Buenos Aires, del 25 de julio de 2013 al 22 de junio de 2014
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Tocando en la Tetería La Papallona |
Vuelvo a escribir hoy luego de una buena temporada sin hacerlo. Dicen que es más fácil escribir cuando estás de bajón, porque los momentos felices se prestan más a celebrarlos lejos de la soledad de una habitación en penumbra, en la que uno se refugia para relatar lo mal que le vienen dadas, cuando le vienen mal dadas. Lo que no quería era dejar de lado esta buena costumbre de ir poniendo por escrito lo que se me va pasando por la cabeza, y por eso, aquí seguimos.
Me ronda la idea -y me insisten en ello voces autorizadas- de que escriba más a menudo. Tengo varias ideas en mente y nada de tiempo, conjunción catastrófica, porque con la escritura, como con otras artes, uno tiende a dejarse conquistar, y luego te das cuenta de que llevas horas y horas enfrascado en el asunto. Pasa también con las canciones. Hay canciones que compuse de corrido en apenas unos minutos, y canciones que me llevaron meses, algunas incluso abandonadas por años, hasta que encontraron lo que les faltaba para ser dignas de considerarse canción, término que no debemos regalar tan fácilmente, creo yo.
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Panorámica del náutico de Vigo. Obra de mi amigo Pablo Ferreira. www.flickr.com/pablokdc |
Me asalta la vieja idea de escribir un libro, faraónica tarea la verdad, y aprovecho para rendir pleitesía a quienes dedican años de su vida a dar vida a personajes por medio de las páginas de un libro, algo que cada día que pasa pienso que es más complejo y más laborioso, para lo poco valorado que a veces resulta. Tengo desde niño, trazados varios bocetos sobre lo que me gustaría escribir, una mezcla de novela policiaca con novela romántica, quien sabe... quizás algún día, aunque sé que cuando digo eso, no hago más que pasar palabra, apartarme de la responsabilidad que me supondría adentrarme en un proyecto de esa magnitud, con la consecuente sensación de que más allá del libro hay un precipicio, y más allá, la nada misma. ¿De qué viviría? ¿Quién va a querer comprar mi libro? Si me cuesta lo suyo lograr que alguien compre música ¿Cuánto menos un libro? A saber... Cuando equiparas ambas cosas te das cuenta que el libro es más barato de hacer, que posiblemente te lleva algo más de tiempo, pero que es más cómodo, que lo haces tú, a tu ritmo, en tu casa, etc. No hay tanta logística, tanta infraestructura, ni tantas llamadas que hacer, y que incluso fabricarlo no es mucho más caro, pero ¿Y luego? ¿Dónde lo vendo? ¿Aún hay gente que compra libros de autores desconocidos en librerías de barrio? Permítanme pensar que suena a hueco. Me da que el paisaje sería desolador, y ya conozco el sabor que dejan los comentarios ácidos de los seres queridos y los no tan queridos, cuando te ven desde las alturas de quien sabe que el día uno cobra un sueldo fijo, y que cada día a la misma hora, ha de presentarse en una oficina, siempre la misma por cierto, siempre tan huérfana de satisfacción y de aventuras, siempre en el bando contrario de dónde se posicionan tus fotos para el recuerdo, tus highlights, tus efemérides, tus anécdotas mil veces repetidas en los reencuentros anuales con los amigos que no ves desde hace un par de años, porque no pudieron ir a la pasada reunión, o porque se fueron a vivir a sudamérica y tardaron en volver porque conocieron a una cálida y ardiente venezolana-brasileña-colombiana-argentina,... es un suponer.
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Panorámica de la fuente de la Alameda en Vigo. Por mi querido Pablo Ferreira. www.flickr.com/pablokdc Aquí pasé mis primeros siete años, mi infancia. |
Escribir o no escribir, esa es la cuestión. Y mientras lo cuestiono escribo; escribo este diario como en su día escribí mi aventura en Cuba, y escribo sobre las películas que veo porque adoro el cine, y escribo sobre anécdotas curiosas de las que voy siendo testigo, y leo mucho, que también ayuda, y me mantengo informado y actualizado, que no es poco. Y he escrito algunas canciones, con la sensación de que podría tener trescientas si me diese por ahí, pero conforme con haber superado ya el centenar, que no son más que fotogramas de todo lo que me ha rodeado/sucedido en mi vida, y me entristece que apenas un pequeño porcentaje de estas hayan llegado a ser publicadas y estén al alcance de todo el que las quiera escuchar, porque eso de autoeditarse -que parece estar de moda para algunos- es lo que llevo haciendo desde que en 1997 le dijese al director de 40 Principales en Vigo, mi apreciado Salva Ronko (hoy director de 40 Principales Galicia... mañana España, pasado el mundo), que yo no quería hacer música para las discográficas, ni perseguirlas a ver si me daban una oportunidad, que en todo caso, fuesen ellas quien llamasen algún día a mi puerta si les interesaba lo que hacía. Luego, mucho más tarde, me di cuenta de que mejor si no lo hacían, y mejor si me preocupaba por buscar esas sonoridades y esas palabras que representasen lo que llevaba yo dentro, de la mejor manera posible, y con el traje más lindo que pudiese ponerles, sin mayores pretensiones que las de sentirme satisfecho y orgulloso con lo que firmo, y tratar de que quien lo escucha lo haga en las mejores condiciones de calidad.
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Noche de canciones con el maestro Alejandro Ferré |
Y mañana seguirán rondando las mismas preguntas de siempre ¿Qué va a ser de ti? ¿Qué será lo próximo que harás? ¿Conseguirás el dinero para llevar a cabo tus proyectos artísticos? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Le gustará/interesará a alguien? Y mientras las preguntas siguen cercándome alrededor la vida continúa, y uno trata de vivirla lo más dignamente posible, y como me recordaba siempre mi madre cuando era más chico; buscando ser cada día mejor persona, empresa conmovedora en los días que corren. Y lo pienso, y creo que es muy bonito lo que estamos construyendo Laura y yo, y me da la sensación de que en ese sentido ya ha habido un avance, un progreso, como un punto de madurez mayor, que hace que te plantees otras cosas, cambie tu orden de prioridades, y disfrutes de cosas más mundanas, más cotidianas, como esos minutos que a veces pasamos tumbados en la cama cuando nos encontramos en casa luego de haber pasado el día fuera, sea la hora que sea, “sólo unos minutos” bastan para llenarte de abrazos y de besos, y comprender que has llegado a casa, y sentirte en paz. Ya habrá tiempo de contar la batalla del día a día, de debatir, comentar, etc. Y todo eso que uno construye al lado de su pareja, por pequeño que sea, le da otro brío a la vida, créanme. He defendido desde adolescente mi idea de que en pareja se está mucho mejor, y lo sigo pensando. Fíjense que lo pensaba cuando no tenía y también cuando he tenido compañía. Y sigo sin creerme a quienes dicen que prefieren estar sólos. Que malas compañías han tenido que vivir, porque si no, no me lo explico. Más allá de un espacio personal, de los momentos agradables de soledad, de poder sentirse a gusto con uno mismo, de tener tu individualidad y demás, la verdad es que cuando ves desmembradas las pandillas de toda la vida, que en tu adolescencia llenaban cada hora de tu fin de semana y más, hoy por hoy, que peleas contra viento y marea por rescatar un par de horas para quedar con un amigo/a y ponerte al día luego de meses sin veros, tener pareja es clave. ¿Veis? ¿No es este un discurso un poco de treintañero? ¿Y qué creíais? ¿Que tenía 20 años? Sin irnos a los extremos, hay tiempo para todo, momentos para todo, y la verdad es que personalmente disfruto de la compañía de mi pareja en estos momentos y me da seguridad, comfort, apoyo, y placer, mucho placer. Quizás este párrafo se debe a que cumplo 1 año de novio, y la verdad es que de este tipo de festejos he tenido pocos, así que aún conservo la emoción de vivirlos. Y la sorpresa...
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Siempre dos entradas. Tengo dos tickets porque tú y yo.... "La gran Pedro Guerra" |
[a este capítulo sólo le queda una entrega para concluir. en breve lo subiré]