Ricardo Darín (mi actor argentino predilecto), y Belén Rueda (una de las caras más amables del star sistem español, agradable a todas luces, y con un enorme talento). La trama da demasiadas vueltas y lo hace demasiado rápido. La presentación e inicio, están muy bien armados. Luego, la película se enmaraña demasiado, y termina apurando el paso, en un final que deja demasiadas preguntas, y que hace que tengas que repensar bien, si en algún punto no han tenido algún error, o han dejado pasar algo por alto. Se rizó el rizo, que se suele decir. En exceso, añadiría.
Pienso que Darín lo hace todo en esta cinta, o lo intenta. Su trabajo es realmente bueno, pero no basta. Terminas preguntándote, qué es lo que ha fallado, porque hay algo que no acaba de cerrarte, de estas películas en las que todo está correcto, pero que no te enganchan, porque por alguna parte chirrían. Quizás no haber dejado tiempo para fidelizarse con el personaje y sufrir en tiempo real con él, y que ésto sea fruto de un proceso, que en la película se aturulla demasiado, como queriendo engrandecer la historia, sin darse cuenta que en los detalles, en los gestos, en lo más básico es dónde precisamente el espectador podría sentir más la tragedia, el drama, de la otra forma... parece una película, y estoy convencido de que esa no es la idea, la idea parece ser la de mostrarnos la desesperación de un padre que ha perdido a sus hijos y que no sabe cómo encontrarlos y recuperarlos.
Belén Rueda está bien, correcta, pero tampoco consigue introducirse del todo en su papel, y es más bien el guión el que la mueve de un lado para otro, sin que eso se trasmita a través de las sensaciones que evoca ella. Ahí queda deslucido de nuevo el guión, que debería haber definido mejor este personaje, aunque prefiere jugar siempre a darnos pistas falsas, y a que nosotros mismos tratemos de jugar al poli y al ladrón, sin demasiado éxito.
Esta película tenía todo lo necesario para cautivar; buenos actores, una idea interesante sobre la que trabajar, pocas necesidades técnicas, dinero para promocionarse,.... ¡Cómo es posible que se hayan olvidado de fichar un guionista a la altura! Un padre pierde a sus hijos cuando éstos bajaban por las escaleras desde un séptimo piso. Él, que iba en el ascensor compitiendo con ellos por ver quién llegaba primero, se encuentra al llegar que no están, y el portero, allí presente, dice no haber visto nada. Da para película de suspenso, drama o incluso terror. Apetece. Luego la ves, y te llevas el palo. Es casi más entretenido jugar a pensar en diferentes historias que se te pueden ocurrir a ti, sí, a ti que estás del otro lado leyendo esto, de qué podría suceder en una situación así, y te conectas con ese padre aterrado, y quieres ver si él esconde también algo, y no sabes qué pensar, y se te ocurren mil cosas que tú harías, y quieres que la película responda a todas y cada una de tus ocurrencias, y al contrario, la única que te ofrece es: ¿Qué? Si, esa. ¿Qué? Porque están tratando de contarnos cualquier cosa, y encima lo hacen mal, como cuando uno se enreda en un chiste, y pierde toda la gracia, y da la sensación de que se lo está inventando todo sobre la marcha, y cuando se da cuenta ya no sabe cómo ponerle punto y final a todo el asunto, con cierta luz.
El final es apresurado, carece de emoción, y además de estereotipado, huele a burla. “Vamos terminando” parece decir alguien. Los diálogos finales son muy malos, y chirrían. Si fuese el final de un capítulo de una serie de abogados que se emite semanalmente desde hace cinco años, tiene un pase, es decir, nada del otro mundo. Pero si quieres redondear una película con un final de altura, este tiene un buen ejemplo de cómo cortar por lo sano, y dejar a los espectadores con la sensación de “no fue lo que me esperaba, creía que la película iba a ser otra cosa”
Del director Patxi Amexcua no sabía nada antes de ver esta cinta, y queda entre los misterios de la cinta el saber por qué en los carteles oficiales de argentina no aparecía su nombre, como si no quisiesen que se identificase el largometraje con la dirección de un español, por si eso les fuese a restar rédito, y prefiriesen erigir a Ricardo Darín como único estandarte de la obra, para así encandilar al público argento. ¡Cosas más raras se han visto! Me recuerda a esas cajas de cereales enormes, que luego traen dentro una bolsa más pequeña, que no se llena ni por la mitad con el producto en cuestión, que dices: “podrías haberlo metido en una caja la mitad de pequeña que estuviese llena, y no engañarme”. Ilusiones ópticas. Sujetadores con relleno. Humo. Examinando en IMDB, la mayor página web de cine del mundo, Patxi Amexcua, ya contaba con un corto y un largo antes de esta obra, valorado éste último con un 6'2, y su nueva producción con un 6'1. Me quedo con el hecho de que en ambas, él haya escrito la historia, y figure como guionista. Ya sabemos a quién echarle las culpas. Para mí, lo mejor que hizo fue conseguir el dinero para sacar el proyecto adelante, porque eso no es sencillo, más en los tiempos que corren, y sabiendo lo caro que es hacer cine y promoverlo. En hacerlo no gastó demasiado (o no debería, ya que más de la mitad de la cinta tiene una sola localización en la que no sucede nada trascendente que requiriese de inversión económica destacable), así que todo el billete tuvo que ir en promocionar esto. Hasta ahí todo bien. El problema va a ser cuando el público se siente en la butaca y descubra que no vale lo que han pagado.
Trabajar con niños en el cine puede dar grandes resultados, y éste es otro de los grandes batacazos de la película. Los niños, que tienen un peso fundamental en la trama, no existen. Su actuación no está, no se recuerda, ni sienten ni padecen. Mira que todos guardamos en la memoria montones de actuaciones soberbias de niños que nos han emudecido, echo reir, llorar, asustarnos... pues bien, llega un punto fatídico, en el que en verdad ya te dan un poco igual los niños de esta película, como a ellos parece darles igual aquí que allá, mamá que papá, el séptimo que el quinto, el garage o la azotea. Mal, muy mal, el trabajo realizado con los niños.
Hay un dato interesante sobre el peso de una figura de la interpretación como Ricardo Darín, tanto en argentina como en españa, y de los muchos seguidores que tiene. Con “Nueve Reinas” (posiblemente mi película argentina favorita, que recomiendo ver a quién no haya tenido la ocasión), apenas llegó a los 100.000 espectadores en sus primeros días en el cine, y tampoco con “Carancho”, o “Luna de Avellaneda”, otras dos grandes cintas. Sin embargo, hoy por hoy, esas cifras no dejan de escalar:
Séptimo 262.000
Tesis sobre un homicidio 208.000 (comentada en este blog)
Un cuento chino 204.000
El secreto de sus ojos 182.000 (comentada en este blog)
Elefante Blanco 150.000
El hijo de la novia 122.000
“El secreto de sus ojos” está entre mis películas favoritas, y “El hijo de la novia” me parece muy pero que muy buena. Justo los dos lanzamientos con los que más gente movilizó, y que he podido ver in situ en Argentina, no están a la altura de su fabulosa filmografía.
Como ven no soy el único que se dejó llevar por el hecho de contar con la dupla Darín-Rueda, ni por una buena sinopsis, con una idea general que apuntaba maneras. Ustedes que leen esto, decidan si desean comprobar si llueve o no. Yo les aviso, lleven paraguas.
Sinopsis de la película:
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