domingo, septiembre 20, 2020

Mi disco favorito: "Mano a Mano" - Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute




¿Cuál es tu disco preferido? 
Elige un sólo disco, tu favorito y explícanos por qué. 
Esa fue la difícil propuesta que me hizo La Ganzua.net unos días atrás gracias Xabier Sanmartin

Escoger un sólo libro, una única película, un plato de comida, una ciudad, una mujer, o un sólo disco es muy difícil. Me resulta muy complejo porque irremediablemente dejas fuera otros muchos que te fascinan. Es posible que ayer hubiese respondido otra cosa, y mañana también cambie de parecer, porque como digo no es fácil escoger entre tanto y tan bueno y porque los gustos también cambian con los años...a veces. 

Hice los deberes y he aquí el resultado: 

Para otro día dejo la reflexión que he estado haciendo sobre la importancia de la música que escuchamos de adolescentes. Varios estudios de las principales plataformas online de música afirman que dejamos de "descubrir" e interesarnos por conocer nueva música a los 32-33 años a nivel general. Y todos los indicadores (hoy en día se tiene más información que nunca antes) concuerdan en que entre los 13-14 y los 27-28 años es cuando consumimos más música. La importancia de la educación musical de los jóvenes me parece fundamental y le chupa un huevo al 99% de las personas. Dale, papi, dale.

Cantantes de hoy en día, sólo os pido una cosa: no hace falta que os presentéis cuando empieza la canción gritando vuestro nombre. Es una grabación que quizás tengamos que escuchar cientos de veces, no un concurso de la tele. Gracias.




Samuel Levi recomienda el disco que firman a medias Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute: Mano a Mano, publicado en 1993. 

"Para mí nunca hubo nada más poderoso sobre un escenario que la soledad de un artista acompañado únicamente por su instrumento, en este caso, voz y guitarra. Los silencios cobran tanto protagonismo como cada una de las notas que se escuchan. Todo en directo, frontal, auténtico, sincero, honesto. Un hombre expuesto ante miles de personas contando su verdad y siendo capaz de erizarte la piel y sobrecogerte al escucharlo por la trascendencia de cada una de sus palabras. 

Siempre me ha parecido el álbum más épico que se haya grabado. La plaza de toros de las ventas, usada para ofrecer un espectáculo artístico en lugar de para recrearse con el sufrimiento y la agonía de un animal indefenso. Dos de los autores de canciones en español más relevantes de todos los tiempos, unidos en una sola cita. 

La complicidad y la hermandad que destilan Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute es sublime y contagiosa. Quieres aprender de ellos, quieres participar, quieres aplaudir luego de cada tema. Para mí son los padres de la canción de autor. 

Tuve la suerte con los años de poder conocerlos, en el caso de Eduardo, de tratarlo y amigarme con él, y finalmente tener el inmenso honor de cantar a dúo con él una de mis canciones (El Test de Rorschach) en mi tercer disco “Filias y Fobias”. Le estaré siempre agradecido. 

Del disco no dejan de sorprenderme el impacto del directo, la impronta que deja la vivacidad que transmiten, el ambiente que se crea de que algo grande está pasando… y si, pasó, y quedó para la historia como uno de los encuentros más trascendentales de dos verdaderos genios de la canción, que cobra un protagonismo absoluto en éste disco, ya que tiene los mínimos adornos musicales y aún así se engrandece a cada tema. No se puede hacer mejor. 

Es una selección de muchos de los mejores temas que habían escrito allá por 1993. Un repaso a lo mejor de sus carreras, y claro, no necesitan mucho más que sus obras para maravillar. Uno soñaba con escribir temas así, que lo contasen todo, que tuviesen tantas capas, tanta carga en cada palabra… pero eso está reservado para unos pocos. 

Me habría encantado vivirlo en primera persona, por suerte tuve la ocasión de verlos juntos en concierto años después, y de escucharlos varias veces en solitario. Cambiaron mi vida totalmente, por supuesto, y están presentes en cada verso que escribo. 


Para no hacer de mi ícono pedazos, 
Para salvarme entre únicos e impares, 
Para cederme un lugar en su Parnaso, 
Para darme un rinconcito en sus altares 

 Me vienen a convidar a arrepentirme, 
Me vienen a convidar a que no pierda, 
Mi vienen a convidar a indefinirme, 
Me vienen a convidar a tanta mierda 


 Yo no sé lo que es el destino, 
Caminando fui lo que fui 
Allá Dios, que será divino 
Yo me muero como viví, 
yo me muero como viví" 


 (Silvio Rodríguez)" 



[Comentario escrito por Samuel Levi para LA GANZUA] 

DETALLES: Mano a mano es un doble disco que refleja el concierto de Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid,el 24 de septiembre de 1993. 

CURIOSIDAD: El show y el disco se abre con tres temas del añorado Aute: "Anda", "De alguna manera" y "Las cuatro y diez".


viernes, julio 03, 2020

Comentario de la película: "La noche más oscura"



Valoración: 6



Kathryn Bigelow se propuso el enorme desafío de concentrar en una película la búsqueda de Osama Bin Laden, ni más ni menos. Todos sabemos ya el final de esta historia antes de empezar a verla y eso hace que tengas que ser muy, pero que muy bueno narrando una historia para que ésta te mantenga atento, o eso, o desconoces el suceso y simplemente ves la película a modo de documental, lo cual entraña enormes riesgos, porque en ningún momento hemos dicho que se trate de un documental, y nadie nos asegura la imparcialidad –ni siquiera el intento por hacer uso de ella- en este trabajo, que no deja de ser una investigación y una labor minuciosa por parte de una directora que ya había recurrido a una temática bélica y violenta en su premiada con 2 Premios OscarEn tierra hostil”. 


 
La primera mujer en llevarse el premio Oscar a mejor directora por la academia de cine en el año 2010, pretende sintetizar una década de investigaciones, acontecimientos, atentados, y conflictos políticos, en dos horas y media. Para mí gusto no lo consigue. Tengo todo el tiempo la sensación de sentirme dirigido, guiado, y todo ello sin demasiada inspiración. Me sentí como cuando tienes ante ti, uno de esos vendedores a los que desenmascaras desde la primera frase, y que sabes de sobra que tratan de venderte a su abuela si es necesario, y a los que dejas explayarse a gusto, sin dejar de tener claro que en ningún momento firmarás la compra por mucho que se empeñen... pues así me sentí. ¿Trata de ser el relato de una heroína? Espero que no. ¿Quiere enviarnos el mensaje de que “las mujeres también pueden”? Pues llega tarde, es obsoleto, e incluso prejuicioso. Por supuesto que pueden, pero ¿Quiere decir que fue una sola persona? Pues por momentos uno creería que sí. Muestran tan pocos argumentos, lo venden tan mal, reconocen sus malas artes, y se igualan a los que juzgan como enemigos con tanta semejanza, que uno está deseando que no encuentren lo que buscan, que no se salgan con la suya ¿Quiere decirnos que los americanos siempre ganan o que el bien siempre prevalece? ¿O quiere que empatemos estos dos conceptos? No tuve en ningún momento la sensación de que nada de lo que se mostraba fuese positivo, y si, lo sé, es un reflejo de lo que sucedió en realidad, así que… ¿Qué quieren que les diga? No me gustó el enfoque de la película.

¿Se lo están tomando en serio, o hay mucho dramatismo cinematográfico? ¿Están juzgando o están tratando de mantenerse al margen? ¿Por qué me resulta todo tan frívolo? Incluso los interrogatorios parecen demasiado recreados, muy coloreados. O se rueda con toda la crudeza y veracidad posible, o termina siendo una recreación subjetiva de un hecho histórico bien presentado pero carente de interés más que para quien no tenga la más mínima idea del caso, o a quien no le suscite ninguna opinión y se deje llevar por la propuesta que realiza la directora.

El guionista y productor Mark Boal, realizó un extenso trabajo de documentación y entrevistó a numerosas personas a las cuales mantuvo en el anonimato, pero a las que retrató lo más fielmente posible en la cinta, a través principalmente, del papel protagonista, una joven agente de la CIA, que trabaja en la búsqueda de Bin Laden. Ni ficción, ni documental, trata de ser una mezcla de ambos. Se agradece que hayan rodado incluso en el mismísimo Pakistán, y que se hayan tomado la molestia de trabajar in situ, en las localizaciones más próximas a los hechos, al igual que el uso de sofisticados artilugios que les permitieron entre otras cosas, grabar en la oscuridad con una alta definición de imagen y de forma muy fidedigna, aunque esto no reportó mayores mejorías a la obra de manera global, y quedó en anecdótico en las escenas finales.  


Insisten mucho en la proeza de la búsqueda, como si su objetivo fuese una lucha personal de superación, cuando en realidad estamos hablando de miembros de la agencia de inteligencia y seguridad más importante del mundo, con miles de millones de presupuesto, y con una misión prioritaria y central para un país como Estados Unidos de América, empeñado en localizar a un hombre al cual atribuir la responsabilidad absoluta de los actos violentos y los ataques que sufrió el país en el año 2001. El mensaje del miedo. Nosotros, haremos lo posible, encontraremos al malo, lo mataremos, y el mundo se salvará. En esta ocasión el extraterrestre que quiere acabar con el planeta es un tipo con turbante que se esconde con su mujer y otras dos familias en una casa de Pakistán. Por lo demás, volvemos a encontrarnos con el relato del héroe americano, ahora en la piel de una joven agente de la CIA que se sobrepondrá a las adversidades -principalmente burocráticas- y a las amenazas de muerte, para llegar hasta el final.

En entrevistas realizadas a Mark Boal reconoce que la idea era hacer un guión sobre el fracaso de la búsqueda de Bin Laden en las montañas de Tora Bora en Afganistán, pero que cuando ya lo tenía, la noticia de su muerte convulsionó al mundo y entonces tuvo que cambiar la historia. Del mismo modo reconoce que como neoyorkino, y vecino próximo a Manhattan, quedó impactado por lo sucedido en el 11-S y quiso escribir sobre ello y conocer más sobre la figura de Bin Laden, a quien en la película no le dan más que caza. La investigación de Mark debió ser toda del mismo color, porque no hay ni un solo momento en el que se comente nada desde el punto de vista del saudita. Nos dicen que le buscan, que es muy malo, que debe morir, y que harán cualquier tipo de salvajada con tal de llegar hasta él, matando a quien se interponga en su camino y cometiendo todo tipo de tropelías imaginables, eso sí, con muchos medios, mucho dinero, y muy buenas armas. Justicia infinita, o moderna, o algo así le llaman ahora. Ya puestos a entrar en materia, recordemos que este individuo fue formado por la propia CIA y colaboró con ésta en la guerra de Afganistán que provocó la salida de la URSS en 1989 del país Afgano.

Kathryn Bigelow y Mark Boal ya habían trabajado juntos en “En tierra hostil” y se nota, porque ambas tienen ciertos puntos de encuentro. El peor es que se hacen bastante lentas ambas. En esta hay muchos planos, escenas, y situaciones que ralentizan mucho el relato. La parte final con el asesinato a sangre fría de Bin Laden, es tan lento, que casi parece que fuese rodado en tiempo real, eso le da cierto realismo, pero para el espectador es sumamente aburrido. 

Cuando repasas entrevistas concedidas por la directora y el guionista enseguida distingues en ellos ese patriotismo enfervorecido que hace que todo sea visto a través de la lente de un norteamericano y de ningún modo puedas sentirte vinculado a ellos si no tienes sus mismas gafas. Dicen que la operación era secreta; obvio, en eso consiste una operación de un servicio de inteligencia como la CIA, en que sea secreto. También nos habla de la necesidad y efectividad de la tortura, y lo hacen de tal modo, de manera tan estandarizada, que tratan de normalizar lo que a todas luces debería ser un crimen. Luego, las reglas cambian, deja de ser una opción, y da la sensación de que hasta eso parece resultar una molestia. Vaya, que o estás de acuerdo con ellos, o te hacen sentir raro y todo. 

El propio guionista justifica no contarnos nada acerca del pasado o de las motivaciones del personaje principal. Simplemente está ahí. Actúa así y punto. Y aunque a él le parece que el único interés está en lo que sucede en la pantalla, lo cierto es que el espectador no traga con eso. Quiere saber qué motiva a uno a actuar de ese modo. Al final, ¿Qué resulta? Que tenemos una suerte de mujer robótica que está por encima del bien y del mal y que nos dirige a su antojo por una historia que no terminas de masticar.

En lo técnico hay un buen uso de la cámara en mano, que da mucha versatilidad a las escenas, sobre todo cuando hay cierta acción. Las cámaras digitales Arri Alexa, permitieron rodar con muy poca luz, dando un acabado granular a la imagen en las escenas finales, con un acabado diferente al celuloide, y también a lo que cabría esperar del digital. 

Entre las curiosidades, destaco una que me gusta especialmente: A la hora de rodar escenas en Chandigarh (India), ante la multitud de curiosos que se agolpaban, decidían hacer “falsos rodajes” y de este modo despistar a la muchedumbre, para mientras, poder llevar a cabo el verdadero rodaje en otro punto de la ciudad.

También les llevó su trabajo construir bloque a bloque una réplica exacta de la residencia de Bin Laden, que levantaron en Jordania, tratando de mantener en lo posible la mayor fidelidad con los planos y las imágenes reales con las que contaban en su documentación.

Cero simpatía por los personajes fríos y obsesivos que representan Jessica Chastain, Jason Clarke, o Kyle Chandler. Lo cierto es que lo que prevalece es la narración de la historia. La actuación de Jessica Chastain es la más importante y la central en esta obra, aunque no me entusiasmó en absoluto. No sé qué cuota de culpa tiene la actriz, y cuál el personaje que interpreta pero no me convenció.

Concluyes que ésta no es una historia de justicia, que no se pretende más que cumplir rendida cuenta a la obsesión, que todo se centra en un objetivo, en una meta, y que luego vendrá otra y otra, y otra más, y que sólo hay un color para dibujar el mapa, lo cual es muy grave. Todo vale si formas parte del club, si eres un seguidor más de la causa. Y podríamos concluir con aquello de así son las cosas, y así se las hemos contado, y no lo pienses más porque es así y porque yo te lo digo.

Poco diálogo, y con pocos nutrientes. Un desarrollo del personaje principal a golpes, es decir, su evolución es a machete, pasando de la timidez de sus primeras apariciones a la voracidad de los últimos tramos de la cinta.

¿De dónde eres? Si eres norteamericano quizás te ponga el tema, si no, posiblemente esta película no te aportará nada de nada. ¿Quieres ver algo terrible? Recuerda cuando G. W. Bush dialogaba con J.M.Aznar con los pies sobre la mesa, o cuando leía un libro infantil a unos niños al revés. Eso es pavor.



Sinopsis en castellano:


viernes, mayo 01, 2020

Aute ya está en Albanta

Aute ya está en Albanta


Viernes 1 de mayo de 2020


“Yo sé que allí
Allí donde tú dices,
No existen hombres que mandan
Porque no existen fantasmas
Y amar es la flor
Más perfecta que crece en tu jardín
En Albanta.

Que aquí, tú ya lo ves,
Es Albanta al revés...”

L. E. Aute (Manila 1943 - Madrid 2020)




Me ha llevado casi un mes poder escribir esto. Dice nuestro refranero español eso de: “En este mundo no hay nada cierto, salvo la muerte y los impuestos”. Y aunque uno sabe que “a todos nos llega la hora”, cuesta horrores despedirse de aquellos que más quieres y/o que más admiras. Me hace pensar en eso de que leemos libros, escuchamos música, y vemos cine de muertos. ¿Lo habíais pensado? Es posible que muchos de tus ídolos estén muertos, pero un don que tienen las grandes personalidades y que no llegan a conocer, es el don de la posteridad, su manera de prevalecer, esa suerte de eternidad, que prolonga su estadía durante años, décadas, incluso siglos en la memoria colectiva de una sociedad. Por eso leemos a Shakespeare, escuchamos la obra de Bach, o nos deslumbramos con las pinturas de Rembrandt. Yo nací allá por el siglo XX y con la potestad que tengo sobre mis propias palabras y sabiendo que Errare humanum est, he de decirles que el 4 de abril se fue el mejor artista filipino ¿Del último siglo? Sepan disculpar mi desconocimiento sobre el arte en Filipinas, y el hecho de que ese día perecieron en España 809 personas, de las cerca de 25mil que nos han dejado en los últimos dos meses desde que Coronavirus se convirtió en nuestra palabra más buscada en google.


Eduardo, como le llamaban todos los amigos y gente cercana, (me cuesta horrores pensar en él en pasado), será recordado en nuestro país como Aute, uno de los artistas “españoles” más polifacéticos y pluridisciplinares que ha habido en el último medio siglo, y aquí hay varias cosas curiosas. ¿50 años de carrera profesional? Según él, no trabajó nunca. ¿Se imaginan? Así lo vivió. Esa fue una de las grandes enseñanzas que me dejó. Si haces aquello que te gusta jamás sentirás que estás trabajando. Toda tu lucha será con tu obra y contigo mismo. Nada más que eso. Hay pocas personas que tengan una obra tan prolífica como la suya, tan variada, y de tanta calidad y perfección. Y lo otro, es esa apropiación que los españoles con todo nuestro cariño hicimos de él y concretamente de su procedencia, dando por sentado que era uno de los nuestros, y por supuesto, él se dejó seducir por nuestro cariño sin renunciar jamás a su naturaleza filipina. Aquí se vivió casi toda su vida y aquí hizo historia.


Pintor, escultor, poeta, cineasta, músico,… Es curioso que siempre afirmaba que lo que más y mejor hacía era pintar, y en cambio ha pasado a la historia como uno de los mejores cantautores en habla hispana de la segunda mitad del siglo XX. Cantautor. El dichoso término. Escribía canciones, componía música, tocaba la guitarra y cantaba. Luego se subía a un escenario y lo juntaba todo. Parece fácil. Lo hacía con su nombre y apellidos; Luis Eduardo Aute. Con una coherencia, una honestidad, una sinceridad, una sensibilidad y un respeto absolutos por los demás, por quien le escuchaba, tanto, que hubo años en los que no quiso hacerlo abrumado por el éxito que habían tomado sus canciones. Hoy en día, con individuos que se esconden bajo pseudónimos de dibujos animados, nombres inventados (muchos en inglés para resultar más “cancheros”, más modernos, o vete tú a saber qué otra pavada), exponerte delante de los demás en nombre propio, dar la cara, y decir tu verdad, y ser capaz de conectar con los demás de la forma que él lo hizo, es algo sobresaliente e inspirador.



Eduardo ha sido hasta la fecha el artista que mejor me ha tratado y que más ha confiado en mí. Nos conocimos en Madrid cuando yo apenas tenía 20 años y recién llegaba a la capital con mi primera colección de canciones. En aquel momento ya era uno de mis máximos referentes pues yo reconocía abiertamente en entrevistas desde que empecé a los 15 años, que tanto él, como Silvio Rodríguez, como Pedro Guerra, habían sido mis modelos a seguir. Desde que nos conocimos empezamos una relación epistolar que se desarrolló durante tres o cuatro años. Aún guardo con cariño esas cartas, en las que siempre me animaba a seguir adelante y a enfrentar mis miedos. Siempre amable y desinteresado.


Aute quiso participar en mi carta de presentación “Con mis propias manos”. Corría el año 2003. Y publiqué este texto que me regaló:


Me gustan tus canciones, Samuel... me gustan tus poemas... Y me gustan porque hay invención entre sus versos, porque hay, no sólo talento, sino necesidad de cantar para contar... ¿De qué sirve el talento sin la urgencia de cantar para contar aquello que se siente, aunque no se entienda por qué se siente o se deja de sentir... ¡Eso nunca! Andas buscando respuestas que no sabes si existen. Tal vez haya que inventarlas... Tú lo dices muy bien:
" Es cierto que no he encontrado mi sitio,
que puede que lo tenga que inventar"...
Al hilo de esta declaración de ¿principios? te parafraseo, amigo Samuel...
"por eso eres como un niño,
por eso eres canción,
por eso eres un sueño,
por eso eres como eres..."

Sigue así.
Un abrazo inventado,
Luis Eduardo Aute



Nunca olvidaré aquello. Me mantuvo en pie en momentos de debilidad durante un buen tiempo, y seguro que algo tuvo que ver en el hecho de que tiempo después me fuese a vivir a La Habana. Precisamente allí viajó él en estos últimos años a reencontrarse con su hermano del alma; Silvio, y a tratarse en un centro neurológico después de haber sufrido un infarto en 2016 que lo mantuvo en coma. Ahí estuvo el bueno de Eduardo, en ese limbo entre el amor y la muerte que cantaba él, pero la igualadora le dio la oportunidad de ver cómo decenas de artistas le homenajeaban en los siguientes años con conciertos multitudinarios, y cómo podía por fin, descansar junto a su familia, que bien merecido lo tenía.


26 discos de estudio, 4 discos en directo y 9 álbumes recopilatorios. Un total de casi cuarenta títulos en su discografía. Súmale 8 poemarios, 20 películas y más de 50 exposiciones de pintura. Y yo aquí, treintañero, desnortado ante los acontecimientos, confinado en este apocalipsis zombie con mascarilla y guantes, sin saber bien cómo salir del entuerto y empezando a preguntarme dónde quedaron aquellas ideas que uno tenía con veinte años que creía que cumpliría a los treinta; comprarse un piso, casarse, y bla bla bla. Pues será la hora de “inventarse las respuestas” que decía Eduardo y probar qué tal encajan.


Una anécdota que nunca he contado con respecto a mi relación con Aute:

En el año 2002, luego de conocernos y de que escuchase mis canciones, sabiendo que yo no tenía ningún disco publicado y en su más absoluta generosidad, me facilitó el contacto de su hermano José Ramón Aute, que por aquel entonces tenía o trabajaba en una promotora musical. Él tenía los contactos necesarios para poder introducirme en la industria musical y lograr que algún sello discográfico publicase mi primer disco y me contratase para pasar a formar parte del entramado y ser uno más de sus acólitos o sus esbirros, según se mire. Yo, ingenuo y rebelde ya con causa por aquel entonces, le envié el material casero que tenía grabado, a guitarra y voz, una pequeña muestra de canciones. Luego hablamos por teléfono semanas más tarde. Recuerdo bien aquella conversación; fue amable y atento, y me contó que le había gustado y que podía tener “salida”. Aunque me cayó bien, su lenguaje económico-financiero mezclado con la música y el arte me incomodaba un poco. Me propuso que crease una colección de unas diez canciones, a poder ser más cortas (mis obras suelen durar más de lo que los cánones de la industria musical ven como óptimo; menos de 4 minutos. Yo jamás escribo nada pensando en cuánto va a durar sino en lo que quiero expresar, y eso mismo me recomendaría Pedro Guerra años más tarde), y de temática romántica. 10 canciones cortas de amor. Esa era la consigna. Si preparaba eso, estudiaría si tenía opciones de trabajar para ellos y quizás me buscarían una oportunidad en algún sello.


Un año después hice una colección de canciones en la que participó Luis Eduardo con el texto que he puesto un par de párrafos antes, pero que poco o nada se parecía al mandado que había recibido. Sé que a Aute le gustó mucho porque así me lo hizo saber. Hice lo que quise como artista, y desestimé la oferta que por aquel entonces me había hecho su hermano. Envié un par de ejemplares a Aute (como hice con cada álbum) y uno para su hermano, pero no volví a tirar de aquel hilo, y en el 2004 publiqué mi primer disco de forma auto-editada, auto-financiado, y como promotor fonográfico como he continuado haciendo hasta el día de hoy, siendo así, el dueño del 100% de mi propia obra. Creo que, sin ser consciente, hay ciertos momentos que marcan el devenir de una carrera. Aquel tal vez fue uno. No sólo no me arrepiento de aquello, sino que me alegro muchísimo de no haber tomado aquel tren. Justo en ese momento, un año antes de la propuesta, había saltado a la fama Alex Ubago, con el que muchos veían cierto parecido físico, musical, y con el que además me separa apenas un año de edad. Eran años en los que la industria quería exactamente eso que parecía estar dándole resultado. No fue la última vez que trataron de vestirme ese traje. Habrá quien piense que fui estúpido. No le vamos a caer bien a todo el mundo.


Mi primer disco lo grabé con quien yo quise, en dónde yo quise, y lo hice a mi modo, y esa originalidad, esa impronta, la naturalidad que desprende, lo genuino y lo auténtico que fue, creo que aún hoy, al escucharlo y verlo en mis manos, lo sigue manteniendo vivo. Llámenme loco, pero estoy convencido de que Aute habría hecho lo mismo que yo, es más, si uno analiza su carrera se da cuenta de que muchas veces tomó ese tipo de decisiones basadas en su independencia artística.

Aquí puedes escucharlo: https://n9.cl/turnodenoche
Aquí puedes comprarlo digital: https://music.apple.com/es/album/turno-de-noche/611030352
Aquí puedes comprarlo en físico: https://samuellevi.es/tienda/


Aún a riesgo de sonar muy estrafalario y fantasioso, confieso que siento una conexión muy especial con Eduardo que trasciende toda lógica pero que se alumbra con momentos muy particulares e inusitados. Como la mayoría de los que leéis esto sabréis, el nombre que le puse a los músicos que me acompañan y que colaboran conmigo, es el de “Los Niños Perdidos”. Para describir el porqué de esto, escribí lo siguiente en el 2015:

Los niños perdidos son los músicos y artistas que me acompañan en esta aventura. Más allá de lo profesional, me une a ellos una relación personal íntima, son amigos y amigas que han colaborado y contribuido conmigo para enriquecer mis canciones con su talento y su arte. Son seres queridos, compañeros de viaje, maestros de lo cotidiano. Sin ellos, yo no sería como soy. Siempre agradecido.

Les llamo Niños, porque tienen intacta la ilusión y la esperanza de divertir, entretener y emocionar sobre un escenario. Y Perdidos porque en esta profesión nadie se salva de haberse sentido así en algún momento; sólo y a la deriva.

Quizás no nos encontramos nunca, pero no dejamos de buscarnos.

Y también es un pequeño homenaje a Peter Pan, una de mis historias favoritas.
Peter Pan vive en el país de Nunca Jamás, una isla poblada por piratas, indios, hadas, y sirenas, y en donde vive numerosas aventuras fantásticas junto a sus amigos los Niños Perdidos.


El otro día, revisitando material audiovisual de Aute me encontré con una entrevista en la Fundación Juan March que dio en el año 2014 y que os recomiendo encarecidamente, en la que se presenta diciendo que es un tipo curioso, “metomentodo”, y en el segundo minuto dice:

El llamado “artista” padece una patología curiosa que es un poco el síndrome de Peter Pan. Son personas que no quieren crecer y que quieren seguir jugando. Para mí esto de mezclar colores, imágenes, escribir poemas… es una forma de seguir siendo niño y mantener la curiosidad. - L.E.Aute




Detuve el video y me quedé pensando mucho en eso. ¿Cuántas posibilidades hay de que dijésemos lo mismo y de que tuviésemos la misma percepción y usásemos la misma referencia? Sin que fuese consciente de todo esto, justo entre su declaración y mi texto, pasó algo que no olvidaré jamás: Colaboramos juntos cantando a dúo “El test de Rorschach” para mi tercer disco. Él grabó su parte en Madrid, con su hijo, y me la envió a Roma, a la Real Academia de España, dónde yo me encontraba.


El test de Rorschach”: El famoso test de psicodiagnóstico me sirvió para hablar de lo que todos entendemos como el mal de amores. Me hacía gracia la imagen de un paciente sentado en una consulta y viendo siempre a su ex-novia en todas las láminas. Un recorrido por algunas de las cosas propias de quien vive obsesionado por la persona que quería y que le ha abandonado. Nunca antes había hablado con semejante lucidez de este tema. Quería incluir el tema de la máquina de chocolatinas y dulces porque siempre me han resultado curiosas. Jugar con la idea de que todas las noches te gusta tomar algo dulce antes de dormir, para irte con un buen recuerdo a la cama, y cómo no siempre salen las cosas como uno desearía. El tormento de verse sólo.


Aute, y su tesis vital sobre el erotismo, la pasión y el deseo, impregnan sin lugar a dudas todo mi disco “Filias y Fobias”, y en esta canción en concreto, creo que lo protagoniza. Le conté que me habría gustado hacer un video en el que él acude al psicólogo en busca de ayuda para superar el mal de amores y cómo atraviesa las 3 fases del desamor; negación, ira, y aceptación.


Escucha “El test de Rorschach”: https://n9.cl/eltestderorschach






































Al alba, Las cuatro y diez, La Belleza, Anda, Slowly, Pasaba por aquí, Una de dos, Rosas en el Mar, Sin tu latido, Alevosía,…

Parafraseándote… te fue la vida en ello, pero llenaste la nuestra. Nos queda la música, como bien cantabas.

De alguna manera
tendré que olvidarte,
por mucho que quiera
no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde,
y nada más, y nada más,
apenas nada más…


De alguna manera
L.E.Aute




Te recordaré siempre amigo.
Gracias por creer en mí y animarme.

Samuel Leví