16.- Perdido como turco en la neblina (parte I de V)
Buenos Aires, 25 de julio de 2013
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Aquí, mostrando orgulloso mis entradas para varios conciertos, con mi mano lisiada. |
Me pedían el otro día que contase más detalles sobre diferencias culturales que uno se va encontrando al vivir en otro país. Resulta más sencillo de hacer al principio, recién llegas que cuando llevas viviendo ya cierto tiempo, de todos modos, es cierto que es interesante pararse a pensar en ello. Y precisamente, una particularidad del día a día argentino que me resulta curiosa, tiene que ver con los anuncios de ventas y alquileres de propiedades inmobiliarias que hay en las fachadas de los edificios de la capital. Cuando una agencia inmobiliaria cuelga sobre una terraza de un departamento o pega sobre una ventana un “se alquila” o “se vende” con el pertinente número de teléfono de contacto, luego, tiempo más tarde, si finalmente consigue alguien que lo quiera, sobre el anuncio inicial aparecen mensajes del tipo “alquiló” o “vendió”. Esta práctica está totalmente extendida para negocios inmobiliarios en Argentina, tanto es así que en ocasiones, puedes llegar a ver carteles con “reservó”. Imagino que esto atiende al hecho de tratar de crear en los susceptibles compradores la sensación de que uno debe apresurarse a firmar los contratos creando el miedo a que puedan perder “la oportunidad” que se les ofrece, y a la vez promocionar a la empresa inmobiliaria haciendo gala de su capacidad para conseguir llevar a buen éxito sus operaciones. La verdad es que me resultó siempre muy curioso. En España, que yo sepa, esto no es una práctica habitual, y lo cierto es que tal y como está el patio, nadie va a correr a comprar ninguna vivienda hoy en día, así que de poco serviría. Es más, tal y como es nuestro país, eso sólo daría juego a la eterna picaresca, y posiblemente la mitad de los carteles serían falsos, y los viandantes mucho más escépticos sobre la veracidad de dichas ofertas.
Ya entrados en materia, aprovecho para opinar, que desde que yo nací, aún estoy por ver, un momento en el que comprar una vivienda sea algo que cualquier trabajador medio pueda proponerse sin tener que hipotecar (nunca mejor empleado el término), el resto de su vida y de su carrera profesional. Creo, -como dicen los derechos universales y las naciones unidas- que toda persona debe tener acceso a una vivienda digna, y eso, sinceramente, es algo que no he visto jamás. Comprar un piso, antes, durante, y después de la crisis inmobiliaria española, era, estaba siendo, y es, un enorme sacrificio y una operación de altísimo riesgo. Los precios han bajado pero hemos de exigir que sigan haciéndolo hasta situarse en cifras que la mayor parte de la población pueda pagar, sin tener que jugarse el tipo ni el cuello. Hay sitio para todos, y casas para todos, y por cierto, un montón de ellas vacías. Hagamos uso de ellas. Es terrible ver ciudades fantasmas, barrios desolados, y pueblos abandonados, mientras veo en los noticieros gente que se queda en la calle, y habitaciones atestadas de personas hacinadas como buenamente pueden pagando ilegales mensualidades para subsistir en las grandes ciudades. El problema de la vivienda tiene fácil y rápida solución. Habrá que señalar a quien no quiere solucionarlo y a quien se opone a ello. He entrado en todas las webs inmobiliarias de los bancos y entidades financieras de nuestro país, y he visto las casas que le sustrajeron a todos aquellos que no podían pagarlas, algunas sin ni siquiera haber sido estrenadas, y aún desesperados por deshacerse de ellas, siguen manteniendo precios insultantes. No entremos en sus juegos. No se trata de que nos las regalen, se trata de que nos las devuelvan, o nos las vendan al precio que podemos pagar sin que nadie pierda, porque, no se engañen, aquí, siempre pierden los mismos.
¿Le parece bien si le doy el vuelto en caramelos?

Más curiosidades… ¿Qué hace un bidón vacío sobre el techo de un coche?
No es un chiste ni una adivinanza, es la pregunta que se haría cualquiera la primera vez que ve un coche aparcado y sobre él un bidón, una garrafa, una botella,… en muchos casos vacías, en otros un poco llenas, lo suficiente como para que no se vuelen a la mínima de cambio con un poco de viento. Al principio, el primer día que lo ves te sorprende. Luego pasas a no entender nada. Me picaba la curiosidad así que descifré el secreto. ¿Son coches estropeados que esperan ser reparados? No. Son coches en venta. ¿Y porque no ponen un cartel? Algunos sí ponen un cartel y un número, otros mantienen este código. Cuando ves un coche así, se supone que estacionado frente a algún negocio o bajo comercial, puedes acercarte al local y preguntar por su precio o por su dueño, y te darán las indicaciones. No sé… cuanto menos es raro, bastante raro, y a mi juicio un poco desfasado. Pones un cartel en un cristal, un teléfono, -tal vez un precio- y ya. #Argentinadas.
Sobre las elecciones poco que comentar. Un baile interminable de nombres y de partidos. De la inmensidad de carteles que pueblan las calles, no he visto ni uno que dé a entender que tiene una tendencia o ideología de derechas, según lo que se ve, es como si todos fuesen de izquierdas, lo curioso es la manera de entender la izquierda que algunos tienen, sin ir más lejos, el gobierno, encabezado por Cristina Kirschner.
Aquí, como en España, y en tantos otros países se nota que un par de partidos, -principalmente el que está en el gobierno- ocupan con su publicidad los mejores espacios, tienen los carteles de mayores dimensiones, e invierten la mayor cantidad de dinero en promoción y publicidad, mientras la mayoría del resto de partidos, manda a sus chicos a patear las calles y pegar los carteles con escoba, un cubo con cola de pegar, y muchas ganas y fe. Hay cosas que no cambian… El único detalle que sí me llamó mucho la atención es que la población está obligada por ley a votar y si no lo hacen son multados. Deben guardar su boleta conforme han votado, que les dan en el colegio electoral, durante los próximos meses. En caso de no haber realizado un voto, son castigados, además de con una multa económica, con el impedimento a realizar según qué diligencias en organismos oficiales. Y luego algún candidato agradecía la alta participación ¡Hombre, no me jodas! Había quien en internet se alegraba porque el día de los comicios se creaba un ambiente de gran participación ciudadana y cooperativismo… si están obligados desde luego que no se puede obtener ninguna lectura sobre la implicación ciudadana en la gestión política. El voto, debe ser un derecho libre, secreto, y universal. Obligar a la gente a que vote es, cuanto menos, una injerencia gubernamental en la independencia de la ciudadanía, a la que personalmente no encuentro sentido, más que el de siempre en este país, conducir a la gente. Y es que en estos dos años que llevo aquí, es uno de los rasgos más diferenciadores de este país, cómo el gobierno y el estado, trata de forma patriarcal a sus componentes, incisivo, y opresor en algunos casos. Crea enormes limitaciones al ciudadano de a pie, que se encuentra cada dos por tres con trabas gubernamentales para poder desarrollarse y desempeñarse. Si hablamos de economía es un escándalo, pero también pasa en otros niveles, como en este del que hoy hago referencia. El día de las elecciones se para el país. Si nosotros consideramos en España que los días de votación son especiales y “tranquilos”, en Argentina lo son mucho más.
Meada de mamut
¿Alguna vez os ha meado encima un mamut? Seguro que no. Imaginaros la situación ¡Qué panorama! Pues sí. Me paso el otro día. Fui al hospital Véz-Sarfield acompañado por la madre de mi novia –Graciela- y la pequeña sobrina –Sofía- que se portaron muy bien conmigo y me dieron mucho ánimo. Ellas no tuvieron nada que ver. Ni siquiera el buen doctor, que seguramente buscó lo mejor para mi salud y bienestar a largo plazo. Hice la radiografía pertinente (y van seis) y me confirmaron que sigo evolucionando favorablemente, como me decían de chico allá por la primaria, hasta que la EGB hizo estragos conmigo y mis aspiraciones rebeldes:
Te queda un mes más de recuperación.
Un mes más, bueno... 21 días más de espera. Lo sé, no es nada. Bueno, depende de cómo se mire. En general el mundo está patas arriba y nuestro país patas abajo así que hay otros Bárcenas y otras enfermedades mucho más avanzadas de las que preocuparse, como la corrupción y la mentira de la clase política como recurso y ejercicio político, pero hablando de mí, teniéndome en cuenta, pues la verdad es que me quedé un poco tocado por la noticia. Me había ilusionado con empezar el curso esta misma semana y arrancar con todas las pilas puestas y las fuerzas renovadas, tenía la idea de que volvería a recorrer las calles en mi moto, de que conocería nuevos lugares insospechados de la gran Buenos Aires con mi novia, y que me subiría de nuevo a los escenario para darle lustre a mis canciones de siempre, y apuntillar alguna nueva, pero no, nada de eso pasará por el momento. Habrá que esperar algunas semanas más, y seguir sintiéndome limitado, entorpecido, un poco débil, porque lo quieran o no, uno se ve débil, incluso feo si nos ponemos coquetos. No soy de estar mucho en casa, ni de quedarme quieto así que no lo haré, pero a ver si esto termina de una vez por todas. Aprovecho mientras para planear, idear, y escribir. Consumo cultura, me sigo formando, recojo ideas que me parecen interesantes, y me recupero más fuerzas. La vida sigue.
