
Nada más llegar a Madrid, nos fuimos directamente a Alcalá de Henares, a tocar en el Standard Bar, sitio en el que dos años antes actuó Russian Red, y que tiempo después declaró en una entrevista que este era el peor sitio en el que había tocado. Lo cierto es que el sonido cojeó lo suyo, pero lo peor no fue eso, sino que sólo estábamos cinco amigos, es decir, que si no llega a aparecer mi amiga Olalla -que casualmente venía de Vigo- con unas amistades, no habría habido más que un simpático con un par de copas extras y su chica. Según los borrachos de los bares, soy una estrella. Son mi público más fiel. A veces me la lían un poco pero es buena gente. Ayer me dieron de besos y me hablaron de fútbol, un tema muy recurrido desde luego. La cena, y Sergio y Keith (espero escribir bien tu nombre) que fueron de lo más amables hicieron que la velada no fuese mala, aunque me quedó pena de que no hubiese gente ¡Con la ilusión que le puse! Bueno... nada de hundirnos.
Por otra banda, decir que tanto Natalia como yo, estamos resistiendo como buenamente podemos. Por ahora la cosa no va, pero estamos esperando a esta semana de 5 conciertos, que por estadística alguno tiene que salir bien. Esperemos que así sea y disfrutar mucho, que es a lo que hemos venido, a por todas!!
Madrid es el caos. Circular por la capital es un horror, bien lo saben los que viven aquí. Una selva dónde nadie sabe indicar nada, donde no hay sitio donde aparcar, donde no hay posibilidades para llegar a dónde quieres si no es dando vueltas y más vueltas, en medio de atascos interminables. Un horror de sitio. No, esto no es calidad de vida, ni es agradable; es una mierda.