Empate a nada

Estos días vengo pensando en la cantidad de cosas en las que nos encontrábamos. En todos los momentos en los que nos poníamos de acuerdo. En la facilidad que teníamos para darle cuerda a una buena conversación, para inflarnos de optimismo soñando con proyectos y actividades, en esa esperanza que destilan las personas que desean hablar de futuro, porque desean construirlo desde ya mismo sin esperar al día siguiente, sabiendo que al poco, echarán la vista atrás y se darán cuenta de lo fructífero de todo lo vivido. Una por ti, otra por mi, ahora doy yo un paso luego tú lo equilibras. Esa perfecta conexión entre dos personas que se quieren y que se encajan como piezas de un puzzle. Hay que limar muchas aristas (a veces) pero cuando ves que has dado con la pieza que necesitabas para que la maquinaria funcione... se te enciende el corazón, como si todo lo vivido antes fuese nada, como si siempre hubieses estado parado y no te dieses cuenta hasta que de verdad empiezas a sentir el movimiento, que se siente lentamente, y que recorre todo tu cuerpo. No te echo nada de menos, nada, porque te llevo conmigo. Es el problema que tenemos los soñadores, que a veces nos disfrazamos de ilusos, y nos creemos nuestras propias mentiras. Ni me quitan lo vivido, ni me quitan lo soñado.