domingo, septiembre 30, 2012

Mi diario en Buenos Aires - Capítulo 10 - ¡Che, escuchen! Se pudre todo (parte 2 de 6)

10.- ¡Che, escuchen! Se pudre todo (parte II de VI)


Buenos Aires, 28 de septiembre de 2012




[...esto es una continuación de la entrada anterior. Hacía casi seis meses que no actualizaba mi diario así que este capítulo será largo]
[pueden encontrar todos los capítulos de este diario en la etiqueta "personal" (columna de la derecha)]



Por internet todos somos muy guapos, para qué negarlo. Es un gran escaparate, y sí, la mayor parte de las cosas están en venta. Yo decidí que me venía a Buenos Aires en un momento en el que me sentía a gusto en mi ciudad, y luego de diez meses de no parar un solo segundo haciendo música de acá para allá, a veces bien acompañado, y otras jodidamente solo. Fue un año especial, muy intenso, y de pronto me vi con un cambio inesperado que me obligaba a tomar una determinación… ¿A dónde me voy a vivir? Podría haber cambiado de apartamento y ya está, o pedirle a mi madre que me hiciese sitio en su piso e irme para allí. Podría haberme enredado la manta al cuello y largarme a otra ciudad española, para conocer más a fondo otro sitio en compañía de algún amigo, pero fui valiente, de veras lo creo. Opté por lo más difícil y lo más excitante, y ahora, mal que me pese, ya no soy el mismo. Es imposible ser el mismo un año después de todo esto. Vivir en el Magandhi Hostel tiene mucho que ver. ¿Os acordáis del primer capítulo de este blog? Estaba cargado de energías y de ganas, y mis amigos, en mi despedida en España se habían encargado de darme todo el impulso y ánimo posible, así que llegué fuerte, como siempre es de desear en situaciones así, sin arrastrar nada contigo, libre. ¿Pero qué dije nada más llegar? Que el sitio no era lo que había visto por internet y que no me convencía. Pensé que duraría poco o nada, y ya veis, aquí sigo un año más tarde, en este curioso hostel, lleno de personajes de lo más variopinto.


El barrio es una delicia. Me gusta estar en Belgrano ¡Sólo faltaría! Es realmente lindo y estoy medianamente bien comunicado. Domino la zona perfectamente y estoy cerca de la escuela. En el hostel caben 46 personas, que son bastantes. Todos vienen y van. Desde mi llegada, sólo quedan 6-7 personas de las que había el día que llegué. Lo lógico sería irse. Pasa que encuentras cierta estabilidad, que encima me ofrecieron hace seis meses trabajo los domingos aquí y a regañadientes acepté y ahora me siento algo atrapado. Atrapado porque con lo que gano trabajando los domingos me pago el 50% de mi hospedaje, y de esa forma cada domingo puedo ahorrar algo de dinero para mis supuestos (no creo que lo llegue a ver) “grandes proyectos” que nunca llegan porque nunca tengo lo suficiente como para llevarlos a cabo, y no quiero hacer medianías. Atrapado porque dentro de lo que cabe, ese constante movimiento de personas te mantiene distraído, conoces gente, te avivas un poco. Igual en un piso tú solo te pegabas un tiro. No lo sé. La cosa es que me atrapo porque no quiero mudarme de barrio para no tener que complicarme la vida con desplazamientos diarios a la escuela, y porque compartir departamento con habitación individual está bastante caro aquí ahora mismo, y los precios no dejan de subir, y buscarme algo propio está imposible sin regularizar mi situación aquí. Todo esto, que se puede solucionar en una semana, se complica cuando te pasas todos los días metido en una escuela estudiando, y cuando te faltan ganas y energías para hacer las cosas. ¡Cómo echo de menos un buen desayuno!


En estos meses tuve un compañero que hizo que las cosas cambiasen para bien y con el que me sentí especialmente a gusto, un amigo; Facundo Farias. Conectamos desde el primer momento y compartimos montones de charlas y de planes. Por fin pude decir que estaba acompañado por alguien. Estuvo cuatro meses en el cuarto, y lo pasamos realmente bien. Informático (como mi gran amigo e infatigable compañero de aventuras, Pablo Ferreira), muy inteligente, con intereses artísticos, y muy despierto, ha sido una de las personas que más me han llamado la atención de mi estancia aquí. Cometí el error de emocionarme y creer que estaría aquí mucho tiempo, es más, por momentos creí que nos iríamos juntos a un piso, pero… yo empecé con Natalia, y a la semana siguiente él conquistó a una chica de su trabajo por la que suspiraba. Los dos estábamos rebosantes de alegría de tener con nosotros a nuestras respectivas chicas. En poco más de un mes, me dijo que se iba a vivir con su chica. Así, tal cual. Me dio mucha pena, pero la sensación de vacío ha venido luego. Fue la persona que más tiempo compartió cuarto conmigo y con la que me sentí mejor, y perderlo me afectó, aunque nunca hable de ello. Hemos seguido viéndonos, pero poco. Ambos muy ocupados, las cosas se complican. Creo que le envidio. Le admiro mucho. Él consiguió irse a vivir con la chica que quiere, y a mí las cosas me han salido bastante diferentes, ya que no sólo no conseguí nada parecido a eso, si no que perdí a la persona que quería. Hay que tratar de tener encaje sin perder empaque… pero no es fácil.


Hay una película que me gusta mucho en la que el perseguido afirmaba que estaba siempre preparado para huir en menos de un minuto sin dejar nada importante atrás. No te aferres a nada de lo que no puedas desprenderte en menos de un minuto si la policía te está persiguiendo. Algo así era. Al final lo único que podía reternerle era una chica. Sólo el amor era capaz de hacerle perder. No se elige, se siente. Yo siento que todo puede cambiar en cuestión de minutos, de horas. Es el peaje que he tenido que pagar por la profesión que he escogido avivado por mi carácter y mi naturaleza, y llevado al extremo por la suerte que tengo, que no acompaña a veces. Así he aprendido a desprenderme de las cosas. A consumir nada. Cuando digo nada, es mucho menos de lo que podáis imaginaros. A valorar todo aquello que tengo y sentirme en alguna medida identificado con ello, pero ser consciente de que puedo vivir sin depender de esas cosas, de casi todo lo material. Valoro mucho otras sensaciones, intangibles, que no tienen precio ni etiqueta, que se saborean, que se huelen, que se tocan, que a veces ni se ven, pero se perciben. Un abrazo, un beso, un mensaje, una palabra en un momento preciso, una mirada, un recuerdo, un plan de futuro, un sueño,… si, lo sé, ahora caerán sobre mí diciéndome que de eso no se vive y no se come. Estoy de acuerdo, pero dejadme que sienta lo que me venga en gana, no le hago daño a nadie. Veo a mi alrededor, mi cuarto, mis bolsillos, los dos cajones de este armario, y apenas veo cosas, casi no hay nada, poco más que una maleta, unos cuadernos para clase, un par de guitarras, algo de material musical para distribuir/vender, y poco más. Podría salir corriendo esta misma noche, el problema es que nunca sé a dónde ¿A dónde quiero ir? Y me quedo quieto. Miro por la ventana. Recuerdo otros países, otras habitaciones, a veces mías y a veces no, pienso en qué ventanas he considerado mías, y pienso en qué vistas vendrán en el futuro, pero le tengo algo de pavor por si no me gusta, por si no me siento mejor que ahora. Y quiero darme la vuelta y que haya un montón de personas que quiero detrás, a modo de fiesta sorpresa (nunca tuve una), e imagino que me sentiría bien, pero esas cosas no pasan, y si pasan nunca son como tú las sueñas. Al final va a ser verdad, que es mejor que no sueñe tanto. 



[En los próximos días seguiré subiendo las partes que faltan hasta completar este capítulo. Gracias por vuestra paciencia]

Mi diario en Buenos Aires - Capítulo 10 - ¡Che, escuchen! Se pudre todo (parte 1 de 6)

10.- ¡Che, escuchen! Se pudre todo (parte I de VI)


Buenos Aires, 28 de septiembre de 2012


[Este es el décimo capítulo de un diario que comencé cuando me trasladé a vivir a Buenos Aires, en agosto de 2011. Pueden seguirlo a través de la pestaña "personal" o en el organigrama de fechas de la columna de la derecha de este blog. Busquen y encontrarán.]



Me va a volar la cabeza. Llevo desde marzo sin escribir este diario, así que no haré ni siquiera el más mínimo esfuerzo por intentar resumir todo lo que ha pasado en todo este tiempo porque es imposible. ¿Por qué dejé de escribir? Eso es lo que me llevo preguntando varias semanas, pensando en todo momento que quería volver a hacerlo, pero que cuanto más tiempo pasaba más pereza me daba, ya que sentía que más en deuda estaba con vosotros de contaros un poco mis cosas. Pero más allá de todo eso, ¿Por qué escribo? ¿Por qué llevo siete años escribiendo todos los meses en este pequeño espacio de la red? Pues pensándolo bien hay una mezcla de motivos, que van desde el deseo personal de sacar lo que llevo dentro, lo que me preocupa y lo que me interesa, y el hecho de compartirlo con los demás, recibir su opinión, establecer diálogo, comunicarme, y más cuando en algunas ocasiones ni tan siquiera conoces a la persona que te lee. Hay una parte de mí que dice que me siento cómodo siendo sincero, mostrándome tal como soy, y seguro que hay implícito también el deseo de buscar comprensión en los demás, afecto, cariño, un cochino beso, y amor. Puede que a pesar de todos los esfuerzos que mi madre ha hecho siempre porque no me faltase nada de nada, ni siquiera ella haya podido evitar que haya crecido sintiéndome falto de amor. No sé si al resto de personas que han nacido sin uno de sus padres les habrá sucedido algo similar, pero en mi caso creo que es así.


Ha pasado un año y más de un mes desde que salí de casa, desde que me trasladé a vivir a Buenos Aires. Sea como sea, esta ya es una de las experiencias más importantes que he vivido en mi vida, y no podré olvidar nunca lo que aquí he aprendido y experimentado. Aún así con todo, creo que me queda mucho por aprovechar aquí, y quiero quedarme más tiempo. Los meses se han ido sucediendo uno tras otro sin dejarme aliento para pararme a pensar demasiado en todo lo que estaba aconteciendo. El ritmo es vertiginoso, frenético. De un día para otro ha cambiado el clima, el precio del dinero, el valor de las cosas, los horarios, el líder del apertura, la constitución, el nombre de las calles, tus amistades, e incluso si te descuidas, ayer tenías una novia y hoy ya no. Veo entrar y salir gente de mi habitación, cambian los compañeros día sí día también, y claro, es normal, esto es un hostel, pero aún así uno no es capaz de dejar de sorprenderse y mucho menos es capaz conseguir asimilar la situación. En la facultad cada cuatro meses cambian por completo las asignaturas, los profesores, los horarios, los compañeros,… y tu calendario semanal da un vuelco total. ¿Está bien eso? Hasta cierto punto… como todo. Tienes sus partes positivas y otras que no tanto. Nada es estable, sólido, firme, constante,…. Y eso no convierte cada día en una aventura, lo que sí hace es que no tengas esa paz interior tan necesaria a veces.


Sigo con la etiqueta de extranjero, y creo que así seguiré hasta que me vaya. Me olvidé hace mucho tiempo de tratar de poner en regla mis papeles. Conseguí permanecer nueve meses con todo al día, pero no logré ninguna de las dos cosas que se antojaban más importantes de resolver aquí a nivel administrativo; obtener mi visa de estudiante, y obtener la convalidación de mis estudios españoles. Para lo primero, te solicitan mucha documentación. Algunos papeles los solicité hasta tres y cuatro veces –casi diría que tengo colección de alguno de ellos- y otros tardé horrores en conseguir que me los diesen. A veces por errores de la escuela, que me tuvo medio año sin poder darme un código imprescindible para la tramitación, y en otras ocasiones por deficiencias en el ministerio de migraciones, lo cierto es que tras siete intentos nunca logré mi objetivo, es más, obtuve de respuesta por parte de los funcionarios del ministerio que no volviese por allí, y que no me molestase en hacer los trámites porque ser ilegal era lo más sencillo y lo más cómodo. Con el tema de la convalidación de estudios, conseguí sólo una cita, pero no me sirvió porque los papeles de los que disponía no eran suficientes. Si migraciones te pide mucha documentación, lo de educación no tiene nombre… en realidad querían casi que viniese el rey a traer mis títulos oficiales, o que mis profesores de educación física y sociales de 8º de EGB se personasen como testigos de que había sacado un 7. Ridículo. De veras que estúpido. Sellos de la haya, documentación firmada y sellada por los ministerios en España, etc. Meses y meses de tener a mi madre mandando papeles de un lado para otro. Ahora, es posible que vuelva con los meses a tratar de gestionar todo, o puede que no porque es tanto el trabajo que hay que hacer para que te den la visa y la convalidación que a uno se le quitan las ganas.


Todo eso contribuye a que uno no se sienta muy cómodo. No tener a nadie también complica las cosas. Vine solo y solo sigo. Trato de hacer amistades, pero es complicado entrar en la vida de personas que tienen su círculo de amistades, su familia, su trabajo o sus estudios, y su mundo aquí, y tú eres sólo el “galle”, el nuevo amiguete que se irá en cualquier momento –o eso asumen ellos-, del que apenas saben lo que ven aquí, pero que entienden que no es su raíz, su lugar, su sitio, así que no dejan de tratarte como alguien que está de paso, y eso te desconecta aún más. Los argentinos son muy suyos, al menos los porteños. Estrés, ansiedad, presión, competencia, histeria,… normal que casi todas las personas que conozco pasen semanalmente por la consulta psicológica. Esta ciudad te quema la cabeza. Está bien para espabilar, para estar más activo, más despierto, para desarrollarte más rápido, pero también puede idiotizarte hasta el extremo, que te olvides de los detalles, de las cosas importantes, de sentir, de ser feliz, y únicamente te dediques a cumplir ciertos automatismos, porque no hay tiempo, porque mañana viene otra cosa, y así día tras día.


Conozco algo de la ciudad, pero sigo pensando que es inmensa, y sigo sin tener el deseo que tenía cuando era más pequeño de visitar todos los rincones de cada ciudad en la que estaba y dominar los espacios como si se tratase de un juego. Ahí me sale el punto de geógrafo. Me ubico bien, tengo una especie de mapa en la cabeza, y me gusta observar todo lo que me rodea y analizar el ambiente con una mirada más profunda, tratando de identificarme con las personas que habitan ese decorado –si se me permite la expresión-. Apenas he hecho turismo y tengo poquísimas ganas de hacerlo. La falta de dinero, el querer dedicar el poco tiempo del que dispongo a otras cosas, y principalmente la falta de compañía con quien me apetezca ir de viaje, influyen. Es una de esas situaciones que deseas compartir con una pareja, y cuando la tienes, no siempre se da esta opción, por el motivo que sea. Así que no he salido de la provincia de Buenos Aires, ni he hecho ningún viaje en estos meses. Sí voy conociendo las afueras de la ciudad, porque muchas de mis amistades viven en puntos muy variados de la provincia, y día tras día hacen el recorrido de ir y venir desde las afueras al centro, algo tan recurrente en las grandes urbes de todo el mundo. Vuelvo a repetir que en esta provincia viven casi 15 millones de almas. Como para no volverse loco. No necesito moverme de la esquina de mi calle para ver cada día algo distinto. Hay tantos eventos que te saturas y a veces acabas por no ir a ninguno. Y me pasa lo de siempre, que muchos de los que viven aquí conocen menos la ciudad que yo, y soy quien propone muchas veces los sitios más interesantes.


No me voy a poner palizas con la edad que tengo, ni con crisis existenciales, ni paranoias de ese estilo, pero es cierto que a medida que pasa el tiempo, que la desconexión con tus amigos de siempre y con tu pasado es más grande, porque el pasado reciente arrastra hacia más atrás al anterior, como si se tratase de la corteza terrestre y de capas de sedimentación que se superponen una tras otra, eso implica que cada día sientas más lejana la conexión con momentos, situaciones, personas, que te hicieron feliz en su día, y con las que por causas o azares no has vuelto a coincidir. La vida es aquí y ahora, y yo, que tiendo a ser un nostálgico empedernido, asumo como buenamente puedo todo esto, y no me resulta fácil, claro. No tengo dudas de quienes son mis amigos, sé quien me quiere y quien no, y tengo los pies en la tierra para reconocer que estoy viviendo una experiencia sumamente enriquecedora, y que desde que tenía 19-20 años hasta ahora no he parado quieto, he sido feliz, y he disfrutado de la vida que he llevado, pero también sé que aunque a veces no de esa impresión, según qué acontecimientos pasen a mi alrededor, me surgen las dudas y los miedos. El mayor de todos ellos es el dejar de tener ganas de vivir. El sentir que nada me llena y que sólo estoy, sin más, a pesar de que los demás me vean sonreir y con cierta vitalidad y energía, temo perder la ilusión por las cosas. Pierdes la ilusión e inmediatamente cae la esperanza. Pierdes la esperanza y te conviertes en un muerto viviente. Haces las cosas porque te dicen que hay que hacerlas o porque se supone que debes o tienes que hacerlas según lo que se ve bien y correcto por todos, y dejas de encontrarle sentido a tu vida. Te quedas en la cama y no encuentras motivos para levantarte, y no te importan las consecuencias de no hacerlo. Olvidas tu salud. Te olvidas de ti. Llega un punto en el que te olvidas de quererte, de valorarte. Sientes que los demás no te quieren ni te valoran y cae tu autoestima. Me encanta la gente a la que todo esto le importa una mierda porque no piensan en nada de todo ello, y lo resumen con un “yo no me rayo”, “yo no le doy vueltas a la cabeza”, o “yo no soy tan profundo”. Qué simple y qué bonito. Se ponen tristes si sube o baja el precio del pan, lo demás les da por saco. ¡Qué cosa de locos, che!



[en los próximos días subiré el resto de partes que completan este capítulo. hasta entonces, un abrazo para todos/as]

domingo, septiembre 09, 2012

Entrevista para la plataforma Contracultura - 4 de Septiembre '12

Entrevista a Samuel Levi

4 de septiembre de 2012
por María Kasuki


Conversamos con Samuel Leví, destacado cantautor español que desde 1997 se encuentra circulando en la escena musical independiente.

Desde Buenos Aires, Samuel nos cuenta de su vida, de sus influencias musicales y de muchas cosas más.

-Naciste en Vigo, estudiaste en la Habana y actualmente vives en Buenos Aires. ¿De qué manera crees que esta mixtura multicultural influencia tu trabajo?

Todos los lugares en los que he vivido, todas las personas que he conocido, toda la música que he escuchado, los libros que he leído, las películas que he visto,… se reflejan de algún modo en mis canciones. Todo forma parte de mí, del tipo que soy, y por mucho que tratemos inconscientemente de escondernos en las canciones, al final de un modo u otro estas nos delatan. No se puede evitar ser uno mismo mucho tiempo.

Siempre he sido una persona abierta a conocer otras culturas, a jugar a ponerme en el lado del otro, a tratar de replantearme todo de nuevo, a buscar respuestas… ese carácter cosmopolita forma parte quizás de la variedad temática y cultural que muestran muchos de mis temas.


-En el año 2004, autoeditaste tu primer disco, ¿Qué aprendizajes pudiste sacar de esa experiencia?

Elegí bien a las pocas personas que me rodearon a la hora de hacer “Turno de noche”, y ellos me hicieron sentir cómodo en situaciones que me eran ajenas ya que nunca antes había entrado a grabar mis propias canciones; familiarizarte con el estudio, con técnicas de grabación y producción, darle cancha a la parte musical de cada tema, saber compartir el volante con otros compañeros, etc. Cuando autoeditas tus propios trabajos te conviertes en una suerte de “total manager”, y aprendes a hacer de todo, muchas veces cosas que nada tienen que ver con la esencia de la música, y es ahí cuando vuelves a replantearte el hecho de que esta “industria musical”, ha estado, y aún está, muy mal organizada. Tù marcas tus propios límites. Desarrollas una capacidad inimaginable de entrega y sacrificio por aquello que te gusta, llegando a tener que sacrificar muchas cosas por el camino, para poder sacar adelante tus pequeños proyectos.


-¿Qué te llevo a emprender un nuevo rumbo, esta vez a Buenos Aires?

Siempre había soñado con América, conocer el continente americano, descubrir sus diferentes culturas, sus tradiciones, sus gentes, admirar sus paisajes. Hay cierto punto de mi raíz gallega que me vinculaba directamente con la emigración a Argentina. Sentía que Argentina era, quizás, el país que más conexión mantenía con España, y me parecía que Buenos Aires, con su fama de ciudad plena de oferta cultural y de pasión por la música, podía brindarme una oportunidad única en estos momentos. Representaba para mí el mayor punto de difusión informativa de América latina, y me sentía más cercano a algunos artistas argentinos que a otros de otras nacionalidades, que desconozco más. Tenía buenas referencias de dos de mis músicos de “Los Niños Perdidos” en España que habían estudiado un trimestre en la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA), así que lo vi como una gran ocasión para ampliar mi formación y mis conocimientos, mientras descubría un país sumamente enriquecedor, y de paso, daba a conocer mis canciones y mis discos.


-La interacción entre músicos es común y de esta forma se crean amistades que acaban colaborando los procesos creativos, ¿Quienes te han influenciado y de qué manera en este último periodo?

¿Sabes que me gusta muy poca música? Es curioso. Hay pocas canciones que logren emocionarme. De los artistas que me gustan mucho soy acérrimo seguidor, creo que precisamente porque me cuesta bastante sentirme muy atraído por una discografía de un músico de forma global, me puede gustar una canción, o un par de ellas mucho, pero hay pocos artistas que cada vez que abren la boca tengan la capacidad de darle un vuelco a tu cabeza. En los últimos años estoy especialmente “casero”, valorando mucho lo que se hace en mi tierra. Partí de Quique González que fue profesor mío y al que admiro enormemente, para seguir con Iván Ferreiro (vecino de mi ciudad), Xoel López (otro gallego viajero), o Pereza. De fuera, me quedo con Mika y con la espectacularidad de su propuesta, y con John Mayer, quizás uno de los pocos artistas que puedo escuchar durante horas sin que me canse. Me transporta. Por último, dejadme que mencione a Eladio y Los Seres Queridos, amigo de mi ciudad y al que me gustaría parecerme aunque sólo fuese un poquito.


-Sobre bandas Latinoamericanas, ¿Quienes son tus artistas favoritos y por qué?

De niño me pilló el efecto Juan Luis Guerra. Conocí a muchos artistas gracias a mi madre, que escuchaba un poco de todo, y todo bueno; Caetano Veloso, Vinicius de Moraes, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Chucho Valdés, Fito Paez, Leon Gieco, Violeta Parra, Victor Jara,… ahora bien, te diré algo, para mí, el mejor artista musical de todo el siglo pasado es Silvio Rodriguez, y por suerte para mí, sigue en activo. Lo ha cantado y contado todo, de maneras únicas y sorprendentes. Si cantase en inglés le llamarían Bob Dylan. Como ves, voy de clásicos.


Para conocer mas sobre el trabajo de Samuel Leví, te invitamos a visitar sus sitios.


www.myspace.com/samuelevi
www.samuellevi.blogspot.com
www.youtube.com/samuellevicantautor
www.samuellevi.bandcamp.com


Twitter: @samuellevisoyyo

domingo, septiembre 02, 2012

Comentario de la película: "El caballero oscuro: La leyenda renace"



Valoración: 7


No es la primera vez que me sucede, pero me coincidió ver la última entrega de la saga dirigida por Christopher Nolan sobre el hombre murciélago sin haber visto ninguna de las dos anteriores, es más, sin tener la intención de verlas, y habiendo escogido esta cinta por no poder refrenar mis ansias de ir al cine encontrando una cartelera poco atractiva. Lo más atractivo, sin duda, mi compañera de asiento, que por cierto creo que también tiene ciertos súper poderes.

El estreno de la película será tristemente recordado por la Masacre de Aurora, ocurrida en el Estado de Colorado en EUA, donde un hombre asesinó a 12 personas e hirió a más de 50 personas, en una sala de cine en la que se encontraba y donde comenzó a disparar indiscriminadamente sobre los asistentes. Terrible. Lo curioso es que no extrañase a nadie que la noticia viniese precisamente de los estados unidos ¿Dónde si no? Para hacérselo mirar. Mientras, la compra-venta de armas sigue siendo uno de los mayores negocios del país. Aunque resulte desagradable decirlo, lo cierto es que esto aún ha incrementado más la promoción de la película, que ya había tenido de lo suyo con la muerte por sobredosis de fármacos de Heath Ledger poco tiempo después del rodaje de la anterior cinta de la saga "The Dark Nights", y de uno de los miembros de la producción que murió en accidente de tráfico. 


Rodeada por noticias desagradables más propias de las páginas de sucesos, "El caballero oscuro: La leyenda renace", se presenta como el último capítulo de esta historia sobre Batman, pero ¿Seguro que es el último? A saber... cuando ves la película, lo cierto es que tantean y coquetean hasta con tres o cuatro finales posibles antes de mostrarnos el final que han seleccionado, abierto y poco definitorio, algo que me dejó muy descontento, y que entendí como otra manera de jugar con el público, y hacer negocio, que es lo que creo que representa todo lo que rodea la historia de Batman desde hace dos décadas. Uno de los comics más populares y de mayor éxito, más reconocible e interesante de todo el siglo XX, fue llevado al cine en dos sagas distintas, contínuas en el tiempo, con acabados de lo más dispares. Si les gusta la historia de Batman, yo por mí, que la dejen estar como está, y que no sigan con la pantomima. 

A juzgar por la opinión de uno de los portales más importantes que existen sobre cine en el mundo Imdb, esta trilogía última es una gran obra de arte, de la que destaca la segunda entrega como una de las mejores cintas de toda la década. Habré perdido la fantasía y el romanticismo. Tendré que verlas con otros ojos, no cabe duda. 


Hay violencia, efectos especiales, grandilocuencia, mucho presupuesto, mucha épica, y fuegos de artificio, algunas buenas ideas, y pan para el pueblo. Esto va a gustar a la mayoría, que es lo que se pretende. Es sencillo de vender. Las escenas de acción son derroches de medios; campos de rugby que saltan por los aires, bombas nucleares, grandes máquinas de la guerra, ¡Buah! ¡Inmenso todo! Y luego siempre un toque humano, más realista, algún guiño cómico, algún toque sensual,... todo bien mezclado y listo para ser digerido sin casi darse ni cuenta. 

Por momentos todo se magnifica de un modo que a mi parecer es excesivo, descontextualizado, queriendo hacer tan grande, tan apocalíptico y extremo el desenlace que el espectador mínimamente reflexivo se siente muy dirigido, demasiado. Los acontecimientos se suceden, se precipitan, se atropellan unos a otros, personajes que vienen y que van, que confluyen a veces de manera absolutamente forzada y forzosa, para que se mantenga la trama, para que sigas en vilo durante las dos horas y media que dura la película. Cuando escuchaba a la gente hablar sobre esta trilogía, creí de veras que habían inventado algo, que habían revolucionado el cine de algún modo, y dicho sea de paso, y teniendo en cuenta esta última película, no veo nada que no haya visto antes. Lo que más me llamó la atención fue el despliegue de medios, y cierta tendencia política que me dejó bastante preocupado y que creo alejada por completo de la historia original y el comic, como retrotrayendo la historia a la actualidad y mencionando sucintamente la crisis internacional, la revolución del pueblo, la diferenciación de clases, etc. Me sobró todo ese toque "panfletario", con regusto oportunista. 

Christian Bale vuelve a interpretar a Batman. Selina Kyle, más conocida como "Catwoman" es interpretada por Anne Hathaway, en una revisión jovial y moderna, del personaje que hace veinte años interpretara Michelle Pfeiffer, y a la que considero que no supera. El gran villano de esta entrega es Bane, al que da vida Tom Hardy, con una buena actuación. Repite el elenco de los anteriores films; Michael Cane (como el mayordomo Alfred; el papel le viene perfecto), Gary Oldman (como el comisionado de policía Gordon; que me gusta mucho como interpreta, pero no tanto lo mal desarrollado que está su papel), Morgan Freeman (como Lucius Fox, encargado de suministrar a Batman de sus artilugios tecnológicos de última generación; desaprovechado el genial actor en un papel muy secundario en el que apenas puede mostrarse), y un par de nuevos fichajes con respecto a ediciones anteriores; Joseph Gordon-Levitt (muy forzado el papel que tiene que interpretar) y Marion Cotillard. 


He leído que la película ya ha recaudado más de 800 millones en todo el mundo, el doble que la versión que hizo de "Batman" Tim Burton, aunque con otros parámetros y veinte años más tarde, además de una campaña de promoción sin comparación posible. No sé, amigos, sigo sin convencerme de que estamos ante una gran película, me resulta muy preparada, muy cocinada. No me emociona esta versión de Batman. No he conseguido conectarme con la historia. Me quedo con la versión original y primeriza. El problema es que tenemos mala memoria, tanto al hablar de cine, como en tantas otras cosas. Es la última, es la más moderna, pero sigo sin dar mi brazo a torcer. No me parece la mejor.


Sinopsis en castellano: