lunes, febrero 13, 2012

Mi diario en Buenos Aires - Capítulo 8 - La Teoría de la Invisibilidad (parte 3 de 3)

08.- La Teoría de la Invisibilidad (parte III de III)


Buenos Aires, 3 de febrero de 2012


Es una cuestión de actitud.

La búsqueda, el camino a la felicidad, perseguir tus sueños, llegar a tocarlos con los dedos, incluso que te acompañen de vez en cuando durante un buen rato, y por qué no, llegar a la meta en alguna ocasión para sentirte campeón por un día… hay que ponerle flow, onda, ilusión, y ganas, muchas muchas ganas. Es lo que hago cuando organizo una fecha, un concierto. En un concierto puede pasar de todo… lo que te encuentras es siempre sorprendente, pueden pasar años, puedo dejar atrás casi quince años de escenarios, más de trescientos conciertos, que siempre pasa algo. En enero tenía dos fechas en capital, dos fechas en Baires, un lujo, una suerte poder ir a dos salas como el No Avestruz y el Emergente Bar. La primera noche no se dio. Son cosas que pueden suceder; verano, el local vacío desde las ocho hasta las diez de la noche, calor insoportable en la calle, y poca promo. Un desconocido a miles de kilómetros de casa, y no cumplíamos el mínimo de gente para poder tocar, para que compensase pagarle a todos los que estábamos detrás de eso, ni para que fuese justo cobrarles a quienes hicieron el esfuerzo de venir, así que lo aplazamos (vamos a volver a tocar ahí como sea, y lo vamos a llenar, seréis testigos), pero no nos fuimos a casa. Fuimos a merodear por el barrio, con ganas de desenfundar guitarras y rocanrolear, de calcarnos un acústico lindo que acercase a alguna gente nueva allá dónde fuere. Pasamos hasta dar con un local llamado “La Oreja Negra” (he subido fotos de esto en un artículo de este mes de enero ’12 al blog) donde acababa de dar un concierto Nuria Ferrer, hija del músico Ibrahim Ferrer, y allí nos invitaron a ocupar el escenario, a Martín “Rock” Angulo y a mí, y aunque él casi muere –le dio un bajón de tensión mientras tocaba y se quedó tieso sin que nadie apenas se diese cuenta unos segundos pero luego siguió tocando como si tal cosa (justo en el tema “Una chica del futuro” – pensé que estaba en trance), nos entregamos a lo que más nos mueve. Y todo ello gracias a que nuestra fotógrafa de cabecera, Tuky Waingan, y su amigo Eusebio, nos animaron a seguir adelante y a no rendirnos… ellos junto a Gaby, Claudia Damerdjian, y algunas personas que también se habían acercado a nuestro “concierto oficial”. Luego (esto siempre te apena) me escribió alguna gente diciendo que habían llegado pero tarde… posiblemente con esa gente se podría haber sacado adelante la fecha, pero será mejor volver y salir con todo en un escenario y un local como el No Avestruz que bien lo merece.



En la otra fecha pasó eso del ruido, de que el equipo está medio estropeado, que la gente que acude, -mucha por cierto (centenar de personas casi)- va a ver al otro grupo, que no conoces a nadie, que nadie se sabe los temas… y cuesta más entrar en ambiente, pero le pusimos todo el amor del mundo y lo sacamos a flote sano y salvo. Fue concierto de hacer callo, de salir más enteros. Lo que no mata engorda, ya sabéis. Hay que seguir mejorando y consiguiendo puntos para poder comprar las mejores armas, igual que en los videojuegos de acción… cuanto más fuerte y mejor es tu soldado, y más pasta tienes para armas, más bichos te cargas y más fases avanzas, lo que al final se traduce en que te diviertes mucho más y la pasas mejor. Así que lejos de creer que no hay manera (aunque quizás no la haya), y lejos de pensar que esto va a estar muy difícil (que posiblemente lo estará), de lo único que le quedan ganas a uno es de seguir, y hacerlo con una sonrisa, y con mis mejores trajes. Llegaremos a sus casas cuando menos se lo esperen. Apareceremos de improvisto. Tengan algo en la nevera porque estamos hambrientos.


Esto de la morriña hace que haya empezado el año leyendo todas las noticias que puedo y que tienen cierta relevancia de nuestro país. Además de poder escucharle decir de su propia boca a Rajoy que sabe que no sabe cómo mejorar ni arreglar nada en su recién estrenado cargo de presidente, y de ver cómo comentaba con sus camaradas que las medidas que va a tomar lo mínimo que pueden provocar es que el país se declare en huelga general y tome las calles (el peor panorama que podía presentar el presidente), asistí al extraño cortejo fúnebre de Fraga, al que no sólo no se le pudo condenar por sus delitos, sino que se le regalaron tres días de luto en Galicia. Ver para creer. Como de costumbre en mi tierra (salvo honrosas excepciones… como con el Prestige, por ejemplo), la gente siguió a lo suyo, y prefirió no alzar la voz y dejar las cosas como estaban. Esta fue la misma regla que debió aplicar la gran mayoría que lo mantuvo en el poder durante más de quince años de atraso y oscurantismo cultural en nuestra tierra. Eso sí que me tocó de lleno porque llevo desde adolescente siguiendo de cerca a este individuo, su historia personal, y su “obra” –siendo muy generoso en este último concepto- y lo cierto es que me pareció incluso violento el hecho de que se celebrasen homenajes en su honor. Un acto de violencia gubernamental contra las familias de las víctimas. Una soberbia estúpida por parte de los vencedores, que aprovecharon la ocasión para recordarle a la mitad de las familias españolas que sus antepasados seguirán apilados en carreteras secundarias, pantanos, y fosas comunes. 



Luego todo el tema de la crisis, el renovado continuismo socialista, con Rubalcaba a la cabeza, el desaguisado en educación con una anti-reforma (permítaseme aquí el término ya que no viene a reformar y mejorar lo que había, sino que –a mi juicio- desordena el desorden para dejar todo de nuevo mal colocado), en la que primará por ejemplo el conocimiento de la carta magna, pero no de las normas más básicas de convivencia y ética. ¿Volverán a imponer el cristianismo a los/as niños/as españoles/as por la fuerza, o recordarán esa carta magna a la que tanta importancia dicen darle para no olvidar que España es un país laico y aconfesional? ¿Qué tal va todo por España? ¿Cómo os va por ahí?... ¿De verdad quieren saberlo? Fíjense en quienes gobiernan y en cómo lo hacen y lo demás vendrá dado. Panorama desolador.


Pleno verano… ¡Quién lo diría! He pasado de verano a primavera, a verano, de un hemisferio a otro, y lo cierto es que imagino que eso también afecta en modo alguno. Siempre he tenido claro que el clima es determinante en la cultura y la idiosincrasia de una sociedad y por ende de sus habitantes. Hace bastante calor, se duerme no muy bien, y tengo pocas monedas en mi bolsillo como para planear nada mejor que estar aquí en mi cuarto, leyendo, escuchando música, componiéndola, estudiando,… un poco de parque cada día, algún helado, una charla con algún conocido, ver el Barça, y soñar… mucho tiempo para soñar, también para recordar… pasado, presente y futuro, pasando a cada rato por mi cabeza… de estos tiempos suelen salir cosas interesantes, eso al menos me gusta pensar. Una de las que más me han agradado este mes es notar la evolución de mis clases de armónica con el maestro Rubén Gaitán, del que ya os hablé en el anterior capítulo. Voy avanzando en el conocimiento del instrumento. Sé que algunos pensarán que no tiene mucha ciencia lo de ser armonicista, pero como en todo, no es lo mismo tocar la armónica que ser armonicista. Esta es la primera escuela oficial de armónica de todo el país, y era uno de esos sueños que siempre había tenido hacer y que nunca se había dado la ocasión hasta ahora. Otro es montar a caballo, navegar, hacer tiro con arco… ¿Los haré algún día? Lo bueno es tener planes…
… en breve me pondré precisamente con eso, a planear, a estudiar las posibilidades con las que cuento cuando termine la etapa que me había propuesto cumplir aquí y de la que llevo ahora la mitad. Veré si continúo aquí, si busco otro destino, si vuelvo a mi país,… tengo muy claro mi objetivo a nivel profesional, pero no tanto cuándo lo pondré en marcha porque como os imaginaréis requiere de una gran inversión. Quien no arriesga no gana, pero es inteligente medir el salto antes de pegárnosla. Por ahora siempre he ido con tino y no querría jugármela al doble o nada si no es estrictamente necesario. ¿Estoy quizás algo enigmático? No os preocupéis… la historia continuará y os lo iré contando.


Un abrazo enorme.
Samuel Leví

sábado, febrero 11, 2012

Mi diario en Buenos Aires - Capítulo 8 - La Teoría de la Invisibilidad (parte 2 de 3)

08.- La Teoría de la Invisibilidad (parte II de III)


Buenos Aires, 3 de febrero de 2012



[...esto es una continuación de la entrada anterior. Queda una última parte que cierra este octavo capítulo]
[pueden encontrar todos los capítulos de este diario en la etiqueta "personal" (columna de la derecha)]



La Teoría de la Invisibilidad tiene el peligro de que creas que los demás no te ven, que no estás, y en verdad todos noten tu presencia, es decir que puede volverse todo contra ti, incluso cuando quieres valerte de ella. Mi cara de asombro, el hecho de permanecer callado, me sirvió para asistir (un par de veces ya desde que estoy aquí) a conversaciones ajenas a mí que me dejaron muy sorprendido. Los niños tienen esa capacidad, la de voltearte todo de un momento para otro. Ver que niños de 6-7-8-9-10 años hablan de fútbol español y de política es algo asombroso ¿Cómo puede ser? ¿Cómo ese niño de 8 años sabe quien carajo es Afellay si hay gente en el Barça que ni se acuerda de que existe? ¡¡Me mataba de ternura!! Eran unos niños y niñas preciosos. Mientras sus madres tomaban café en el Down Town Matias de Belgrano R, al que acudo fielmente a ver todos los partidos del Barça, los niños y niñas debatían con una educación ejemplar sobre el fútbol español y el Barcelona. Su acento argentino y su rostro angelical hacía que diesen ganas de abrazarlos y comprarles un helado a cada uno y ver el cariño con el que hablaban de los jugadores… uno se tapaba los ojos cuando las entradas eran muy duras… el otro se asustaba porque decía que habían lesionado a Puyol… y entonces las chicas completaban la tertulia con… ¿¡Política!? No puede una niña de 10 años hablar de política… ¡Escandaloso! Para bien claro… estaban preocupadas por la crisis, porque los políticos tenían que tomar medidas, comentaban sobre las huelgas ¿El derecho a huelga? ¡Las juventudes comunistas! No, de veras, estas no tenían nada que ver con todo eso, pero se atrevían a debatir entre ellas si era esto justo o no, qué estaba bien y qué no. Creí morir cuando le dijo: “pero todos tienen que tener derecho a una educación igual, la misma para todos los niños, no todos pueden pagar esas escuelas caras, nosotros sí, pero ¿Y los que no tienen dinero? Es normal que se manifiesten, tienen que decir lo que piensan para que les escuchen.” Iba a levantarme, aplaudir, y llorar, pero no quiero que me echen del país por escándalo ni que me veten la entrada al local por molestar a la clientela. Habría elevado con mis manos a esa chica y la pasearía por las calles dando discursos… ¿De dónde sale esa gente? Lo bueno, lo que más me gusta, y eso sí es algo maravilloso, es que noto una sociedad concienciada, segura, reivindicativa… se nota que las han pasado canutas, y es que cambiar 4 presidentes en quince días, y ver como uno huye en helicóptero del palacio presidencial debe ser algo que queda marcado, igual que el día que te dicen que tu dinero no vale lo que valía hasta ayer, y que no vale cuatro veces menos. Eso hace que no te quedes en tu casa haciendo zapping. Hace que hagas zapping a muchas de tus ideas y pongas las cosas en su sitio junto a tu hasta entonces desconocido vecino, que pasa a ser otro más como tú. ¿Y nosotros? ¿Hemos reaccionado en nuestro país? Va, empiezo yo. Yo digo… que no.


Me gusta salir de noche. Lo cierto es que siempre me ha gustado. En verdad lo que me atrae es la noche en sí misma, tanto es así que mi primer disco está ambientado en este mismo concepto. De ahí que prefiera trabajar de noche, componer de noche, quedar con mis amistades de noche,… ¡Y eso no quita para que también aprecie el día! Sólo que siempre me ha fascinado determinadas sensaciones que me evoca y que no me produce el día. Tiene, para mí, cierta magia. Nunca me ha importado el día de la semana que sea, cualquier noche puede tener su encanto. Al dar conciertos y dedicarte profesionalmente a esto, hay semanas que he podido estar casi todas las noches fuera de casa, eso no significa quemar pistas de baile ni ser fanático de las discotecas (aunque me gustan en un momento puntual), ni que busque oficios nocturnos, que por experiencia diría que son los que más desgastan y queman a quienes los desempeñan. Ni bebo alcohol, ni me drogo, ni fumo,… y aún así, me gusta la noche, porque una cosa poco tiene que ver con la otra, y es más, normalmente –y de esto pueden rendir buena cuenta mis amistades- suelo ser el que más tiempo dura, y más tarde regresa a casa. Y es que prefiero acostarme a las siete de la mañana que levantarme a las siete de la mañana. Así es.


Esto viene a que apenas he salido una o dos veces al mes desde que estoy en Buenos Aires. Ha habido más bien pocas oportunidades. No sé si influye la edad de la gente con la que voy, que he tenido clases todas las mañanas, que la mayoría de mis contactos están emparejados y les da por quedarse en casa, o que apenas conozco gente, pero lo cierto es que pasar de salir un mínimo de dos noches a la semana a salir dos al mes es un cambio exagerado. Esto, sumado a muchas otras cosas, hace que mi plan sea mucho más aburrido y que añore momentos con amigos/as en mi ciudad donde nos quedábamos noches y noches charlando o divirtiéndonos en cualquier lugar. Es otra de las muchas cosas que he perdido aquí, aunque no tendría por qué ser así. Un ejemplo lo tengo en la noche que salí con Martín, con su novia Mariana, la hermana de esta, y una amiga suya que conozco de verla en algunos conciertos. Fuimos al barrio cool de la ciudad por antonomasia, Palermo, y allí estuvimos cenando en un sitio bastante bueno llamado Podestá. Buen ambiente, rica comida, y según ellos, ricas cervezas. Precio digno de cualquier capital europea, lo que vuelve a desmontar la teoría de que esto iba a ser un “regalo” para mi bolsillo. Luego nos movimos a otro local cercano llamado “Antares” que me trajo recuerdos de uno de los garitos de mi querida Churruca en Vigo. Este “Antares” es un sitio top; tiene varias salas con varios ambientes, te hacen pringar en la puerta pagando una entrada, y luego ofrecen algo de variedad musical, y un sitio en condiciones. Gente desde los veinticinco a bien entrados los cuarenta, y el recuerdo de esas noches infructuosas tratando de integrarme en la zona del “arenal” de Vigo, que jamás me ha llamado a filas. En este caso lo pasamos bien, nos divertimos, y estiramos la noche hasta que amaneció.


A grandes rasgos la noche de Buenos Aires no difiere mucho de la noche en cualquier gran ciudad en la que he estado. Múltiples planes, montones de locales y garitos chulos a los que ir, y lo único que hace falta son ganas de pasarlo bien y disfrutar. Nada más. Como en cualquier sitio, puedes montarte un plan sin apenas dinero, o tirar de billetera si te sientes espléndido. Más música reggaeton de la que soy capaz de asimilar en una sola noche y mucho “chatmuyo”. Se nota el ambiente más caldeado que en otros sitios y el acoso y derribo suele propiciarse con facilidad.


Con Claudia Damerdjian (ya tardaba en aparecer mi amiga), fui a un sitio realmente curioso, aquí no más, al lado de casa, y que había observado con extrañeza por fuera, pero al que no había entrado. Resultó ser un centro cultural, -debería entrecomillar esto- budista. Conviene aclarar: Claudia sigue siendo mi amiga de más confianza aquí, la persona a la que veo cada diez-quince días y con la que tengo un grado de empatía grande. Los/as que habéis seguido este diario recordaréis que me ha acompañado desde el principio en esta aventura, así que hemos ahondado un poco más en conocernos bien y en saber lo que pensamos y queremos el uno y el otro. Ella, con sus 32 años, no deja de dar vueltas para buscar una especie de equilibrio, o de satisfacción personal que aún no ha logrado encontrar en ninguna actividad concreta, es decir, le falta quizás sentir que algo en concreto le mueve su mundo interior y le da un extra de motivación y felicidad que ansía. Yo creo que ni terapias, ni psicólogos, ni buda, tienen nada que ver, pero aún así la acompañé. Nos enseñaron el recinto –con un auditorio donde podría dar un concierto soberbio- y quedé maravillado del dinero que había allí metido para que la gente acuda a intercambiar impresiones… No se ven centros culturales así por los barrios, lo cierto es que además de grande, moderno, y de calidad, me sorprendió que pertenezca a una orden religiosa, o como diantres deba llamarle a eso. Muy amable la persona que nos atendió, pero infructuoso su empeño porque en ningún momento tuve ni la más cercana idea de acercarme al budismo. Es más, cuanto más me contaba, más me alejaba. Parece que el mensaje tampoco caló en Claudia que posteriormente no volvió ni siguió las directrices que le dieron para ir “entrenando su budismo”. Quedé alguna vez más con Claudia en este mes, y nos apoyamos y damos consejos, charlamos, y compartimos. Posiblemente una de las pocas personas a las que estimo de veras y con las que me siento yo mismo, aunque… hay que recordar que aún me conoce poco, y que apenas ha compartido conmigo cinco tibios meses.


Pocas caras nuevas este mes. Habiendo visto poco a los que ya conozco, tampoco tuve mucha opción de conocer gente nueva. Un par de chicas, mayores que yo en edad, y porteñas, bien posicionadas, y muy entregadas a tratar de escalar posiciones en sus respectivas profesiones donde llevaban años lidiando; abogada, oficinista, administrativa, funcionaria… Conversaciones variadas sobre montones de temas relacionados con el mundo en el que vivimos, la política, la economía, la sociedad,… plan adulto. Personas agradables y simpáticas. De entre ese par de personas que conocí esporádicamente, destaca Analía, la prima de Tomás de la que dije que hablaría, no obstante no hay mucho más que contar. Quedamos algunas veces, nos lo pasamos bien, y gracias a ella conocí una nueva localidad; Hurlingham. Cercana a la capital, es una zona de casas de estilo inglés, todas bajas, con finca, pileta (piscina), y mucha tranquilidad. No hay nada más que casas lindas, y verde. De herencia inglesa, es la municipalidad más pequeña de toda la provincia de Buenos Aires, algo que no sabía, como tampoco sabía que de ahí salieron grupos conocidos (se ve que de familias adineradas) del rock argentino como Sumo y Divididos. Para cerrar esto que comentaba de “sociabilidad y aperturismo” con gente nueva, decir que es una ciudad con tres millones de habitantes y una comunidad con doce millones más, es decir, quince millones de personas, aunque parezca lo contrario, a veces resulta muy complicado dar con personas con las que te sientas afín. Recomiendo ver la película “Medianeras”, que trata sobre esto.



[en pocos días subiré la tercera parte y última de este capítulo... ¡Queda poco! ]

lunes, febrero 06, 2012

Mi diario en Buenos Aires - Capítulo 8 - La Teoría de la Invisibilidad

08.- La teoría de la invisibilidad (parte I de III)



Buenos Aires, 3 de febrero de 2012


Con los años uno hace cierto acopio de teorías personales. Es cierto, no tienen fundamento físico ni matemático, pero surgen fruto de la experiencia individual y del ejercicio de observación de aquello que nos rodea. Así cada cual tiene sus propias “teorías” sobre esto y aquello. La teoría de la invisibilidad (por Leví) dice que podemos llegar a resultar invisibles para los demás si nos empeñamos en que éstos miren a través de nuestros ojos una realidad paralela que nosotros deseamos proyectar pero que no siempre se ajusta a la capacidad de aquellos de descodificar nuestras pretensiones a nuestro gusto y semejanza. Esto provoca que nos estrellemos una y otra vez contra todo y contra todos porque ni ellos ven lo que nosotros, ni nosotros queremos ver lo que ellos. Es fácil de entender; para poder ver lo mismo, habría que situarse en el mismo punto y fijar la vista en la misma dirección, tanto ellos como nosotros, y aún así repararíamos en detalles significativamente diversos según la persona que mira. ¿Solución? Intentar ver las cosas desde el mayor número posible de puntos de vista, aceptarlos todos, y de la suma de ellos, tratar de hacer el collage más objetivo posible. Salirnos de nuestro enfoque y ser capaces de convertirnos por un momento en “el ojo que todo lo ve”, una especie de google maps gigante a través del cual te acercas y te alejas a ti mismo, y te observas en función de todo lo que te rodea.


He pasado bastante tiempo solo ¿Se nota? El tiempo que pasas solo puede resultar muy interesante. No hay nada como golpearte a ti mismo para saber lo que duele una ostia bien dada. Puedes pasar horas sin ponerte de acuerdo, porque aunque parezca avergonzante no hay nada más complicado que negociar contigo mismo tratando de defenderte y atacarte a la vez, de ser juez y parte,… Lo mejor es que salen buenos resultados. Salen decisiones bien tomadas, fundamentadas, bastante bien armadas de argumentos, y sueles portar una buena dosis de convencimiento en aquello que has decidido hacer. Estar convencido, estar motivado, y saber lo que quieres lo es todo. Luego los resultados llegarán o no, pero ahí puedes no tener toda la responsabilidad. En tomar tus propias decisiones, sí. Absolutamente. A veces no hay muchas salidas, a veces es turno para la improvisación, el ingenio, y otras veces sólo queda abogar por tirar de heroica. Todo ello te hace más fuerte, más seguro, y te ayuda a disfrutar de cada paso que das y a no temblar… porque a veces uno tiembla.


Otra de las cosas que te pasan cuando estás a solas contigo mismo, es que no te queda otra que conocerte. Podría escribir un manual sobre ello. Aunque no lo parezca me aburre hablar sobre mí (sí, lo sé, no lo parece). Quiero añadir páginas a mi historia, tener más que contar, que significará ineludiblemente, más aventuras y más experiencias que habré atravesado. Conocerse bien te ayuda a saber cuáles son tus puntos débiles, qué debes esconder, qué debes mostrar, cuáles son tus mayores virtudes y capacidades, y cómo poder explotarlas para beneficiarte de ellos. Todos tenemos algún súper poder ¡De veras que sí! Algo que nos resulta sumamente sencillo de hacer y que para la gran mayoría no lo es tanto. A veces ese súper poder no es muy útil, pero seguro que habrá un momento en el que podamos valernos de él. Conocernos bien facilita las cosas para poder mejorarnos más rápido, y me gusta la idea de mejorar, de aprender, de perfeccionar… llámame progresista, o rojo, siempre me gustó lo de rojo, aunque suena un poco agresivo.


Cambiando de tercio… ¡No os conté que en fin de año estuve en casa de Tomás Leone! ¡Así es! La verdad es que cumplió su promesa y para allá me llevó. Fuimos a casa de su madre, con su hermano, su encantadora hermana, y algunos familiares más entre los que se encontraba su prima Analía, con la que compartí unos días más nada más empezar el año. Luego hablamos de ella con más detalle.


Las diferencias culturales entre nuestro país y Argentina a veces se notan poco, y otras se notan mucho; en fin de año, se notan bastante. Cuando vi a Tomás levantarse y pedir un brindis por el año nuevo me quedé un poco sorprendido, principalmente, ¡Porque nadie había dicho que estábamos ya en un nuevo año! ¡No hubo campanadas, no hubo cuenta atrás, no hubo uvas, no hubo tensión, bragas rojas, ni tres deseos,…! ¡No hubo nada! ¡Me quedará su careto enorme mirándome y diciéndome: Ey!! Papá!! Feliz 2012 para todos! ¿Qué? ¿Ya? Y entonces algunos fuegos artificiales irrumpieron en la tranquila noche del barrio de Olivos, a las afueras de la capital porteña, ya en provincia. Salimos a verlos… casi nos dan. No hubo heridos. Analía se abrazó a mí o yo a ella… no lo recuerdo. La familia me trató muy bien; una rica cena, una camiseta de regalo, y muchas palabras de afecto. En la televisión tenían puesta la secuencia de “La piel que habito” de Almodovar donde aparezco junto a mi mejor amiga Mariajo. Cantamos unas canciones y formamos una pandilla para irnos al centro de la ciudad a salir de marcha. Nada de discotecas con entradas prohibitivas ni nada de eso. Fuimos al barrio de Las Cañitas, donde ya había estado un par de veces, y nos unimos a una fiesta de un local en plena calle con música a tope y muy buen ambiente. Lo cierto es que fue uno de esos pocos días en los que me sentí algo más cerca de mi idea de “disfrutar” porque éramos unas ocho personas todas de entre veinte y treinta años pasándolo bien todos juntos, pero… como siempre hay un pero… eso pasó el día de fin de año, y posiblemente no lo vuelvan a ver mis ojos hasta ni se sabe porque ni ellos mismos quedan a menudo ni se ven… sólo se juntan por una celebración así. Una pena porque sería genial poder repetir el plan todos los fines de semana.


Y llegan los Reyes ¿Quiénes? ¡Ah, sí, los reyes! ¡Olvídate de los reyes, sam! No hubo reyes. Ya no porque no tuviese ningún regalo, que por supuesto era algo que ya contaba, sino porque los reyes aquí sólo se celebran en aquellas casas en las que hay algún niño que cree en ellos… lo cual no deja de ser bastante sensato. Es más, el hecho de que en este país prácticamente no se tuviese en cuenta esa celebración me hizo de nuevo replantearme cómo se celebra en nuestro país, con el consiguiente veredicto; estamos mucho más imbuidos por el capitalismo y el consumo salvaje y descontrolado en masa. La de los reyes es una fiesta cristiana. Bien hasta ahí poco más podía añadir. Es cierto. Es una celebración católica. Ni cabalgata, ni regalos entre gente mayor, ni parafernalia de ningún tipo. Me contaba alguna persona que se vería con muy malos ojos que la administración derrochase mucho dinero en luces de colores mientras hay gente en la calle sin poder comer, o mientras las vías se siguen anegando cuando caen fuertes lluvias, ya que hay cosas de mayor trascendencia en las que invertir el dinero, y en el fondo creo que tienen toda la razón. Los que nos permitimos lo secundario, es porque tenemos resuelto todo lo primario, por eso no nos da reparo derrochar en actividades y objetos superficiales y prescindibles, porque por mucho sentimentalismo que le pongamos y mucha ilusión, no deja de ser una puesta en escena claramente destinada al consumo de productos y de bienes –mayoritariamente- innecesarios. Normal que las noticias que me llegasen de España incidiesen en que la “crisis” se hacía notar en las celebraciones… cuando no tienes centras más el destino de tu dinero en aquello realmente imprescindible. Eso me hizo pensar. Nunca he sido de consumir, lo saben quienes me conocen, es más destaco por justo lo contrario, por ser muy asceta en ese sentido, pero todo esto te aclara mucho más tu pirámide de necesidades, y como suelo decir, aprendes sobre todo a darte cuenta de todo lo que sobra… y creedme, sobra casi todo para poder ser feliz, al menos casi todo lo material. Más amigos, más abrazos, más besos, y menos cosas.


La noche de reyes fui a parar a un piso, no sé de quién, ni recuerdo dónde, en plena capital, con Flor Rives y sus amigas, Daniela Dimotta, Jessica, Vicu,… Adolescencia en ebullición que me reencontró con mi parte de Peter Pan, esa que tanto me gusta. Después de un improvisado botellón-karaoke en el piso, pasamos a una discoteca. Ni rastro de los reyes magos, y lo cierto es que por allí tampoco pasó ninguna reina, más bien todo lo contrario… chicas malas para parar un tren ¡Y asaltarlo! ¡Hasta la más mojigata había hecho algún curso intensivo de cómo ser catwoman al salir de casa sin que tus padres se enteren! Vi cosas terribles más acá de la barra de Goa. Vi a un flaco meterle un dedo por el culo a una desconocida, que continuó siendo desconocida minutos más tarde, y conseguir elevarla un palmo del suelo, sin que ni siquiera optase por darse la vuelta… no sé si porque la cantidad de alcohol digerido le impedía a su cerebro interpretar como acto vandálico el hecho de que un expedicionario externo sin permiso ni papeles, se adentrase por el trasero indagando en profundidades aún no exploradas (o sí, vete tú a saber), y comunicárselo rápidamente a sus manos y sus piernas para qué golpeasen con violencia a ese pedazo de bestia corrupia que siguió su camino al ver que la piba no sentía ni padecía. Esa misma hereje de sus majestades reales, buscó su regalo frotando la lámpara mágica de un joven que tenía enfrente en ese momento, que por alusiones casi me toca a mí que estaba muy pero que muy cerca. Bajo la premisa de mi “teoría de la invisibilidad” nadie me oyó ni me vio gritar de pavor. Fue grotesco. Vi a otro buitre experimentado intercambiar fluidos como si fuesen estampitas de Panini en apenas unos metros cuadrados, con hasta cuatro chicas distintas que no parecían conocerse y que no supieron que cuando se liaban con él lo hacían a la vez con el reciente resto salivar de otra de aquellas chicas. Le atacó a todo lo que se movía. Me miró a los ojos, y afortunadamente algo en su interior le dijo: “hasta aquí podíamos llegar”. Sólo distinguía positivo negativo en función del volumen pectoral. Me salvé. No miento si digo que vi chicas empujar a chicos, alguna agresión verbal, y un clima que en España se habría saldado con unas buenas palizas. Por lo visto, la gente española que ha entrado en discotecas así aquí, dice que el contacto es frontal, un choque de trenes en toda regla, un “no quiero decirte mi nombre por si te enamoras así que… ¿Quieres coger?”. Mi cabeza estallaba al ritmo de… “Ay se eu ti pego”. No gracias. Me quedé inédito. Preferí no saltar al campo, y por no participar ni calenté en la banda.


Flor Rives y sus amigas son encantadoras y poco tienen que ver con toda esa fauna de la que he hablado. Se les nota que vienen de otro nivel cultural y eso se agradece, aunque aún así y con todo, necesitaría mucho más tiempo compartido para poder sentirme ciertamente a gusto. En momentos así hecho mucho de menos a los míos; a Nico, a Xermán, a Leticia,… que a pesar de tener la misma edad, sí están en sintonía conmigo.


Con Flor fui de visita al famosísimo cementerio de la Recoleta. Un cementerio-museo, porque allí no hay espacio para nuevos inquilinos, así que fundamentalmente mantiene obras escultóricas dignas de ver, y forman un conjunto de alto valor artístico. Bonito. Tétrico por lo que es, pero con un peso histórico muy importante para este país. Un sitio especial. Impresiona verlo desde arriba. Nos encaramamos en un edificio a una terraza que ofrecía una panorámica digna de ver. Era una zona que no conocía y lo cierto es que fue una de las pocas visitas “turísticas” que he realizado en todas las vacaciones.


Enero. Un mes de vacaciones. No os he contado nada de este mes, y todo lo resumo en este capítulo. El calor que prometieron que haría pero unas variaciones de sol-lluvia que no me esperaba. Temperatura entre los 20-22º hasta los 32-33º según los días. El problema es la humedad. Alta humedad incrementa la sensación térmica de calor y de sofoco. Sales de casa a las cinco, sol justiciero, apenas se respira por la humedad, 30º, y en dos horas una tormenta de lluvia que anega las calles y cubre el cielo de un gris plateado que da la sensación de que estás en suiza en pleno febrero. La mayor parte de las veces se agradece que llueva porque el aire se descarga de humedad y se respira mejor. La ciudad se vacía, la gente se larga a la costa, yo me quedo sin clases, sin conocidos, sin planes, sin posibilidades de viajar, y más metido en la habitación de lo que sería recomendable, pero tranquilos, no pierdo ni un minuto. He venido a aprovechar esta oportunidad, y creo que lo hago, a pesar de que no sea muy divertido el plan. Busco el equilibrio, que se puede encontrar, por supuesto que sí.




[Esta no es más que la primera parte de este capítulo Nº8 de mi Diario en Buenos Aires, en los próximos días la continuación]
[Si te perdiste alguno, puedes releerlo todo en la etiqueta "personales" de la columna derecha]

jueves, febrero 02, 2012

Esto trasciende por obra y gracia de la fotógrafa Tuky Waingan

20 de enero de 2012

Abordaje a un escenario.
La oreja negra - Barrio Palermo - Buenos Aires

Sobre cómo salvar una noche aciaga y asaltar unas tablas para hacer lo que a uno más le gusta; tocar y cantar.
Ser el postre de un concierto de Nuria Ferrer, sin que nadie sepa de dónde somos ni de dónde venimos.
 
Samuel Leví
Con la compañía de Martín "Rock" Medina.
 
Esto trasciende por obra y gracia de la fotógrafa Tuky Waingan 







Una noche que parecía condenada, que ya dábamos por perdida, acabó siendo muy linda y surrealista, gracias a la buena mano y predisposición de Eusebio y nuestra amiga Tuky Waingan, que pusieron todo y más por animarnos y devolvernos a nuestro hábitat natural; el escenario. Luego pasan cosas, te encuentras situaciones extrañas, cosas que no puedes dejar pasar por alto, y que vienes a compartir aquí, a mi espacio, como el hecho de actuar como postre de un dulce concierto de Nuria Ferrer (hija del músico cubano Ibrahim Ferrer), en uno de los locales con más clase de la joven noche porteña; La Oreja Negra, al que esperamos volver con nuestro espectáculo y sin asaltar las tablas sin previo aviso. 
 
Lo dicho... no sabíamos ni dónde estábamos, pero nunca perdimos de vista lo que queríamos.
Gracias a la gente que nos ayudó.