Cuando haces pop…
Desde que se fue mi madre la actitud es otra bien distinta. Ahora ya sé perfectamente lo que voy a hacer el año que viene; vuelvo al redil. Puestas las cartas sobre la mesa y atendiendo a criterios puramente económicos debo quedarme en Vigo y dedicarme al siempre costoso trabajo de ahorrar dinero. Allí proseguiré con mis estudios de música, con los de geografía, y sobre todo con mi empeño de consolidarme en el panorama gallego y recorrerme aquellos recunchos da nosa terra que aún no he visitado, para aprovechar y seguir con la promoción de “Turno de noche”. No es que el plan sea una aventura increíble pero la verdad es que pocas salidas me quedan. En ese sentido tengo las manos atadas. Veremos si me sirve para recaudar fondos, y para recoger la siembra de estos últimos años moviéndome a la música. Por ahora sigo dándolo todo aquí y disfrutando del poco tiempo que me queda.
Como sólo quedan dos meses, o al menos así es como lo oriento, estoy mucho menos preocupado, lo que salga bien y lo que no pues…ya poco se puede hacer. En las clases doy mis últimas pinceladas al curso, que creo que me ha servido para: 1- darme cuenta de que no soy nadie, que todos los que están en esta escuela son tremendos músicos. 2- que he mejorado en mi forma de cantar, de escribir, y en menor medida de tocar. Por consiguiente, me quedo satisfecho y exprimo al máximo mis últimas clases.
Lo que está capitalizando mis días últimamente es el placer. ¡Sí, cómo lo oís: el placer! El disfrutar de todo. ¡A la berga! Por desgracia no voy a volver el próximo año, cosa que realmente deseaba porque un solo curso se me ha hecho poco tiempo, así que ¡Qué demonios, a guarachar! Partiendo de la base de que conozco a montones de cubanos (aplíquese el femenino), y de que me he pateado la ciudad bien a fondo, pues en estas fechas me la paso con mis amigos haciendo planes, he podido ver ¡Por fin! la liga de campeones a todo lujo (¡Visca el Barca!), escucho bastante música, asisto a espectáculos de humor, peñas de trovadores, cine,…
Con las chicas no me centro. ¡Vale no es nada nuevo! Si dejamos a un lado el caso de Yanis, con quien hablo casi a menudo, y a quien me siento muy vinculado, por el tiempo que hemos compartido, por lo bien que me cae, y porque de alguna forma la quiero de una forma distinta a “el resto de chicas con las que me lío”, por lo demás las cosas no tienen visos de tomar otro derrotero que no sea el de seguir maldurmiendo en casas habaneras. He de reconocer que estoy disfrutando mucho con el sexo. Me deja comer, estudiar, y hacer otras cosas que me gustan y me interesan, pero sí es una de las cosas de las que más disfruto y que más contento me tienen ¡Qué bueno que pueda decir esto! He conocido a un grupo de chilenas adolescentes de las que guardaré a una buena amiga entre mis filas, Javiera. Esta gente vino un solo mes, el que para ellos es de vacaciones, que era febrero, para hacer un curso de danza. Con ella genial, y me calló muy bien, una chica realmente buena persona y cariñosa.
Más apariciones. Judith y Limara. Con la primera mantengo una relación de “amiguitos”. Es una chica de 18 años que se dedica al teatro en el ISA, igual que Limara, que hace lo mismo y estudia lo mismo. Me llevo genial con ellas. Son muy alegres. Se hicieron amigas de Albert, de Jesús y mías. Con ellas hemos pasado muy buenos momentos y quedamos bastante. Casi por momentos parecíamos una pandilla. Limara es una de las personas más increíbles que he conocido aquí. Tiene una sonrisa contagiosa. Te lo pasas teta con ella. Muy divertida. Nos hemos ido por ahí de juerga y perfecto. Además Limara y yo nos tratamos de “hermano-hermana”, y voy profundizando en una persona que me encanta. Está con Albert así que olvidaros de lo que estáis pensando. Yo abogo porque se formalicen y porque estén todo el día juntos porque no hay nada como tener a tus dos mejores amigos juntos, y de eso ya tengo experiencia con Beltrán-Sara ¿A que sí?
¡Vuestro chico pop (así considerado al menos en mi etapa Cuba) la está liando! ¡Empiezan los conciertos! Como hasta pasado el ecuador del curso me había mantenido tranquilo y espectante ante las cosas que me iban surgido, no me había preocupado de hacer labor de captación de lugares donde tocar, así que poco a poco me he ido encontrando con el hecho de querer tocar en unos cuantos sitios para los que no tenía fecha concreta, así que a eso me puse. ¡Todo lo conseguido hasta ahora no es nada comparado con lo que viene! Os hablaré del primero el que se nos viene más encima. El 12 de marzo actúo en concierto propio, en La Casona de Línea. Este sitio, aunque según los trovadores no tiene muy buena fama porque la gente no hace mucho caso, es para mi gusto (y seguro que coincidiríamo) el mejor que he visto en La Habana. Una finca muy grande con una casa ajustada a la finca en la que no se puede entrar y desde cuya puerta trasera te sirvn alcohol. En la parte trasera, hay un improvisado escenario donde la gente actúa siempre. Casi todo es trova, pero te puedes encontrar cualquier sorpresa, e incluso ver a algunos famosetes de la música por allí. Todo lo que hay es gente joven, universitarios, vestidos todos ellos completamente juvenil, pop-alternativo-rockeros-raperos-… es una fauna. Yo la primera vez que entré, por 10 pesos cubanos en moneda nacional (0´50€), pensé que estaba en Madrid en Chesterfield. Lo bueno es que son todo cubanos los que van, que no hay jineterismo, que nunca has estado en un sitio con chicas tan guapas y tan adelantadas. La música que ponen cuando acaba el concierto está que te pasas, llegando a escuhar en mi caso “Fiesta” de Serrat. Todos van a hacer vida social allí, y se reúnen entre 200 - 300 personas. Lo más increíble es que no está anunciado, no hay carteles, no sale en ningún sitio y sólo abre un día, el domingo entre las 7 de la tarde y las 11. ¡Vamos a actuar ahí! Digo vamos porque lo creáis o no hemos formado una banda. No os asustéis, en realidad es más correcto que diga que me he rodeado de mis amigos: Albert a la eléctrica y en los coros, con el que por cierto no dejo de pasármelo en grande, y de planificar que vamos a hacer más adelante porque estamos hechos el uno para el otro; Jesús, cuya incorporación a la escuela ha sido fulminante (ya sabes Barbie), y que acompaña en el piano; Víctor (que le calló muy bien a mi madre) que aunque pronto se va del país -a sus padres en su visita les robaron todo y se quedó sin papeles, sin pasta, y sin ganas de seguir-, para reunirse con Albita a quien por aquí se echa de menos; El Oso, que al final se ha unido a nosotros en la batería y que reconoce que se divierte con lo que hacemos. ¡Somos de lo más gracioso! ¡El cartel que puse en la escuela ha levantado la polémica hasta dónde no podíamos imaginar! Algunos nos critican y otros se rien y nos apoyan. Música fácil, divertida, y sobre todo valiente, cercana, plural. Una revisión a mis temas más pop para unos conciertos cargados de fiesta, niñas, y ron. No nos lo podemos pasar mejor. Siempre riendo.
Una cosa lleva a otra y la última y con esto me voy a despedir hasta más adelante, es que… ¡¡¡Nos vamos de gira nacional a Guantánamo! Si no hay ningún contratiempo de última hora, pasaremos casi una semana en la provincia más del este de todo Cuba, que por cierto nos queda bien lejos pero cuyo viaje está sufragado por una sociedad de artistas que nos lo facilita y lo que tenemos que poner por transporte vienen siendo unos 6€ por lo que sería ir en avión de Vigo a Valencia, volver en autobús, y desplazarse en furgoneta por toda la provincia de Valencia realizando más de un concierto por día. Se habla de tocar en lo que sería un instituto para todos los adolescentes que estudian danza, música, artes plásticas,…, luego en la universidad, en la casa de la música, en el teatro principal de la ciudad (que caben 1400 personas como en el Caixanova en Vigo), en la casa de la cultura, en la sala de conciertos de los jovenes artistas, y en otras localidades como Baracoa, una de las zonas costeras y de playas más lindas de todo Cuba. Sólo por el viaje, por visitar y conocer, por disfrutar, merecería la pena. Cinco amigos de risas una semana por ahí con todo pagado. Además un tremendo avance profesional repasándome como ya hice con Santa Clara en el festival Longina, toda una provincia. Saldremos por radio y televisión. No sé que saldrá de aquí pero de entrada muchas fotos, unos cuantos vídeos, y una pila de chismes que escribir en este blog.
Luego, a la vuelta no pararé quieto porque tenemos varias fechas de conciertos muy importantes, lo que me tiene muy feliz, porque no estaba -en España- acostumbrado a tocar en sitios de tanto nivel. Está claro que aquí se valora todo de otro modo. El otro día asistí a una peña de humor de una escuela de diseño y había 150 personas que no se movieron durante hora y media, tronchándose de la risa, y lo hacían en su tiempo libre. Ahí por cierto estuve con Adrián Berazaín, mi amigo cantautor del que tanto me gusta el estilo y con quien tengo apalabrado colaborar. Luego de la peña fuimos a su casa y conocí a su familia. Su padre, de quien ya tenía conocimiento, es un famoso humorista de la ciudad. Conocí a su hermana también…vale es verdad. Me calló muy bien, nos gustamos y la atracción fui imparable. Pasamos varias horas besándonos y a lo descargando en medio de la calle de noche, como mi tema “Por la calle de noche”, se lo canté. Fue todo intenso, me sentí enormemente bien.
Las cosas se han complicado al par de días de suceder esto. Perdonandme por liar tanto mi vida, pero tampoco puedo detenerlo. Pongámonos en situación: me iba a leer a mi cuarto antes de meterme en mi cama porque llevaba un día muy molido, incluso me había subido la presión en exceso y había vuelto a sangrar por la nariz, tercera vez que me pasa, y susto que siempre te llevas, cuando de pronto me encontré con Haydée. Ella es la chica mulata, seria, correcta, disciplinada, agradable, madura, difícil de conocer, con la que me había ido a la fiesta brasileña que se había celebrado unas semanas antes, y que por una u otra causa (yo pensé que ella no se sentía a gusto conmigo y me fui con mis colegas) no la terminamos juntos. Luego en varias ocasiones nos habíamos encontrado y hablábamos cordialmente. La vi por vez primera en casa de MacRobert probándose un vestido con la abuela que se lo ajustaba. Cuando llegué soportaba sus tetas con sus manos y se las subía, algo que a cualquier tío con sangre debería excitarle. Cuando repararon en mi presencia me presenté y desde aquel momento me llamó la atención. Luego como ya he contado la fui conociendo. La invité a cenar el día que se fue mi madre y lo pasé muy bien con ella. Me proporcionó mucha calma y paz, eso me encantó. Tiene 19 pero juro por mi vida que tiene parece, estando con ella que tiene la edad de mi madre. Sé que será motivo de burla pero: me resulta mayorcísima. Hilando con el comienzo de mi historia, me la encontré y como me encontraba muy cansado y siempre me da la impresión de que no le importo mucho le dije que me iba para la cama, a no ser que me dejase dormir con ella. Cuando ya me estaba yendo me preguntó si subía con ella y le dije aún sin creérmelo que por supuesto. Os estoy contando la noche de ayer, en la que dormí con ella. Todo me pareció tan sumamente guapo, que ahora estoy un poco rayado, sobre todo por Camila (la hermana de mi amigo cantautor Adrián), que no sé que hacer, porque he de reconocer que sexualmente empatamos como el chocolate y la vainilla. La que se va a liar en el concierto de mañana con la presencia de tantas chicas. A saber a qué suena todo eso. Veremos porque, aunque no me da la impresión de poder perder mucho, puedo ganar una barbariad.
En serio gente, os quiero aunque parezca que estoy completamente ajeno a vosotros.
Aquí está mi vida ahora, aquí estoy cumpliendo el último de mis grandes sueños de adolescente.
¡Qué rejodidamente bien! Ya os contaré si se confirman los proyectos para mi regreso a Vigo que son varios a espero que grandes, aunque en esta profesión nunca se sabe.
Que suene la música. Follemos.
Samuel Leví
sábado, marzo 11, 2006
Vicky la Vikingo, Pajarolo-Richomelo, y Rompetechos.
Vicky la Vikingo, Pajarolo-Richomelo, y Rompetechos.
Mi rutina se volvió a romper una vez más. En este caso la causa estaba totalmente justificada y me hizo muchísima ilusión: me vinieron a visitar Barbie, André, y mi madre (los nombres corresponden por orden a los aparecidos en el título). Mis dos amigos ni siquiera contactaron conmigo directamente para avisarme de su llegada porque sabían que me enteraría por mi madre. Ella se quedó dos semanas conmigo.
Resumir estas dos semanas es realmente complicado. Trataré de hacerlo rápido pero sin que os perdáis algunos detalles jugosos. Entre otras cosas, André y Barbie casi pierden su vuelo de vuelta porque hasta el propio día en el que se iban no se cercioraron de que estaban equivocados al pensar que se marchaban un domingo, tanto es así que habíamos planeado lo que íbamos a hacer contando con ese día de más. Al final no hubo problema. Peor fue lo de mi madre. En su caso sí que se ha liado. Al llegar a embarcar en el aeropuerto le advirtieron que su vuelo había pasado de fecha y que se había marchado la noche anterior. Mi madre protestó porque le habían dado mal los datos desde Iberia pero para subirse al vuelo hubo de abonar unos 100€ como penalización, eso sí pasando previamente por una lista de espera, consistente en que una vez realizado todos los embarques de pasajeros se contabilizasen los asientos libres, si los hubiere, y en ellos ir posicionando a aquellos individuos que se hubiesen quedado fuera. Mi madre ocupó el 3er lugar, pero no pudo subirse al avión porque aunque la lista de espera era mucho mayor, -de 11 personas-, incluso se tuvieron que quedar 4 pasajeros con boleto correcto en hoteles pagados por la compañía porque metieron a más gente de la permitida. ¡Vendieron más asientos de los disponibles! Alguna gente gritó, alguna lloró, alguna se resignó. A mi madre no le pagaron el hotel ni mucho menos y como no tenía dónde quedarse se fue a casa de unos amigos. Hoy, día en el que escribo es el día después y espero que se suba a ese avión. Ya os contaré más adelante.
Como es un poco aburrido ir, siempre que vienen amigos a visitarte, a los mismos sitios, traté de llevarles a algunos a los que yo por h o por b no hubiese ido, así recuerdo con especial admiración nuestra visita al Morro, el Cristo, y la Cabaña. Como ya comenté en alguna ocasión, estos tres sitios importantes de la ciudad quedan al otro lado de la bahía, que se atraviesa no por un puente si no por un túnel de casi 1km que construyó una compañía francesa y que funciona bien (de lo contrario la que se armaría). No se puede cruzar andando porque entre otras cosas no está permitido. Por partes: El Morro es una fortificación a la entrada de la bahía, al este del malecón, y coronada por el Faro de La Habana, que está muy lindo. Subimos hasta lo más alto y Barbie literalmente se cagó. Algo de vértigo sí que daba, pero las vistas no tenían precio, bueno sí, los 4-5€ que se dejaban en cada lugar histórico que entramos, por los que yo no pago. Pusimos nuestros nombres en el pilar del faro al igual que hicimos (como hicimos tú y yo Raf -aún se lee perfecto-) en La Bodeguita del Medio. Allí, y permitidme que entremezcle los días, cenamos y vimos a mi madre incapaz de levantarse del asiento luego de haberse tomado dos chupitos.
--esta parte de la historia es literal, ¡Peneque!--.
Además del Morro, cuya fortaleza caminamos y disfrutamos de sus vistas a mar abierto, mientras aprovechábamos para tomar el sol, también estuvimos en La Cabaña, cuyo nombre completo es San Carlos de la Cabaña, de la que ya os hablé cuando lo de la feria internacional del libro. La fotaleza más grande construída por la corona española en toda su larga y denostada historia. Todos estábamos cansados de patear. El clima no ayuda. Te hunde en la mierda y te sientes caca. Es importante aquí concentrarse en que cada día vas a hacer poquitas cosas así que más vale que las hagas bien. Los días parece que duran mucho menos, es curioso pero os prometo que inevitable. El calor ultimamente ya arrecia.
Volviendo a lo que decía, en la Cabaña vimos unas cuantas salas de historia e información sin más detalle, y otra más jugosa sobre el Che. Antes de abandonar el sitio, al que hay que dedicar casi un día entero para ir, y sin olvidarme de que entramos gracias a que fui a ver al encargado y le indigesté la merienda, mientras le acusaba de reírse de mi madre y mis amigos, para que finalmente nos dejase entrar, vimos el “Cañonazo de las nueve”. Este “espectáculo” si se me permite llamarle así, tiene mucha tradición puesto que se practica desde que los españoles estaban en la isla. Se visten de época, y conmemoran un ritual ancestral tal y como se celebraba hace siglos que culmina con un famoso cañonazo realizado todos los días a las nueve de la noche. Entre la oscuridad rota por el fuego de las llamas, y las luces de la bahía al fondo, aquello estuvo bien bonito, aunque apenas dura cinco minutos. Entre medias, André y yo nos fuimos hablando de nuestras cosas a ver más de cerca el Cristo de La Habana, que mide unos 30 metros y que es algo similar al de Corcobado en Río de Janeiro. Echo en mármol blanco se levanta majestuoso a la entrada de la ría. Como no se veía un carajo y estaba menos iluminado de lo que se apreciaba desde lejos, tampoco tuvo mucha historia el que nos acercásemos.
André y Barbie, en cuanto a la visita “cultural” se refiere, obviaron el entrar en los Museos de Bellas Artes, los más importantes del país, uno de los cuales (del que os tengo hablado varias veces) me fascina y al que fue mi madre en su semana “tranquila” (así la denominaremos de aquí en adelante porque como es obvio cuando se quedó ella sola la intensidad de los planes bajó, no sólo porque yo no puedo con tanto para mí, si no porque me esmeré en que aprovechando que al principio estaban los tres viesen todo al máximo, algo que por lo visto logré y me alegro). Mis amigos y mi madre no se merecían menos que todas mis atenciones así que me esforcé en tratar de llevarles a cuanto sitio interesante había sin dejar de ocultarles las dos caras que tiene la ciudad; la turista y la cubana. Seguro que si Rafiquitiña está leyendo esto le vienen a la memoria muchos buenos recuerdos; yo nunca olvidaré que pasamos la noche de fin de año con un mojito en La Habana y que por el día nos refrescábamos en las playas del este. ¡Mi mejor regalo de reyes fuíste tú!
No faltamos a nuestra cita con el Museo de la Revolución, esta vez con guía personalizada para nosotros a la que sobre todo yo le di candela. ¡No dejé de sacarle todo tipo de datos acerca de algunas dudillas que tenía sobre fechas, hechos, nombres! ¡Imagínate tú! Los clásicos paseos por la Habana Vieja, mostrándoles un rincón y el otro, visitando tantos y tantos sitios como el tiempo nos lo permitía, y que estáis hartos a oírme mencionar. Así como de novedad, nos acercamos al museo del ron, pero los cinco euros de la entrada y las ganas de comer mezcladas con el cansancio jugaron en contra, y nos echamos para atrás. También me quedé fuera del acuario donde por problema de horarios -aquí todo lo lindo de ver abre pocas horas al día y siempre por la mañana-, no pudimos entrar. Donde sí fuimos que yo no había visto por dentro y que estuvo chulo, fue el memorial José Martí, donde no presté la atención que es habitual en mí, no sé si porque Martí me carga la madre, o porque estaba tratando de escuchar a una guía a la par que leía algunos tableros. La cosa es que me distraje un poco. Luego subimos al mirador del monumento a Martí, parecido a una columna tremendísimamente enorme, con cuatro salientes, y que en su base presenta un monumento al héroe nacional. Todo ello ocupando un vasto espacio de suelo. Se puede apreciar a simple vista desde casi cualquier lugar de La Habana. Las vistas eran lindas, pero como me he subido a tantos sitios altos de la ciudad, (la propia habitación de Rafa en el Habana Libre en el piso 22), pues ya no era algo que me maravillase, aunque todo esto hay que entenderlo desde el punto de vista de que íbamos con mi madre, lo que ocasionaba que nos mondásemos a cada rato con sus ocurrencias, sus confusiones, y su alarmante falta de atención, que provocaba que no se enterase de la misa la mitad, lo que mataba de la risa a André, y me tomaba encima a mí como chivo espiatorio, cargando contra mí. Mientras Barbie, echaba de menos ---. Ahora que me acuerdo, por un motivo o por otro, tuvimos absolutamente presente (se lo merece) a Israel. Es lo que le falta a Cuba para que esto sea Nunca Jamás. No somos nada al lado de un tipo singular como él. Si lo hubiésemos mezclado con mi madre, habría salido de ahí un combo de Charles Chaplin con Margaret Tatcher, o del Frutero con Sole.
Como cuando vino Raf, aproveché para patearme algunos restaurantes que no conocía y degustar su irrisoria carta, ya que para los que no lo sepáis, aquí la variedad gastronómica no es muy amplia, al fin y al cabo estamos en una isla, y recae sobre ella un despiadado bloqueo comercial de la mayor potencia económica del planeta. Destaco un lugar de pizzas enormes y muy sustanciosas en el barrio chino, que desde luego es el mejor para comer bien y barato (véase: a mi madre también le gustó mucho). Una de las noches la pasamos en un restaurante de la Habana Vieja en el que había una actuación de flamenco, y que se vio interrumpida por mi espontánea salida al escenario a cantar. Por lo visto sonó fatal y mi madre se encargó de recordarme que era mejor que me dedicase a cualquier cosa antes que tener la brillante idea de cantar en público. Rajada gratuíta. Hago constar que la guitarra española apenas sonaba, las cuerdas gastadas no sacaban sonido, no estaba amplificada, y el local no contaba con un adecuado equipo de sonido. El grupo de flamenco se hacía oír porque eran cuatro personas tocando palmas y taconeando, además de un bajista y un cajón flamenco, pero la guitarra, a pesar de los rasgazos que le propinaba una chica (de la que por cierto nada tenía yo que aprender porque se notaba que no era guitarrista), no se oía tampoco. En fin, que no es por justificarme, pero quería dar mi versión de los hechos. Qué decir, que me gustó cantar y no me avergoncé por ello.
Uno de los momentos más estelares de estas semanas, -aunque para mis invitados no tuvo relevancia- fue el encuentro con “Amandita”. Ella es una chica de 22 años que estudia teatro y que es famosa en todo el país por aparecer en la serie de moda de la televisión de la cual es la protagonista principal. En cuanto la vi, me emocioné. Viendo esa serie (eso que yo no veo la tele cubana), alguna vez, siempre advertí a los que estaban conmigo que la chica me daba morbo, etc. ¡Ya os imagináis! ¡La mítica chica de la tele de serie de adolescentes! ¡Oh sí! ¡Mi Arancha! Además hace el papel de una chica de instituto vírgen cuya mejor amiga ya está de vuelta de casi todo y de cómo ella se anima a probar esto y lo otro, hasta que al final, -¡Oh maldita serie moralista cubana!- la chica contrae el VIHS-Sida. Su nombre real es Sailín, y me resultó muy agradable durante el cuarto de hora que dialogamos sobre nuestras profesiones y un poco sobre nosotros.¡Demasiado riquiña! ¡Se llevó un merecidísimo “Turno de noche”! Cuando se lo he contado a la gente de la residencia les ha hecho mucha gracia, y a la gente cubana del ISA le ha parecido estúpido mi comportamiento, porque como ocurre siempre que alguien es famoso porque ha tenido la suerte de llegar hasta ahí, el resto la critican diciendo que no vale nada, y bla, bla, bla. ¡Viva Amandita!
Seguro que me faltan un montón de cosas por contar pero ese es el problema de no escriir con regularidad el diario, que se pasan las cosas, y luego ya no tiene tanta gracia contárlas. De lo que recuerdo por encima, es que no faltamos a nuestra cita “obligada” con Varadero, donde nos tostamos a gusto un día entero y disfrutamos una vez más de una playa de encanto, con el agua de verdadero vicio. No teníamos demasiados días y André y Barbie insistíaan en que abogaban por hacer la visita lo más cultural que se pudiese así que no fuimos a Playas del Este, otro de los lugares bellos y paradisíacos.
Donde sí me acompañaron, a regañadientes, fue a alguna de mis clases. De este modo conocieron a mis profesores, mi escuela, a mis mejores amigos aquí: Albert, Víctor, y Jesús. Junto con el Oso, y tantos otros que nos cruzamos y ahora que lo recuerdo, en dos ocasiones, invité a que pasasen el rato con nosotros, varias amigas mías de confianza; Olivia, que vino un día a cenar. Sandra, a la que asaltamos en su restaurante y se puso muy nerviosa y apenada por presentarnos sin más. Y Dainy, que nos acompañó un día entero por ahí, y que calló muy bien a todos. Desde luego y echando brevemente la vista atras, poco a poco sí que me he ido adentrando en la vida de algunos de los que me rodean y éstos en las mías y no dudo que de aquí salgan buenos amigos, a pesar de lo desapegado que soy yo a casi todo lo que no sean mi grupete de toda la vida, aunque éstos no lo crean.
Destacar que en las últimas semanas he recibido un par de cartas y no os imagináis la ilusión que me han hecho, gracias a Alba y María, y por supuesto a Carmen Antolín ¡Eres bella! Del resto de gente animaros a seguir leyendo el diario y a escribir. Mi web sigue en funcionamiento, y recordaros que en breve estaré de nuevo en casa, con mi cosas de siempre y mis amigos de toda la vida.
Especiales saludos a mi hermano y al resto de mi familia.
Si alguien ve o conoce a Juan Pestuzo que le envíe un abrazo y le haga saber de este blog.
Siempre vuestro
Que suene la música
Samuel Leví.
André, Barbie, y Dña. Rosa, gracias por venir a verme. Os quiero. No tenéis par.
Mi rutina se volvió a romper una vez más. En este caso la causa estaba totalmente justificada y me hizo muchísima ilusión: me vinieron a visitar Barbie, André, y mi madre (los nombres corresponden por orden a los aparecidos en el título). Mis dos amigos ni siquiera contactaron conmigo directamente para avisarme de su llegada porque sabían que me enteraría por mi madre. Ella se quedó dos semanas conmigo.
Resumir estas dos semanas es realmente complicado. Trataré de hacerlo rápido pero sin que os perdáis algunos detalles jugosos. Entre otras cosas, André y Barbie casi pierden su vuelo de vuelta porque hasta el propio día en el que se iban no se cercioraron de que estaban equivocados al pensar que se marchaban un domingo, tanto es así que habíamos planeado lo que íbamos a hacer contando con ese día de más. Al final no hubo problema. Peor fue lo de mi madre. En su caso sí que se ha liado. Al llegar a embarcar en el aeropuerto le advirtieron que su vuelo había pasado de fecha y que se había marchado la noche anterior. Mi madre protestó porque le habían dado mal los datos desde Iberia pero para subirse al vuelo hubo de abonar unos 100€ como penalización, eso sí pasando previamente por una lista de espera, consistente en que una vez realizado todos los embarques de pasajeros se contabilizasen los asientos libres, si los hubiere, y en ellos ir posicionando a aquellos individuos que se hubiesen quedado fuera. Mi madre ocupó el 3er lugar, pero no pudo subirse al avión porque aunque la lista de espera era mucho mayor, -de 11 personas-, incluso se tuvieron que quedar 4 pasajeros con boleto correcto en hoteles pagados por la compañía porque metieron a más gente de la permitida. ¡Vendieron más asientos de los disponibles! Alguna gente gritó, alguna lloró, alguna se resignó. A mi madre no le pagaron el hotel ni mucho menos y como no tenía dónde quedarse se fue a casa de unos amigos. Hoy, día en el que escribo es el día después y espero que se suba a ese avión. Ya os contaré más adelante.
Como es un poco aburrido ir, siempre que vienen amigos a visitarte, a los mismos sitios, traté de llevarles a algunos a los que yo por h o por b no hubiese ido, así recuerdo con especial admiración nuestra visita al Morro, el Cristo, y la Cabaña. Como ya comenté en alguna ocasión, estos tres sitios importantes de la ciudad quedan al otro lado de la bahía, que se atraviesa no por un puente si no por un túnel de casi 1km que construyó una compañía francesa y que funciona bien (de lo contrario la que se armaría). No se puede cruzar andando porque entre otras cosas no está permitido. Por partes: El Morro es una fortificación a la entrada de la bahía, al este del malecón, y coronada por el Faro de La Habana, que está muy lindo. Subimos hasta lo más alto y Barbie literalmente se cagó. Algo de vértigo sí que daba, pero las vistas no tenían precio, bueno sí, los 4-5€ que se dejaban en cada lugar histórico que entramos, por los que yo no pago. Pusimos nuestros nombres en el pilar del faro al igual que hicimos (como hicimos tú y yo Raf -aún se lee perfecto-) en La Bodeguita del Medio. Allí, y permitidme que entremezcle los días, cenamos y vimos a mi madre incapaz de levantarse del asiento luego de haberse tomado dos chupitos.
--esta parte de la historia es literal, ¡Peneque!--.
Además del Morro, cuya fortaleza caminamos y disfrutamos de sus vistas a mar abierto, mientras aprovechábamos para tomar el sol, también estuvimos en La Cabaña, cuyo nombre completo es San Carlos de la Cabaña, de la que ya os hablé cuando lo de la feria internacional del libro. La fotaleza más grande construída por la corona española en toda su larga y denostada historia. Todos estábamos cansados de patear. El clima no ayuda. Te hunde en la mierda y te sientes caca. Es importante aquí concentrarse en que cada día vas a hacer poquitas cosas así que más vale que las hagas bien. Los días parece que duran mucho menos, es curioso pero os prometo que inevitable. El calor ultimamente ya arrecia.
Volviendo a lo que decía, en la Cabaña vimos unas cuantas salas de historia e información sin más detalle, y otra más jugosa sobre el Che. Antes de abandonar el sitio, al que hay que dedicar casi un día entero para ir, y sin olvidarme de que entramos gracias a que fui a ver al encargado y le indigesté la merienda, mientras le acusaba de reírse de mi madre y mis amigos, para que finalmente nos dejase entrar, vimos el “Cañonazo de las nueve”. Este “espectáculo” si se me permite llamarle así, tiene mucha tradición puesto que se practica desde que los españoles estaban en la isla. Se visten de época, y conmemoran un ritual ancestral tal y como se celebraba hace siglos que culmina con un famoso cañonazo realizado todos los días a las nueve de la noche. Entre la oscuridad rota por el fuego de las llamas, y las luces de la bahía al fondo, aquello estuvo bien bonito, aunque apenas dura cinco minutos. Entre medias, André y yo nos fuimos hablando de nuestras cosas a ver más de cerca el Cristo de La Habana, que mide unos 30 metros y que es algo similar al de Corcobado en Río de Janeiro. Echo en mármol blanco se levanta majestuoso a la entrada de la ría. Como no se veía un carajo y estaba menos iluminado de lo que se apreciaba desde lejos, tampoco tuvo mucha historia el que nos acercásemos.
André y Barbie, en cuanto a la visita “cultural” se refiere, obviaron el entrar en los Museos de Bellas Artes, los más importantes del país, uno de los cuales (del que os tengo hablado varias veces) me fascina y al que fue mi madre en su semana “tranquila” (así la denominaremos de aquí en adelante porque como es obvio cuando se quedó ella sola la intensidad de los planes bajó, no sólo porque yo no puedo con tanto para mí, si no porque me esmeré en que aprovechando que al principio estaban los tres viesen todo al máximo, algo que por lo visto logré y me alegro). Mis amigos y mi madre no se merecían menos que todas mis atenciones así que me esforcé en tratar de llevarles a cuanto sitio interesante había sin dejar de ocultarles las dos caras que tiene la ciudad; la turista y la cubana. Seguro que si Rafiquitiña está leyendo esto le vienen a la memoria muchos buenos recuerdos; yo nunca olvidaré que pasamos la noche de fin de año con un mojito en La Habana y que por el día nos refrescábamos en las playas del este. ¡Mi mejor regalo de reyes fuíste tú!
No faltamos a nuestra cita con el Museo de la Revolución, esta vez con guía personalizada para nosotros a la que sobre todo yo le di candela. ¡No dejé de sacarle todo tipo de datos acerca de algunas dudillas que tenía sobre fechas, hechos, nombres! ¡Imagínate tú! Los clásicos paseos por la Habana Vieja, mostrándoles un rincón y el otro, visitando tantos y tantos sitios como el tiempo nos lo permitía, y que estáis hartos a oírme mencionar. Así como de novedad, nos acercamos al museo del ron, pero los cinco euros de la entrada y las ganas de comer mezcladas con el cansancio jugaron en contra, y nos echamos para atrás. También me quedé fuera del acuario donde por problema de horarios -aquí todo lo lindo de ver abre pocas horas al día y siempre por la mañana-, no pudimos entrar. Donde sí fuimos que yo no había visto por dentro y que estuvo chulo, fue el memorial José Martí, donde no presté la atención que es habitual en mí, no sé si porque Martí me carga la madre, o porque estaba tratando de escuchar a una guía a la par que leía algunos tableros. La cosa es que me distraje un poco. Luego subimos al mirador del monumento a Martí, parecido a una columna tremendísimamente enorme, con cuatro salientes, y que en su base presenta un monumento al héroe nacional. Todo ello ocupando un vasto espacio de suelo. Se puede apreciar a simple vista desde casi cualquier lugar de La Habana. Las vistas eran lindas, pero como me he subido a tantos sitios altos de la ciudad, (la propia habitación de Rafa en el Habana Libre en el piso 22), pues ya no era algo que me maravillase, aunque todo esto hay que entenderlo desde el punto de vista de que íbamos con mi madre, lo que ocasionaba que nos mondásemos a cada rato con sus ocurrencias, sus confusiones, y su alarmante falta de atención, que provocaba que no se enterase de la misa la mitad, lo que mataba de la risa a André, y me tomaba encima a mí como chivo espiatorio, cargando contra mí. Mientras Barbie, echaba de menos ---. Ahora que me acuerdo, por un motivo o por otro, tuvimos absolutamente presente (se lo merece) a Israel. Es lo que le falta a Cuba para que esto sea Nunca Jamás. No somos nada al lado de un tipo singular como él. Si lo hubiésemos mezclado con mi madre, habría salido de ahí un combo de Charles Chaplin con Margaret Tatcher, o del Frutero con Sole.
Como cuando vino Raf, aproveché para patearme algunos restaurantes que no conocía y degustar su irrisoria carta, ya que para los que no lo sepáis, aquí la variedad gastronómica no es muy amplia, al fin y al cabo estamos en una isla, y recae sobre ella un despiadado bloqueo comercial de la mayor potencia económica del planeta. Destaco un lugar de pizzas enormes y muy sustanciosas en el barrio chino, que desde luego es el mejor para comer bien y barato (véase: a mi madre también le gustó mucho). Una de las noches la pasamos en un restaurante de la Habana Vieja en el que había una actuación de flamenco, y que se vio interrumpida por mi espontánea salida al escenario a cantar. Por lo visto sonó fatal y mi madre se encargó de recordarme que era mejor que me dedicase a cualquier cosa antes que tener la brillante idea de cantar en público. Rajada gratuíta. Hago constar que la guitarra española apenas sonaba, las cuerdas gastadas no sacaban sonido, no estaba amplificada, y el local no contaba con un adecuado equipo de sonido. El grupo de flamenco se hacía oír porque eran cuatro personas tocando palmas y taconeando, además de un bajista y un cajón flamenco, pero la guitarra, a pesar de los rasgazos que le propinaba una chica (de la que por cierto nada tenía yo que aprender porque se notaba que no era guitarrista), no se oía tampoco. En fin, que no es por justificarme, pero quería dar mi versión de los hechos. Qué decir, que me gustó cantar y no me avergoncé por ello.
Uno de los momentos más estelares de estas semanas, -aunque para mis invitados no tuvo relevancia- fue el encuentro con “Amandita”. Ella es una chica de 22 años que estudia teatro y que es famosa en todo el país por aparecer en la serie de moda de la televisión de la cual es la protagonista principal. En cuanto la vi, me emocioné. Viendo esa serie (eso que yo no veo la tele cubana), alguna vez, siempre advertí a los que estaban conmigo que la chica me daba morbo, etc. ¡Ya os imagináis! ¡La mítica chica de la tele de serie de adolescentes! ¡Oh sí! ¡Mi Arancha! Además hace el papel de una chica de instituto vírgen cuya mejor amiga ya está de vuelta de casi todo y de cómo ella se anima a probar esto y lo otro, hasta que al final, -¡Oh maldita serie moralista cubana!- la chica contrae el VIHS-Sida. Su nombre real es Sailín, y me resultó muy agradable durante el cuarto de hora que dialogamos sobre nuestras profesiones y un poco sobre nosotros.¡Demasiado riquiña! ¡Se llevó un merecidísimo “Turno de noche”! Cuando se lo he contado a la gente de la residencia les ha hecho mucha gracia, y a la gente cubana del ISA le ha parecido estúpido mi comportamiento, porque como ocurre siempre que alguien es famoso porque ha tenido la suerte de llegar hasta ahí, el resto la critican diciendo que no vale nada, y bla, bla, bla. ¡Viva Amandita!
Seguro que me faltan un montón de cosas por contar pero ese es el problema de no escriir con regularidad el diario, que se pasan las cosas, y luego ya no tiene tanta gracia contárlas. De lo que recuerdo por encima, es que no faltamos a nuestra cita “obligada” con Varadero, donde nos tostamos a gusto un día entero y disfrutamos una vez más de una playa de encanto, con el agua de verdadero vicio. No teníamos demasiados días y André y Barbie insistíaan en que abogaban por hacer la visita lo más cultural que se pudiese así que no fuimos a Playas del Este, otro de los lugares bellos y paradisíacos.
Donde sí me acompañaron, a regañadientes, fue a alguna de mis clases. De este modo conocieron a mis profesores, mi escuela, a mis mejores amigos aquí: Albert, Víctor, y Jesús. Junto con el Oso, y tantos otros que nos cruzamos y ahora que lo recuerdo, en dos ocasiones, invité a que pasasen el rato con nosotros, varias amigas mías de confianza; Olivia, que vino un día a cenar. Sandra, a la que asaltamos en su restaurante y se puso muy nerviosa y apenada por presentarnos sin más. Y Dainy, que nos acompañó un día entero por ahí, y que calló muy bien a todos. Desde luego y echando brevemente la vista atras, poco a poco sí que me he ido adentrando en la vida de algunos de los que me rodean y éstos en las mías y no dudo que de aquí salgan buenos amigos, a pesar de lo desapegado que soy yo a casi todo lo que no sean mi grupete de toda la vida, aunque éstos no lo crean.
Destacar que en las últimas semanas he recibido un par de cartas y no os imagináis la ilusión que me han hecho, gracias a Alba y María, y por supuesto a Carmen Antolín ¡Eres bella! Del resto de gente animaros a seguir leyendo el diario y a escribir. Mi web sigue en funcionamiento, y recordaros que en breve estaré de nuevo en casa, con mi cosas de siempre y mis amigos de toda la vida.
Especiales saludos a mi hermano y al resto de mi familia.
Si alguien ve o conoce a Juan Pestuzo que le envíe un abrazo y le haga saber de este blog.
Siempre vuestro
Que suene la música
Samuel Leví.
André, Barbie, y Dña. Rosa, gracias por venir a verme. Os quiero. No tenéis par.