domingo, septiembre 02, 2018

¡¡De gira en México por 1ª vez!!








Me rondaba la idea desde hace tiempo, pero parece que por fin, un sueño que se cumple...
¡¡Me voy a México, cabrones!! ¡¡Padrísimo!!

Aquí os dejo la info de mi primer concierto allí por si conocéis a alguien a quien le pueda gustar y apetecer ir. Si me ayudáis a moverlo os lo agradezco porque apenas conozco a alguien y llegar solo y por vez primera a otro país siempre es complicado. Gracias!!!


Samuel Leví y Los Niños Perdidos
EN CONCIERTO EN MÉXICO!!!

Mercurian Entertainment Group trae desde España al cantautor Samuel Leví, que pisa por primera vez las tierras mexicanas presentando su proyecto con Los Niños Perdidos.

Invitado especial: Sebastian Romero

HOBOS Bar - 20 HRS
Plaza San Jacinto 23 - A, San Ángel
Ciudad de México

Entradas disponibles en:

Evento:


Sobre Samuel:

Con 3 discos de estudio y más de un centenar de canciones, ha ofrecido más de 450 conciertos en diversos países; ha sido premiado por el INJUVE en 2009 como el mejor autor novel de canciones de género cantautor, y posteriormente, en el 2015, con la prestigiosa beca MAEC-AECID que lo convirtió en el único músico residente a nivel nacional en la Real Academia de España en Roma ese año.

Entre sus colaboraciones se encuentran artistas como Luis Eduardo Aute y Pedro Guerra, recibido clases de Quique Gonzalez, y compartido escenario con Revolver o Javier Alvarez.

Escucha a Samuel Leví y Los Niños Perdidos aquí

Estamos en Twitter


jueves, julio 26, 2018

Comentario de la película: "El hobbit 2 - La desolación de Smaug"



Valoración = 7'5



La saga de Peter Jackson ha perdido parte de la frescura de su primera trilogía (3 Premios Oscar a la tercera parte, titulada: “El Señor de los Anillos: El retorno del Rey” de 2003; Mejor película, mejor guión adaptado y mejor director – que sumados a las dos anteriores hacen un total de 11 Premios Oscar para la trilogía), pero no deja de asombrarse uno con la maestría con la que el director neozelandés traslada la icónica obra de J.R.R.Tolkien a la gran pantalla, y cómo la acerca más si cabe, al gran público no tan entregado a la lectura y sí más a la butaca del cine. Más allá de la intencionada idea de prolongar hasta el límite soportable su afamada recreación fantástica, convirtiendo un sólo libro en tres películas, -de las cuales las dos primeras rozan, cuando no sobrepasan, las tres horas de duración... cada una-, con la consecuente triple recaudación taquillera, lo cierto, es que la película entretiene, divierte, está muy bien hecha, y deja en buen lugar tanto al elenco, como al resto de empleados vinculados con la empresa.

¡Qué impresionante pensar que J.R.R.Tolkien escribió esta obra en 1937 para sus hijos! La verdad es que la historia en sí es una verdadera obra de arte, y es que... ¿Quién puede resistirse al mundo del escritor británico? ¡Menuda imaginación! Magnífica su capacidad para relatar y crear personajes y aventuras fantásticas. Los niños disfrutarán y se asombrarán con la historia, y los mayores harán lo propio siempre y cuando se dejen sumergir en el particular mundo de la Tierra Media. Normal que estas historias tengas fervientes seguidores, y fanáticos expertos en los relatos, conocedores de todo tipo de detalles sobre la obra literaria que ya es leyenda y que no pasa de época, al contrario, se engrandece con los años.

Esta segunda entrega es a todas luces, más ágil que la primera. Más allá de los “números musicales” que contenía su predecesora, en esta ocasión el ritmo narrativo es mucho más ameno, y eso que el metraje es tremendamente largo, llegando a los 160 minutos de film. Hay más acción, por momentos rozando lo estrambótico y exagerado -algo que personalmente me disgusta- pero que ayuda a dar intensidad y vigor a la historia, y a establecer momentos de tensionados y por contra, momentos de distracción, que dotan de mucha vivacidad la película. Los decorados, la ambientación, los diferentes personajes que van apareciendo y entrando y saliendo del relato, las tramas que se crean entre unos y otros, y la sensación que flota en el ambiente de epopeya, de hazaña, consiguen que te sientas parte de la comitiva aventurera y que te dejes guiar por unos y otros sin que te cuestiones apenas nada, salvo las ya comentadas escenas de acción en las que en más de una ocasión se roza el esperpento ante la falta de realismo de las mismas. Sabemos que los buenos ganan y que los malos son muy malos y muy feos, pero al público adulto, esta excesiva canalización de roles le puede chirriar un poco, tanto en cuanto, se siente simplificado a la vieja historia de “corres menos que el caballo del malo”. Vaya por delante que se le perdona esto a la historia porque sabemos qué derroteros ha de tomar, así que no le vamos a pedir peras al olmo, y se comprende que es juez y parte del devenir lógico de la trama el que siempre todo termine saliendo bien, como solía decir Aníbal en la famosa serie “El equipo A” por allá por los ochenta. Pues, así, todo está en su sitio, y todo sucede como debe suceder.

Otro de sus puntos más cuestionables a mi parecer, es el triángulo amoroso que se produce entre los personajes del guerrero Legolas (interpretado nuevamente por Orlando Bloom), la bella Tauriel (Evangeline Lilly) y el enano Kily (Aidan Turner). Quizás es cosa mía pero... como que no me cuadra dentro de la historia, me parece un poco impostado, al menos tal y como nos lo presentan en la cinta. Digámoslo bien claro... el personaje de Orlando Bloom no aparece en el libro original de “El hobbit” así que ya por ahí, el director-productor-guionista se permite una licencia, que aumenta cuando crea el personaje de la bella Tauriel, y forma para más inri una tensión amorosa-sexual entre ellos, un tanto forzada.

¿Qué pasa si no he visto la primera parte de la trilogía? Y... entonces imagino que estarás un tanto perdido. No quiere decir esto que la película no tenga la suficiente entidad por sí misma como para merecer ser vista de forma independiente, porque verdaderamente sí es digna de tal considereción, pero es igual de cierto en que a nivel informativo, es casi que necesario que hayas visto primero la parte inicial para enriquecer la historia y no perderte buena parte de la aventura ni sentirte desorientado en cada diálogo. Así que en ese sentido, o entras en el mundo de “El Señor de los Anillos” o vas a tener la sensación de que estás más fuera que dentro de la sala de cine. No piensan en esto los creadores ya que cuentan con que más de la mitad del planeta sabe de qué va la onda, y el otro medio es susceptible de rendirse a sus pies y acabar por engancharse si es que aún no lo hicieron (sin ir más lejos... yo era uno de ellos, ya que no vi la trilogía de “El Señor de los Anillos” hasta un lustro después de que salió).

La historia, el atrezzo, los paisajes, los decorados, la música, las escenas de acción y aventura, los personajes, todo, en su conjunto y de forma global te engancha, más allá de las actuaciones, que pesan menos que en otro tipo de película, pero que están siempre a la altura y que han convertido a sus actores en ídolos de masas, si no lo eran ya, a la par que han contribuído a ensalzar sus carreras y a dotar de un título de reconocido prestigio a sus respectivas filmografías. Es el caso de Martin Freeman en el papel del jovel Bilbo Bolsón, o del excelente Ian McKellen como el mago Galdalf el Gris, de Richard Armitage como Thorin Escudo de Roble. No necesitan pues de actores o actrices con sueldos estratosféricos, porque la película va por otros derroteros, más allá -repito- de que las actuaciones estén muy bien realizadas.

Hay que felicitar a los equipos de trabajo de Jackson encargados de la digitalización del film porque lo cierto es que es un empeño sobresaliente. Da gusto. Mira que todo lo que suene a digital, muchas veces cae en la mediocridad, pero no encontrarás nada de eso en las películas de este director, porque si algo controla hasta el detalle es el conseguir que te olvides de que es real y que no, y esa tarea es loable. Cada detalle está cuidado, tanto que por momentos parece un videojuego a modo de aventura gráfica con el que podrías pasarte la tarde en un abrir y cerrar de ojos. Sólo se diferencia en que aquí, aunque también se te pasa la tarde, no puedes interactuar, pero por lo demás podrías bien engañarte pensando que formas parte de un juego, algo que hará las delicias de los más chicos.

Siempre le doy un énfasis especial a las buenas labores musicales de las películas, y en este caso, hay también que felicitar como corresponde a Howard Shore, por su buena mano artística. Da gusto. No la música, pero sí los efectos sonoros y visuales, así como el sonido fueron nominados en la pasada gala de los Premios Oscars, sin llevarse finalmente ninguna estatuilla a casa.

Casi todas las críticas se ponen de acuerdo en que Smaug, dragón al que todos temen y que escolta el tesoro que ansían recuperar los enanos, está muy bien creado, en un alarde compositivo por parte de los diseñadores de la cinta, algo que puestos a mirar con lupa la entrega, hay que reconocer como todo un logro.


Y tres horas más tarde... 

Al final te quedas sin saber casi nada, sin atar cabos, sin cerrar los círculos, y sin que las micro-historias a las que se hace alusión en este “episodio” encuentren cumplido fin, así que todo para la última entrega “Partida y Regreso” (aparentemente llevará ese título) para la que habrá que esperar otro año más y en la que se presupone tirarán la casa por la ventana, teniendo en cuenta que se preveía que esta trilogía desenvolsáse la friolera de 500 millones de dólares, lo que la convertiría en la más cara de todos los tiempos. Palabras mayores. Da lugar a otro tipo de debate, pero no es el foro adecuado ni el momento de atacar esto. Dejémosla botando, no más.

Ver “El hobbit: La desolación de Smaug” es una apuesta segura, no falla, no defrauda, no escatima en recursos. Perfecta si quieres ausentarte de algo porque te tendrá incomunicado en tu sala de cine más cercana durante buena parte de la tarde o de la noche. Ustedes mismos. Yo espero ya la siguiente entrega para ver cómo termina todo. He de reconocer, pese a mi pesimismo inicial, que tanto esta trilogía, como la de “El Señor de los Anillos”, son obras excepcionales que merece la pena ver, y que suelen ocupar un lugar destacado en la colección de películas que uno tiene en el salón de casa.




Sinopsis en castellano:


lunes, febrero 12, 2018

Tocamos por 1ª vez en la provincia de Córdoba (Argentina)



¡¡Nos vamos a la provincia de Córdoba (Argentina)!!

Es la 1ª vez que tocamos fuera de la provincia de Buenos Aires. En todas mis visitas a este país, por desgracia, nunca pude ir. Los que saben de esto, me han advertido de que el lugar me va a encantar, así que no puedo tener más ganas.

Estaré muy bien acompañado por estos dos "niños perdidos" que aparecen en la imagen y que se apuntan a todo sin dudarlo. Son buenos músicos, pero como amigos no tienen precio.

Evento:
https://www.facebook.com/events/793903407486725/

Anota:
Samuel Levi y Los Niños Perdidos en concierto:


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Jueves, 15 de febrero
Andamundos Hostel
Avenida San Martin 554
A partir de las 22:30h
Mina Clavero

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Viernes, 16 de febrero
La Bici del Ángel
Calle 27 de abril, 387
A partir de las 22:00h
Ciudad de Córdoba

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Agradecer al Centro Cultural España Córdoba por su apoyo y colaboración! Gracias por confiar en nosotros y apostar por la música independiente.

Si conocéis a alguien por esta zona, no dejéis de avisarles. Gracias!!

www.samuellevi.es


domingo, febrero 04, 2018

Te la quedo a deber - para Vicente Folgar "Cody MC"

Te la quedo a deber
a mi amigo Vicente Folgar "Cody MC"




Ayer me hiciste quedar como un idiota. No te llamé por teléfono porque no quise chocar de golpe con la cruda realidad ni rozar el ridículo de esperar que me contestases al teléfono. Sabes que estoy en Buenos Aires, y aquí, al otro lado del charco, a veces las noticias llegan con “delay”. Aún así te escribí un mensaje a tu móvil… ¡Como si fueses a responderme! Será verdad eso que cantaba Xoel López de que “los jóvenes mueren antes de tiempo”. Pero es que tú eres tan joven…


Estudiamos juntos en los jesuitas y en el conservatorio Mayeusis. Allí coincidimos con Gerardo Pérez. ¡Menuda clase! Gerardo era el estudioso, el aplicado, el que se las sabía todas. Tú el del talento. Yo peleaba mi cinco. Ahí nació nuestra amistad. Por aquel entonces me hablabas de tu grupo de metal; Kannon. Habíamos empezado el mismo año; 1997. Venías a verme al Teide tocar con mi guitarra española, y luego me hablabas de un mundo –para mí desconocido- de discográficas, agencias, managers, promotoras, y contratos. “Vinieron a vernos 4.000 personas a Salamanca, Samu”, me decías entusiasmado. Te quejabas de la industria, y de que ganabas el 7% de cada disco que vendíais, en la época en la que se vendían discos. Me enseñaste un camino y lejos de invitarme a recorrerlo, hiciste lo contrario, me advertiste. Eso hacen los buenos amigos, eso hace la gente noble. Me alertaste de los peligros y me mimabas, casi como si de un hermano pequeño se tratase. “Haces bien. Sigue así. No te vendas. Vales mucho. Tú puedes con todo tu sólo. ¿Qué clase de loco no bebe alcohol, no fuma y no se droga? Eres todo un personaje” – me decías.


Cuando se disolvió Kannon, por allá por el 2006, publiqué este artículo en mi blog:


Y te dediqué estas palabras:

“Kannon desaparece y con él uno de los grupos que más ha estado aportando desde mediados de la década de los noventa hasta hoy en nuestra ciudad. Aunque su estilo poco tiene que ver con el mío, siempre he apreciado su esfuerzo, su garra, sus canciones descarnadas, esa violencia que usaba Cody para referirse al amor y a su inevitable condición de creador. El joven que se encuentra a sí mismo sobre un escenario y que grita sus preocupaciones y sus tormentos. Se lo han pasado muy bien, han salvado los problemas juntos, han compartido más que con sus familias, han mantenido una vida muy distinta al de resto de gente de su edad, porque es difícil hacer lo que han hecho y no convertirse en unos auténticos imbéciles. Han conseguido salir airosos y dejarnos cuatro discos cargados de intensidad y de buena música. Me dijo Vicente, que para adelante, que con ánimo, que nadie se rinda ni se apene,…la música sigue sonando, está por todas partes”. – Octubre 2006


Antes de eso te había llevado a la radio, te había entrevistado para una revista en la que colaboraba y había grabado en tu casa una maqueta en cassette que por aquel entonces copiaba en cintas vírgenes y vendía entre mis amigos. Era mi “Capítulo 4” una colección de canciones adolescentes que aún guardo. Sobre ellas, me escribiste hace bien poco para decirme que para ti eran verdaderos himnos. No me la esperaba. Siempre he digerido con cierta dificultad las palabras de ánimo y de elogio. Acepto mucho mejor las críticas. Rara avis. Estabas entusiasmado recordándolas y me aconsejaste sobre producción. Tal y como te dije, mantengo mi promesa de que algún día publicaré un disco con mis canciones adolescentes. De verdad que sí, amigo. No olvidaré dedicártelo.


Nos vimos hace apenas unos meses cerca de tu casa en Travesía. Querías venir a verme en concierto. Habías escuchado mi último disco y no dejaste de tratarme bien, a pesar de que hacía tiempo que no nos veíamos. Me felicitaste y me propusiste que grabásemos un tema en tu casa. Querías vestirme con otros trajes.

“Quiero que hagamos “3 libras” de “A Perfect Circle”.

Perdonaste mi absoluto desconocimiento como hacías siempre. Nunca te vi faltón, agresivo, o crítico con los demás. Siempre motivador y siempre sumando.
Te la quedo a deber, Cody.


En ese último encuentro, me hablaste de tu compromiso político y de Teis. Para ti Teis era todo. Podía llegar casi hasta Castrelos. Tu barrio, tu música, y tu gente.

Fuiste uno de los primeros en ir a grabar un videoclip a los Estados Unidos. Recordamos juntos aquello. “No me gusta dormir más de dos días fuera de casa” – eso me dijiste. Eso y que no te gustaba volar, y tampoco la carretera. Te crecías jugando de local, aunque incidías en que siempre habían valorado más tu música lejos de la ciudad. “En el resto de España teníamos más éxito que en Vigo” – comentabas. Pasa siempre. Una lástima. Sólo nos reconocen cuando nos morimos. Jamás creí que se demostraría con tu ejemplo.


Dime que todo es una broma. Tengo un nudo en la garganta y una desesperación bárbara. Me duele horrores sentir que ya está, que la aventura terminó.


Este fue uno de los últimos mensajes que te envié, y me alegra que lo recibieses:
“No sabes cuánto me ha alegrado recibir tu mensaje. Tú me conoces de siempre. Estamos cosidos a un sueño parecido, a un arte semejante; hacer canciones. Te agradezco mucho tus palabras. Reconfortan ¡Gracias Cody! Saber que hay otra persona en un rincón del mundo llamado Vigo, que lo siente así, ... me da una alegría enorme. ¡Te aprecio mucho!”


Te llevaré siempre en el recuerdo amigo.
Hasta siempre, Cody.



viernes, enero 19, 2018

Sarta de casualidades; creer para ver


Canción: “Ac USA” 
Disco: “Y tú más!” 
Autor: Samuel Leví y Los Niños Perdidos

Foto de Jean Hernández // Diseño de Luis López, Chulavista

Puedes escucharla aquí:



Anécdotas e historias que se esconden tras una canción

Ha pasado algo extraño y curioso. Os pongo en situación:

En abril de 2006 compuse esta canción de la que hoy os hablo. Por aquel entonces vivía en La Habana, en la residencia para artistas internacionales del Instituto Superior de Arte, dónde nos juntamos varios españoles que a la postre terminaríamos convirtiéndonos en grandes amigos, tanto es así, que dos de ellos han formado parte de “los niños perdidos” desde aquel momento.

¿Cuántos años vive una canción? Hay quien dirá que son eternas, y quizás esté en lo cierto, pero también es verdad que una canción puede morir. Muere cuando nadie la escucha. Cuando ese diálogo que se forma entre quien la canta y quien la escucha se rompe. A veces quien la cantaba la abandona y la olvida, o mucho peor; la rechaza con el tiempo, se arrepiente de ella, se avergüenza de haberle dado vida, y entonces, si no viene nadie a salvarla del olvido, entonces sí, muere.

Entonces sí que tienen cierta edad las canciones, y todos sabemos que algunas envejecen mejor que otras, y que hay algunas que duran un verano, igual que hay otras que parecían perdidas y rejuvenecen de pronto como si atravesasen una segunda juventud.

Quizás vosotros no lo sepáis (no tenéis por qué saberlo), pero los autores independientes, que autoeditamos nuestros discos, los financiamos, y los vendemos, somos lo que profesionalmente se conoce como productores fonográficos. Como productor fonográfico tengo acceso a lo que pasa con mis canciones en esta gigante red de redes que es internet. El mundo digital en la industria musical vino a llevarse por delante todo lo conocido hasta la fecha, arrasando con todo, cargado de buenas promesas y mejores intenciones, y con la consigna de revitalizar un mercado -el musical- que estaba herido de muerte a principios de siglo. La desaparición de las discográficas sólo fue la punta de un iceberg mucho más grande. Lo cierto es que todo quedó en agua de borrajas y se entró en una nueva fase del todo desconocida e inexplorada en la que cada uno se resuelve como buenamente puede ¡Con lo que nos gusta improvisar a los músicos! Si ves la barba de tu amigo cortar...

Pues eso, que aunque no lo creáis, si yo tengo acceso a la información sobre quién escucha mi música; sexo, franja de edad, país, ciudad, plataforma desde dónde la escucha, dispositivo desde el que lo hace, tiempo de escucha, y un largo etcétera... ¡Qué no sabrán las grandes corporaciones! Para que luego haya quien dice que escucha lo que quiere, no si... vivimos engañados y controlados, pero bueno, esa es otra batalla.

Al lío. La cuestión es que, aunque la canción la compuse en 2006, no fue hasta el 2010 cuando salió publicada en mi segundo disco “Y tú más!”. Ha llovido mucho desde entonces. No fue single, ni fue promocionada, ni nada de nada. Se incluyó eso sí, en un cd promocional del que ya se han repartido a estas alturas más de 4.000 copias, que para este que les habla, es mucha tralla. De todos modos, eso ya fue, ya estamos en otra, así que ¿Por qué os hablo hoy de esto?

Por que le he estado dando muchas vueltas a la noticia que me llegó. Resulta que tantos años después, la canción ha pasado a convertirse en uno de mis temas más escuchados de la noche para el día y sin que yo haya hecho nada para ello. Esa magia, me emociona. Creo que es lo que siempre he soñado, por romántico que pueda resultar. Que una canción de pronto se empiece a divulgar de boca a oreja es fantástico y más en una actualidad plagada de ingentes campañas de publicidad, con un exceso de información tan atroz al que nos exponen días sí y día también.

Nunca he estado en los EEUU, aunque me gustaría. ¿No es gracioso que una canción que critica la política exterior norteamerica se haya empezado a difundir con rapidez precisamente allí? Me sorprendió mucho. Resulta que hay una plataforma de distribución digital de música; Pandora es un proyecto iniciado en el 2000 por un grupo de tecnólogos amantes de la música, que sólo se puede usar en EEUU, Australia y Nueva Zelanda. Dime tú cómo es posible que una canción mía haya llegado hasta allí ¡Es tremendo!

A mí siempre me gustó incursionar en nuevos ritmos, nuevas sonoridades... mis manos no siempre responden como me gustaría y hay disfraces con los que no me veo, pero me fascina esa parte de jugar con la música, de atreverse a probar cosas nuevas para uno. Por eso me largué con un reggae. El reggae tiene casi sesenta años, pero para mí era toda una aventura tratar de introducirlo -aunque fuese levemente- entre mis canciones. Fue la primera y la última incursión que hice, todo hay que decirlo, pero saber que la canción ha gustado a nuevos oídos, me pone muy contento.

Es más extraño aún lo que está pasando con esta canción, porque además está escrita en español, pero su explicación puede estar en el hecho de que en EEUU hay una gran comunidad de latinos que disfrutan escuchando música en español. Recuerdo tantas y tantas veces en las que alguien me ha dicho que era imposible que le interesase mi música a alguien que no habla mi mismo idioma ¡Cómo si a mí no pudiese gustarme Dylan! Pues sí, esto lo he escuchado incluso en los últimos meses hablando con profesionales de la industria. Está demás decir que nunca he estado de acuerdo con ellos, y que no les hago ni caso.

Y aún tiene más enjundia la cosa. Resulta que es una canción política. Sí, sí; política. Yo nunca he tenido problema en hablar de cualquier tema en mis composiciones. He escrito más de un centenar y hay de todo, bueno, de todo no porque si no no escribiría más, y siempre hay algo que contar que no se ha dicho antes, o al menos no de la manera en la que tú quieres decirlo.

Voy a ser totalmente sincero; las canciones políticas no las quiere nadie. Sé que habrá quien rompa una lanza en su favor y dirá que si coincide en ideas con lo que él o ella piensan, entonces puede gustarle mucho. Si, ya. La verdad es que hay estudios sobre la temática y el contenido de las canciones más escuchadas en las últimas décadas y las canciones políticas están condenadas al ostracismo más absoluto. A mí me cuesta hacerlas no por falta de compromiso político, sino por el nivel de exigencia que me pongo a mí mismo y que hace que deseche la mayoría sin llegar a tocarlas en público ni siquiera. Sin compararme con nadie, únicamente ciñéndome a los datos de mis propias obras, la verdad es que siempre que he publicado una, ha sido obviada, nada que ver con otras piezas que hablan sobre el amor, las relaciones, o el sexo. Por si alguien a estas alturas aún lo duda, escribo siempre de lo que quiero sin injerencia de ningún tipo y no trabajo bajo demanda. Para mí eso es un tesoro y esa condición es inviolable.

Así que una canción política, de estilo reggae, cantada en español, sin ningún tipo de promoción, ni publicidad, compuesta hace más de diez años, y que critica abiertamente la política norteamericana, no ha parado de crecer en los últimos meses en EEUU, en una plataforma a la que no tengo ni acceso. ¿Cómo te quedas? ¿No es mágica la capacidad que tienen las canciones de llegar a cualquier parte?


Os dejo este texto aclaratorio que escribí cuando la hice:

“Llevaba mucho tiempo deseando escribir un tema en el que concretase mi impresión sobre el mundo unipolar al que nos han sometido los EUA. La política del país más rico del mundo, antagónica a mi idea de un mundo más justo, solidario, pacifista, ecológico, generoso, diverso, plural… Necesitaba hacer esta canción contra americana. Aunque desde mis comienzos siempre he dejado caer mi animadversión por ese país, creo que esta canción colma una necesidad artística y personal muy grande.”



Letra: Samuel Leví
Música: Samuel Leví, Hugo Rafael Ayanegui, y Albert Casanova






“Ac USA” 
Samuel Levi y Los Niños Perdidos



perdieron, cosiendo a balas
la razón, la dignidad, el honor, la palabra
2000 hombres en el frente, las torres, Caracas,
y la poca humildad que les quedaba


ganaron, el miedo se palpa,
más gordos y más armas, casas inundadas
negros llorando a Martín, en balsas, sin nada
siempre les toca a los mismos poner la cara


el mundo está oscuro
ilumina tu parte
nunca dejes que un gringo
intente comprarte


el mundo está oscuro
ilumina tu parte
nunca dejes que un facha
te amargue la tarde


perdieron, soberbios e infames
cayeron en el Garden contra Kid Chocolate
los modales en Río Grande,
en Columbine las clases,
el mundial de pelota,
a Drexler en los Oscars,…


ganaron, al soldado Ryan,
fervientes kamikaces, el odio, la rabia,
sedientos de venganza, los rojos, Bin Laden,
temor y pánico a volar, cobardes en Miami


ilumina tu parte
nunca dejes que un gringo
intente comprarte


el mundo está oscuro
ilumina tu parte
nunca dejes que un facha
te amargue la tarde


jueves, enero 11, 2018

Cartel adelanto de la gira de verano 2018




Arrancamos el año con todo!!
Este es el cartel de adelanto de la gira de verano 2018 por España, que ya cuenta con más de 10 fechas y ciudades.

Para los conciertos de Madrid, Vigo, Sarria y Albacete, puedes conseguir tus entradas con descuento aquí:

El listado completo de fechas... aquí


Ojalá nos veamos en los escenarios!
Gracias por seguir viniendo a los conciertos y a los músicos y los locales que lo hacen posible!

Un abrazo!
Samuel Levi y Los Niños Perdidos



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