Hoy publico este artículo que escribí hace algunos años para la sección "Hoy fue el día en el que...".
Espero lo disfruten.
Hoy fue el día en el que… [nº 4]
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Hoy fue el día en el que… [nº 4]
…cómo pequeños detalles pueden cambiarte la vida
Viernes, 27 de septiembre de 2013
La Trastienda Club de Buenos Aires
Concierto de Quique González
Todo apuntaba a que sería una gran cita, una fecha para el recuerdo, y lo cierto es que así fue. Cuando le pones mucha ilusión a un evento en concreto, suele suceder que luego se queda a medio gas, que quizás no cumple las expectativas creadas, o simplemente se cierra con un “no fue para tanto”. Quizás conocedor de ésto, decidí no entusiasmarme tanto como mis amigos con la visita de Quique González a Argentina. Sí, el mismo Quique González que una década atrás me había sorprendido con sus canciones en el viejo coche de mi amigo Juan Pestana. Luego vino conocerlo en persona, recibir consejos de su parte, y compartir una experiencia muy interesante en Madrid durante tres meses en los que dirigió un taller del que tuve la suerte de formar parte. Desde entonces, uno de mis músicos de cabecera, una referencia en muchos aspectos, principalmente en la forma de encarar el hecho de asumir que lo tuyo es hacer canciones, y que esa actividad llena tus días, y te dibuja una sonrisa luego de hacerte rabiar a veces más de la cuenta.
Esa noche estábamos todos (o casi), esperando que saliese al escenario Quique. Horas antes había invitado a mis amigos a la nueva casa para que la conociesen, y para que así fuésemos todos juntos. Ahí me di cuenta. Cuando llegué hace dos años a Argentina, no conocía a nadie. En un par de semanas había hecho unos amigos nuevos, y estaba formando parte de una fiesta homenaje a Quique González, en la que obviamente él no estaba. Una reunión de seguidores de su música, disfrutando de su música. Aquella casualidad del destino, fue mucho más allá. Luego, la familia Rives, que Quique había conocido años atrás, pasaron a ser como mi familia en este país. Unas personas nobles, buenas, generosas, y agradables, que siempre confiaron en mí y me llenaron de afecto. Me emocioné al verles allí, al vernos a todos juntos, al ver cómo Quique también se emocionaba, y me resultó muy curioso que el destino me hubiese llevado precisamente a quedarme en la misma casa en la que él se había quedado años atrás. Fue mágico.
Alli estaban Fabricio y Fernanda, dos de mis mejores amigos en este país, a los que también conocí en aquella fiesta homenaje, y con el que desde entonces fragüe una amistad muy cercana, tanto, que con el tiempo se convirtió en un “niño perdido” más, y pasó a actuar a mi lado. Fer se encargó de los diseños de los afiches, y de verdad lo digo, de ayudarme siempre en multitud de cosas, y curiosidades del destino, precisamente este mes pasado viajaron por vez primera a España, y fueron a Vigo, donde además coincidieron con mi madre, que los conoció en su visita de este año a Argentina. Sí, lo sé, un círculo de relaciones inimaginables hace un par de años. Una maraña que se entremezcla, y de la que me siento muy afortunado, por haber conocido a toda esta gente y por todo lo que me han aportado personalmente.
Y ahí estaba Laura, mi novia, toda argentina ella, conociendo a uno de los míos, entre todas esas personas que han escrito un poco mi historia en este país. Y me ilusionó que fuese parte de todo eso, compartir las canciones con ella. Faltó Martin, otro de mis queridos “niños perdidos” argentinos, parte indisociable de los Rives y de mi vida porteña, que ¡Oh, casualidad! También ha viajado con su chica este mes a España. Y entre el público me fui encontrando con más amistades (¡Y eso que no tengo tantas en este país!); Mi amiga Claudia Damerdjian -a la que conocí nada más pisar Baires precisamente por el libro de Quique González- y Ramiro Alija -compañero cantautor con el que he compartido conciertos en la ciudad-; Darío Agesilao -al que hemos ido liando entre unos y otros-; y algunos más que seguro me olvido.
Cuando Quique me mencionó sobre el escenario me llegó. Puede sonar estúpido, pero realmente me resultó muy especial. Una conjunción difícil de explicar en unas líneas, o con palabras. El sentimiento de comunión de unos con otros, de sentir que nuestras vidas están entrelazadas las de los unos con los otros por un vínculo de amistad, afecto, respeto, admiración,...
Por momentos así vale la pena dejarlo todo e irte lejos, a conocer otras culturas, otras sociedades, otras músicas, otras costumbres... Luego en la puerta me encontré con dos fenómenos; David Otero y Dani Martín de “El canto del Loco”, y la verdad es que me parecieron muy divertidos. Ya para concluir la noche, nos fuimos con Quique a un bar de Palermo.
Me hizo mucha ilusión verte a mí también, Quique.
Es muy lindo todo lo que se creó.
Pequeños grandes gestos que te llenan la vida.
Volver a casa y dormir abrazado a tu chica.
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