Aute ya está en Albanta
Viernes 1 de mayo de 2020
“Yo sé que allí
Allí donde tú dices,
No existen hombres que mandan
Porque no existen fantasmas
Y amar es la flor
Más perfecta que crece en tu jardín
En Albanta.
Que aquí, tú ya lo ves,
Es Albanta al revés...”
L. E. Aute (Manila 1943 - Madrid 2020)
Me ha llevado casi un mes poder escribir esto. Dice nuestro refranero español eso de: “En este mundo no hay nada cierto, salvo la muerte y los impuestos”. Y aunque uno sabe que “a todos nos llega la hora”, cuesta horrores despedirse de aquellos que más quieres y/o que más admiras. Me hace pensar en eso de que leemos libros, escuchamos música, y vemos cine de muertos. ¿Lo habíais pensado? Es posible que muchos de tus ídolos estén muertos, pero un don que tienen las grandes personalidades y que no llegan a conocer, es el don de la posteridad, su manera de prevalecer, esa suerte de eternidad, que prolonga su estadía durante años, décadas, incluso siglos en la memoria colectiva de una sociedad. Por eso leemos a Shakespeare, escuchamos la obra de Bach, o nos deslumbramos con las pinturas de Rembrandt. Yo nací allá por el siglo XX y con la potestad que tengo sobre mis propias palabras y sabiendo que Errare humanum est, he de decirles que el 4 de abril se fue el mejor artista filipino ¿Del último siglo? Sepan disculpar mi desconocimiento sobre el arte en Filipinas, y el hecho de que ese día perecieron en España 809 personas, de las cerca de 25mil que nos han dejado en los últimos dos meses desde que Coronavirus se convirtió en nuestra palabra más buscada en google.
Eduardo, como le llamaban todos los amigos y gente cercana, (me cuesta horrores pensar en él en pasado), será recordado en nuestro país como Aute, uno de los artistas “españoles” más polifacéticos y pluridisciplinares que ha habido en el último medio siglo, y aquí hay varias cosas curiosas. ¿50 años de carrera profesional? Según él, no trabajó nunca. ¿Se imaginan? Así lo vivió. Esa fue una de las grandes enseñanzas que me dejó. Si haces aquello que te gusta jamás sentirás que estás trabajando. Toda tu lucha será con tu obra y contigo mismo. Nada más que eso. Hay pocas personas que tengan una obra tan prolífica como la suya, tan variada, y de tanta calidad y perfección. Y lo otro, es esa apropiación que los españoles con todo nuestro cariño hicimos de él y concretamente de su procedencia, dando por sentado que era uno de los nuestros, y por supuesto, él se dejó seducir por nuestro cariño sin renunciar jamás a su naturaleza filipina. Aquí se vivió casi toda su vida y aquí hizo historia.
Pintor, escultor, poeta, cineasta, músico,… Es curioso que siempre afirmaba que lo que más y mejor hacía era pintar, y en cambio ha pasado a la historia como uno de los mejores cantautores en habla hispana de la segunda mitad del siglo XX. Cantautor. El dichoso término. Escribía canciones, componía música, tocaba la guitarra y cantaba. Luego se subía a un escenario y lo juntaba todo. Parece fácil. Lo hacía con su nombre y apellidos; Luis Eduardo Aute. Con una coherencia, una honestidad, una sinceridad, una sensibilidad y un respeto absolutos por los demás, por quien le escuchaba, tanto, que hubo años en los que no quiso hacerlo abrumado por el éxito que habían tomado sus canciones. Hoy en día, con individuos que se esconden bajo pseudónimos de dibujos animados, nombres inventados (muchos en inglés para resultar más “cancheros”, más modernos, o vete tú a saber qué otra pavada), exponerte delante de los demás en nombre propio, dar la cara, y decir tu verdad, y ser capaz de conectar con los demás de la forma que él lo hizo, es algo sobresaliente e inspirador.
Eduardo ha sido hasta la fecha el artista que mejor me ha tratado y que más ha confiado en mí. Nos conocimos en Madrid cuando yo apenas tenía 20 años y recién llegaba a la capital con mi primera colección de canciones. En aquel momento ya era uno de mis máximos referentes pues yo reconocía abiertamente en entrevistas desde que empecé a los 15 años, que tanto él, como Silvio Rodríguez, como Pedro Guerra, habían sido mis modelos a seguir. Desde que nos conocimos empezamos una relación epistolar que se desarrolló durante tres o cuatro años. Aún guardo con cariño esas cartas, en las que siempre me animaba a seguir adelante y a enfrentar mis miedos. Siempre amable y desinteresado.
Aute quiso participar en mi carta de presentación
“Con mis propias manos”. Corría el año 2003. Y publiqué este texto que me regaló:
Me gustan tus canciones, Samuel... me gustan tus poemas... Y me gustan porque hay invención entre sus versos, porque hay, no sólo talento, sino necesidad de cantar para contar... ¿De qué sirve el talento sin la urgencia de cantar para contar aquello que se siente, aunque no se entienda por qué se siente o se deja de sentir... ¡Eso nunca! Andas buscando respuestas que no sabes si existen. Tal vez haya que inventarlas... Tú lo dices muy bien:
" Es cierto que no he encontrado mi sitio,
que puede que lo tenga que inventar"...
Al hilo de esta declaración de ¿principios? te parafraseo, amigo Samuel...
"por eso eres como un niño,
por eso eres canción,
por eso eres un sueño,
por eso eres como eres..."
Sigue así.
Un abrazo inventado,
Luis Eduardo Aute
Nunca olvidaré aquello. Me mantuvo en pie en momentos de debilidad durante un buen tiempo, y seguro que algo tuvo que ver en el hecho de que tiempo después me fuese a vivir a La Habana. Precisamente allí viajó él en estos últimos años a reencontrarse con su hermano del alma; Silvio, y a tratarse en un centro neurológico después de haber sufrido un infarto en 2016 que lo mantuvo en coma. Ahí estuvo el bueno de Eduardo, en ese limbo entre el amor y la muerte que cantaba él, pero la igualadora le dio la oportunidad de ver cómo decenas de artistas le homenajeaban en los siguientes años con conciertos multitudinarios, y cómo podía por fin, descansar junto a su familia, que bien merecido lo tenía.
26 discos de estudio, 4 discos en directo y 9 álbumes recopilatorios. Un total de casi cuarenta títulos en su discografía. Súmale 8 poemarios, 20 películas y más de 50 exposiciones de pintura. Y yo aquí, treintañero, desnortado ante los acontecimientos, confinado en este apocalipsis zombie con mascarilla y guantes, sin saber bien cómo salir del entuerto y empezando a preguntarme dónde quedaron aquellas ideas que uno tenía con veinte años que creía que cumpliría a los treinta; comprarse un piso, casarse, y bla bla bla. Pues será la hora de “inventarse las respuestas” que decía Eduardo y probar qué tal encajan.
Una anécdota que nunca he contado con respecto a mi relación con Aute:
En el año 2002, luego de conocernos y de que escuchase mis canciones, sabiendo que yo no tenía ningún disco publicado y en su más absoluta generosidad, me facilitó el contacto de su hermano José Ramón Aute, que por aquel entonces tenía o trabajaba en una promotora musical. Él tenía los contactos necesarios para poder introducirme en la industria musical y lograr que algún sello discográfico publicase mi primer disco y me contratase para pasar a formar parte del entramado y ser uno más de sus acólitos o sus esbirros, según se mire. Yo, ingenuo y rebelde ya con causa por aquel entonces, le envié el material casero que tenía grabado, a guitarra y voz, una pequeña muestra de canciones. Luego hablamos por teléfono semanas más tarde. Recuerdo bien aquella conversación; fue amable y atento, y me contó que le había gustado y que podía tener “salida”. Aunque me cayó bien, su lenguaje económico-financiero mezclado con la música y el arte me incomodaba un poco. Me propuso que crease una colección de unas diez canciones, a poder ser más cortas (mis obras suelen durar más de lo que los cánones de la industria musical ven como óptimo; menos de 4 minutos. Yo jamás escribo nada pensando en cuánto va a durar sino en lo que quiero expresar, y eso mismo me recomendaría Pedro Guerra años más tarde), y de temática romántica. 10 canciones cortas de amor. Esa era la consigna. Si preparaba eso, estudiaría si tenía opciones de trabajar para ellos y quizás me buscarían una oportunidad en algún sello.
Un año después hice una colección de canciones en la que participó Luis Eduardo con el texto que he puesto un par de párrafos antes, pero que poco o nada se parecía al mandado que había recibido. Sé que a Aute le gustó mucho porque así me lo hizo saber. Hice lo que quise como artista, y desestimé la oferta que por aquel entonces me había hecho su hermano. Envié un par de ejemplares a Aute (como hice con cada álbum) y uno para su hermano, pero no volví a tirar de aquel hilo, y en el 2004 publiqué mi primer disco de forma auto-editada, auto-financiado, y como promotor fonográfico como he continuado haciendo hasta el día de hoy, siendo así, el dueño del 100% de mi propia obra. Creo que, sin ser consciente, hay ciertos momentos que marcan el devenir de una carrera. Aquel tal vez fue uno. No sólo no me arrepiento de aquello, sino que me alegro muchísimo de no haber tomado aquel tren. Justo en ese momento, un año antes de la propuesta, había saltado a la fama Alex Ubago, con el que muchos veían cierto parecido físico, musical, y con el que además me separa apenas un año de edad. Eran años en los que la industria quería exactamente eso que parecía estar dándole resultado. No fue la última vez que trataron de vestirme ese traje. Habrá quien piense que fui estúpido. No le vamos a caer bien a todo el mundo.
Mi primer disco lo grabé con quien yo quise, en dónde yo quise, y lo hice a mi modo, y esa originalidad, esa impronta, la naturalidad que desprende, lo genuino y lo auténtico que fue, creo que aún hoy, al escucharlo y verlo en mis manos, lo sigue manteniendo vivo. Llámenme loco, pero estoy convencido de que Aute habría hecho lo mismo que yo, es más, si uno analiza su carrera se da cuenta de que muchas veces tomó ese tipo de decisiones basadas en su independencia artística.
Aquí puedes escucharlo:
https://n9.cl/turnodenoche
Aquí puedes comprarlo digital:
https://music.apple.com/es/album/turno-de-noche/611030352
Aquí puedes comprarlo en físico:
https://samuellevi.es/tienda/
Aún a riesgo de sonar muy estrafalario y fantasioso, confieso que siento una conexión muy especial con Eduardo que trasciende toda lógica pero que se alumbra con momentos muy particulares e inusitados. Como la mayoría de los que leéis esto sabréis, el nombre que le puse a los músicos que me acompañan y que colaboran conmigo, es el de “Los Niños Perdidos”. Para describir el porqué de esto, escribí lo siguiente en el 2015:
Los niños perdidos son los músicos y artistas que me acompañan en esta aventura. Más allá de lo profesional, me une a ellos una relación personal íntima, son amigos y amigas que han colaborado y contribuido conmigo para enriquecer mis canciones con su talento y su arte. Son seres queridos, compañeros de viaje, maestros de lo cotidiano. Sin ellos, yo no sería como soy. Siempre agradecido.
Les llamo Niños, porque tienen intacta la ilusión y la esperanza de divertir, entretener y emocionar sobre un escenario. Y Perdidos porque en esta profesión nadie se salva de haberse sentido así en algún momento; sólo y a la deriva.
Quizás no nos encontramos nunca, pero no dejamos de buscarnos.
Y también es un pequeño homenaje a Peter Pan, una de mis historias favoritas.
Peter Pan vive en el país de Nunca Jamás, una isla poblada por piratas, indios, hadas, y sirenas, y en donde vive numerosas aventuras fantásticas junto a sus amigos los Niños Perdidos.
El otro día, revisitando material audiovisual de Aute me encontré con una entrevista en la Fundación Juan March que dio en el año 2014 y que os recomiendo encarecidamente, en la que se presenta diciendo que es un tipo curioso, “metomentodo”, y en el segundo minuto dice:
El llamado “artista” padece una patología curiosa que es un poco el síndrome de Peter Pan. Son personas que no quieren crecer y que quieren seguir jugando. Para mí esto de mezclar colores, imágenes, escribir poemas… es una forma de seguir siendo niño y mantener la curiosidad. - L.E.Aute
Detuve el video y me quedé pensando mucho en eso. ¿Cuántas posibilidades hay de que dijésemos lo mismo y de que tuviésemos la misma percepción y usásemos la misma referencia? Sin que fuese consciente de todo esto, justo entre su declaración y mi texto, pasó algo que no olvidaré jamás: Colaboramos juntos cantando a dúo “El test de Rorschach” para mi tercer disco. Él grabó su parte en Madrid, con su hijo, y me la envió a Roma, a la Real Academia de España, dónde yo me encontraba.
“El test de Rorschach”: El famoso test de psicodiagnóstico me sirvió para hablar de lo que todos entendemos como el mal de amores. Me hacía gracia la imagen de un paciente sentado en una consulta y viendo siempre a su ex-novia en todas las láminas. Un recorrido por algunas de las cosas propias de quien vive obsesionado por la persona que quería y que le ha abandonado. Nunca antes había hablado con semejante lucidez de este tema. Quería incluir el tema de la máquina de chocolatinas y dulces porque siempre me han resultado curiosas. Jugar con la idea de que todas las noches te gusta tomar algo dulce antes de dormir, para irte con un buen recuerdo a la cama, y cómo no siempre salen las cosas como uno desearía. El tormento de verse sólo.
Aute, y su tesis vital sobre el erotismo, la pasión y el deseo, impregnan sin lugar a dudas todo mi disco “Filias y Fobias”, y en esta canción en concreto, creo que lo protagoniza. Le conté que me habría gustado hacer un video en el que él acude al psicólogo en busca de ayuda para superar el mal de amores y cómo atraviesa las 3 fases del desamor; negación, ira, y aceptación.
Escucha “El test de Rorschach”:
https://n9.cl/eltestderorschach
Al alba, Las cuatro y diez, La Belleza, Anda, Slowly, Pasaba por aquí, Una de dos, Rosas en el Mar, Sin tu latido, Alevosía,…
Parafraseándote… te fue la vida en ello, pero llenaste la nuestra. Nos queda la música, como bien cantabas.
De alguna manera
tendré que olvidarte,
por mucho que quiera
no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde,
y nada más, y nada más,
apenas nada más…
De alguna manera
L.E.Aute
Te recordaré siempre amigo.
Gracias por creer en mí y animarme.
Samuel Leví