jueves, abril 16, 2015

Mi diario en Roma - Capítulo 2 - El ruido que enturbia el silencio

Mi diario en Roma
Capítulo 2
El ruido que enturbia el silencio
Samuel Leví


Jueves, 16 de abril de 2015





Pido disculpas de antemano si me repito con respecto a lo dicho dos meses atrás en el capítulo que abrió este diario de vida en Roma. Siempre me he tomado esto como un ejercicio de exorcismo ante mis demonios, de purificación interna, espantando miedos y fantasmas que atemorizan a uno. Me sitúo en el ecuador de una aventura a la que casi me subí en marcha, y con el temor de que el revisor no autorizase del todo mi presencia en esta extraordinaria aventura artística en la Real Academia de España en Roma. Suena pomposo, y la verdad es que lo es. Ya no quedan lugares así; son de otra época, de otros tiempos. Eso tiene, por supuesto, sus inconvenientes, pero… déjenme disfrutarlo mientras dure. Las más de cien escaleras que me separan de la calle, atravesando un túnel, un jardín, una escalinata y una plaza, hacen que te sientas en una burbuja. Estás aquí, en lo alto de la colina, divisando no sólo el barrio romano-romántico del Trastevere, sino la ciudad entera. Sigues el curso del Tíber por las copas de los árboles de orilla que lo dibujan. ¡Ha llegado la primavera!




Roma se descascarilla, se resquebraja, quizás tenga que ver la situación económica, tal vez la política, o esa mezcla de sedentarismo y costumbrismo típico romano, que hacen que dudes en si se trata de respetar la historia, la cultura y la tradición, o de falta de ideas y de ganas de mirar hacia el futuro, pero como diría uno de mis escritores favoritos (latinoamericano, por supuesto ¿Por qué son tan buenos?); “le llaman porvenir, por que aún está acercándose”, y algo así deben pensar aquí. Imagino que el tiempo se mide de forma bien distinta en esta ciudad museo. Mucho turista, y mucha obra de arte. Se nota el peso de la historia. No sé si viviría aquí mucho tiempo, quizás no, pero Roma no te deja indiferente.



Me pone triste pensar en el poco tiempo que tengo para tanto como desearía hacer. Aquello de multiplicarse por mil que uno dice de cuando en vez, se aplica a la perfección a esta situación. Sólo tienes una vida y quieres vivirlas todas, incluso la del pirata de pata de palo, o no, esa no tanto, ya ves. Los piratas modernos lucen como Johnny Depp, son otros tiempos ¿Lo ven? Es un defecto mío; quiero abarcar más de lo que realmente puedo. Si, tengo más; me difumino mucho entre diferentes menesteres, me cuesta ponerle mala cara a alguien, ser borde y mandar a la mierda a quien me falta al respeto, y a veces me cuesta bajar un cambio, frenar un poco, y relajarme. No dan clases de esto, se practica a base de tesón. Me llevará mi tiempo ¿Tiempo? ¿He dicho tiempo? Lo intentaré. Volvamos a empezar.



Es contradictorio pero me gusta subirme a Alfie (mi coche) e ir a sitios alejados, tirando a las afueras, o a barrios que nadie visitaría si está en plenas condiciones mentales, o en sus cabales. A mí me gusta ir un poco a la contra, siempre fui jodido en ese sentido. Agarré la guía de Roma que le regalé a Laura estando en Buenos Aires con la promesa de que lo veríamos todo, y… lo estoy intentando cumplir. Toc. Al final, no sé si lo veremos todo, pero aunque mis ratos libres se limiten a ejercer el derecho al domingueo en su máxima expresión, estoy disfrutando de ver Roma por los cuatro costados. Eso que me llevaré.



Por lo demás, muchas horas de oficina. Podría ser New York y estar en lo alto de un rascacielos. Planta 24 por ejemplo. Oficina sin más paredes que las que separan la oficina del jefe (a la que a nadie le gusta ser llamado) del escritorio del resto del personal, imaginemos 60 personas. Teléfonos que suenan, ruido de teclas de computadora, un trago rápido a un café (yo sólo tomo chocolate, a poder ser con cereales… y por desgracia sin poder ver los dibujos), una ojeada de refilón al móvil, hoja de apuntes indescifrable salvo para el que la escribe (lo más cercano a los jeroglíficos modernos), y papeles de esos de colores que tienen un lado adhesivo que pegas aquí y allá con cualquier estupidez (punto aparte para los que dibujan caritas). Yo tengo la mesa tan ordenada que parece que en las noches me dedico a vestirme de ninja y asaltar museos, o bien a ejercer de francotirador en mis días libres. No os preocupéis, sólo hago la soporífera labor de intentar gestionar mi carrera artística, con lo que eso conlleva, no sólo por lo complicado del sector musical, sino porque no soy Frank Sinatra, así que imagino que siempre he de llamar dos veces, sí, más de las que lo haría el cartero y sin remangarme ni nada. A veces las puertas no se abren y puedes tratar de tirarlas abajo con lo que tengas a mano, optando por no recurrir a la cabeza, que luego da muchos pero que muchos disgustos.




Así que mi Roma sin romanos va pasando. Lau y yo nos tenemos uno al otro y eso me parece maravilloso y suficiente. No conocer a nadie en una ciudad marca mucho tu manera de vivirla. Estoy muy contento de que esté aquí conmigo, a mi lado. Siento un agradecimiento absoluto, y la necesidad de mostrar lo mejor de mí. Más madera. Más ganas de superarme. Así que no levanto mucho el pie del acelerador. Trabajo a destajo para que a finales de junio tengamos un álbum en condiciones, un disco que merezca la pena ser escuchado y que me llene de orgullo durante algún tiempo, al menos que sacie un poco esta sed que tengo siempre como artista de no querer parar de hacer cosas. Por mí estaría siempre así. Y al escribirlo, me gusta como suena.




No me he parado mucho a pensar en lo logrado, pero sé que no es poco. En el mes de marzo, y como hecho reseñable, conseguí traer a 8 músicos desde España a grabar conmigo el álbum. Amigos de primera. Profesionales de primera. Si la suma no falla, álbum de primera. En total formamos un equipo de 11 personas a las que hay que sumar los 3 que trabajaron codo con codo con nosotros en el estudio. Gestionar eso… no le deseo a nadie la linda tarea. Dos semanas a pleno pulmón. Viajes, ensayos, organización, etc. Hay momentos en los que sacas adelante las cosas por pura inercia, casi a la caída. Todo salió bien. La gente contenta, y yo orgulloso, y feliz. Me gustaría haberlo disfrutado más, disponer de más tiempo para deleitarnos, para reírnos, para desfasar como hacíamos en Cuba cuando teníamos 23 años, pero… el que monta la fiesta en su casa nunca se lo pasa tan bien. Eso lo sabemos todos. A poder ser, que la fiesta no sea en tu casa. Es mucho más divertido prenderse fuego en casa ajena. El taxímetro  sólo lo veía correr yo, y claro, la vuelta se goza de otro modo. Cuesta desvincularse de eso. Hay mucho en juego. Vas a dar la cara mañana y siempre por ese trabajo. Lleva tu firma. Es tuyo. Tú lo has querido así, tú lo has permitido. Joder! La verdad es que es algo tremendo. Sin maximalismos; nadie sabe lo que es hacer un disco hasta que lo hace. Siempre he odiado esas frases pretenciosas. Olvidarla, ahora bien, de verdad, he hecho un disco de verdad. Suena un poco incluso a futuro. Como si aún no estuviese preparado para ponerme el traje, no por falta de merecimiento, sino por no falta de asunción, que en este caso no es el nombre de ninguna prima mía.




Debe ser terrible escuchar un trabajo tuyo años más tarde y pensar en el vómito ajeno. Nunca me ha pasado. Llámenme ciego. Deber ser algo así como cuando el resto de mortales escuchamos nuestra voz en un contestador, que pensamos: “¡argh! ¿Ese estúpido soy yo?”, pues igual. Seré un quisquilloso o un perfeccionista pero te conformas hoy, y mañana te arrepientes. Así que quería que cada punto estuviese sobre su i. Normalmente terminas un disco y a los dos días ya quieres cambiar algo. Va con la naturaleza animaloide del músico. Sé que padeceré de esos males, así que cuanto más tarde en ir al dentista de la autocorrección, mejor que mejor, dejemos un rato para el deleite personal y el arte de Onán.




Se terminó la algarabía de tener diez personas a mis espaldas, y se hizo el silencio. Y ni tanto, ni tan poco. Los días fueron pasando y llegaron las negociaciones, y ahí sí que uno no sabe cómo peinarse. 
¡Qué desconcierto, madre mía! Ser músico independiente es lo mismo que decir que estás sólo con tu guitarra y tus canciones ¿Y a quien le importa lo que yo haga? ¿A quien le importa lo que yo diga? Yo soy así, y así seguiré si las energías y la ilusión me mantienen despierto aún con hambre. Que sí, que se pasa hambre. Tu vida no es muy normal, y eso te etiqueta si cabe un poco más en “animales en peligro de extinción”, o “especie protegida”. Muchos días pienso que estoy cansado, que me abandonaría, y quiero hacerlo, quiero decirme a mí mismo que la balsa se hunde con tanto peso, y saltar, pero… si no hay más nada en la balsa, será que me voy a hundir de todos modos, así que estiro el trágico-cómico final del músico que termina reciclado en profesor de música, o  ¡Qué digo yo!, en algo mucho más turbio; vendedor a puerta fría de seguros de vida. Arrepentido de todo al mismo tiempo que de nada. Soberana contradicción. Y entonces, como gato panza arriba, me repongo y me digo a mí mismo que mi chica y yo estamos en Roma, que ni recuerdo cómo llegué de Buenos Aires hasta aquí, que estoy en la creme de la creme, y que quizás la gente escuche este nuevo álbum y se desate la locura colectiva.



Me está faltando apoyo, pero es mejor no contar con él. En una esquina de la mesa, apenas sin dar juego, me posiciono. A cualquiera que se lo cuente… Hacer este disco está siendo un parto. Mi cabeza da vueltas sin tregua. Ya tengo pensado el título, tengo el listado de temas, y esperanzas.



No sé qué me depararán los próximos meses. Queda menos de lo que parece. El tiempo pasa volando. Mi madre ha venido a verme quince días. Me hace tanta ilusión!! Siento no poder pasar más tiempo juntos. Ella está feliz al verme, y yo quiero que sepa que la quiero mucho y que siento si no hago punto y aparte para decírselo, a modo verso suelto.



Al principio soñaba con poder viajar mucho por el país, ahora me conformaría con un fin de semana en Venecia ¡Ojalá! Tuve la suerte de ir con Laura a Bolonia un fin de semana, pero poco más. Como el niño en la tienda de golosinas; obligarle a llevarse una sola es una verdadera puñeta. Italia tiene tanto para ofrecer…. Sólo la Academia es un espacio inmenso en el que perderse. Antiguamente los becarios residentes aquí pasaban tres y cuatro años preparando sus obras. Lo dicho al principio; eran otros tiempos. Siempre he pensado en que cuando todo termine, la vida, la existencia, la Champions League; sólo quedará lo que hemos hecho. Menos palabras y más hechos. No ha de ser algo material, quizás una palabra, un recuerdo que has dejado en alguien,… Cuando pienso en mis abuelos, ya fallecidos, siempre les veo muy presentes, y eso que él murió cuando yo apenas calzaba mi primera década, pero no importa, importa lo que me enseñó, lo que me divertí con él, lo que hizo. Eso no se borra, y casi me resulta mágico. Seré pretencioso pero quiero dejarle algo a los demás, no sé si muy bonito o no, muy útil y práctico o no, ni siquiera si interesante, pero algo. Luego se podrá borrar con un simple click, como sucede cuando llevas escribiendo un capítulo de tu diario personal, y en el último párrafo, luego de cuatro o cinco folios, y un par de horas de revolverte la cabeza con recuerdos y ensoñaciones, va y se te borra todo. Eso también pasa.



Cuídense o no.
Hagan lo que quieran, pero hagan algo.
Si les sobra tiempo, por favor, denme un poco, me lo gastaré en caricias de la hora de la siesta.
Dejo algunas fotos para que vean que yo estuve ahí ¿Dónde? Eso importa menos.
Ya ha caído la noche, voy al fresco.

¡Hasta la próxima!



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