La leyenda de Guantánamo
¡Hola a todos! ¿Cómo va todo? Espero que estén disfrutando mucho en lo que tengan a bien estar haciendo. Lo primero de lo que me siento obligado a hablaros en este nuevo capítulo de mi diario-blog, es de mi primer concierto con banda en Cuba. He mantenido actualizada mi página web todo lo que me ha resultado posible así que quizás los más avizados hayan tenido más noticias por ahí.
La Casona de Línea es ese selecto local del que ya os he hablado en el anterior capítulo, y que nos tiene encantados a todos los del “grupo”, tanto en lo musical como en lo personal, porque queramos o no, ahora ya constituímos eso que tan bonito suena de “pandilla”: Jesús (vital para dar serenidad), Albert (siempre a mi lado), Víctor (que nos odia y le caemos fatal, pero viene con nosotros para corregirnos, o en su defecto, para acabar peor de lo que ya está), el Patxi (otro catalán, que está muy unido a Albert, y que apenas habla, pero con el que nos sentimos muy ligados), su amigo Monti (que sólo ha venido pa estar unos dos meses), el Oso (que mexicano de pura cepa como es no se divierte con nosotros aunque nos quiere, y que acepta lo de tocar con nosotros aunque le da vergüenza y admite estar enfarragando su carrera en ciernes), el Patito Feo (mexicano que vive en la pieza de al lado y que parece que tiene 80 años de ahí su otro apodo “viejito”, con un oído musical y una cabeza pensante sin igual),… A grandes rasgos ese es el grupo. No quiero hacerme el protagonista pero el binomio Albert-Samolo ha llegado a su máximo esplendor. Reventamos todas las quedadas, y encendemos la chispa a cada rato. Un amigo para muchos años.
Volviendo al tema del concierto, y teniendo a Patxi y a Monti como “utilleros” del equipo de sonido, y contando como chófers con McRobert y Conradits (previo pago), allí nos plantamos para un concierto del que se pusieron unos cartelitos cutres a ordenador por la escuela, que levantaron polémica, debido a algunas gracias que publicaban (hecho por mí), y que a alguna gente le triunfaron y que otros no supieron entender. Sea como fuere, el concierto había de celebrarse sin que este hubiese tenido repercusión en los medios ni fuese anunciado en el propio local que como he advertido sólo abre tres o cuatro horas los domingos. ¡Llenazo! Pongamos entre 100 - 150 personas en el local y dos puertas, delantera y trasera, atestadas de el doble de gente que la que estaba dentro y que generó cierto caos en la calle. Por lo visto la gente se apiñaba por entrar pero la mayoría tuvo que elegir otro sitio para ir a gozárla o en su defecto, volverse para casa con las ganas, cosa que sentí especialmente porque algunos de los que viraron eran conocidos míos. Sea como sea, el concierto se hizo y lo salvamos. Digo esto porque aunque no me resultó especialmente bueno, no cometimos grandes pifias, y pasamos una durísima prueba ante un público que según dicen es poco proclive a ponerse a escuchar. Invité a mi amigo trovador Adrián Berazaín, que hizo las delicias de un público que le conoce de sobra, y por momentos gustaron más los temas que interpreté sólo y que según dicen no desmerecieron el espectáculo con banda que sacó el lado más rockero de temas que más o menos conocéis por ahí. Algún famoso por allí, como David Torrens, al que saludé, y la sensación de haber sacado algo adelante, soportando la presión que siempre supone encargarse de todo, y no querer fallar a tus amigos. Éstos se divirtieron y se gustaron de verse todos tocando para toda esa gente.
Bueno, visto a días corridos, todo ha salido bien y estamos contentos. Hemos seguido ensayando de forma intermitente y descarada dentro de un cuarto de la residencia, a veces en el mío, otras en el de Jesús que está en frente. Imaginaros a cinco tipos con un piano, un bajo, una eléctrica, una acústica, una batería sorda (¡Menos mal!) y siempre ¡Que no falte!, alguien de oyente. Así, le damos unas cuantas vueltecillas a los temas, para futuros conciertos, aunque el tiempo apremia y aprieta, y me da que ya no tendremos tanto chance como en un principio me imaginaba.
En las clases ya se nota que apenas me queda nada para acabar. Ultimo las últimas lecciones, algunas obras de última hora, ritmos, tomo notas, repaso algo, pero eso está visto para sentencia, no parece que el herido de bala vaya a levantarse. San Se Acabó. Con Pedro Enrique, mi profesor de guitarra es con el que mejor me lo paso. En lo que más me centro. Al fin y al cabo la guitarra es lo mío, lo que más me importa. Por lo demás, noto bastante las nuevas posibilidades corales que se me han ofrecido gracias a las clases de canto, estoy suelto, ¡Deténganme si pueden! Pronto me pondré para geografía, y luego tendré tardes se sopor en Laxeiro street para morirme en ejercicios de técnica en guitarra, mientras espero a que alguien quiera comprar mis derechos, mi libertad, y mi futuro, para poder ser más comandante que Fidel y mandárlos a tomar por culo si me siento mínimamente manchado por el puto capitalismo musical. Confiaré más en lo de siempre, en el humanismo, en los amigos que me compran los discos, en los desconocidos que prueban a ver de qué van los temas, y resulta que les cuadra y que ¡Oh, sorpresa! ¡Descubren canciones que están hechas para contar algo, y que llevan emociones para prestar¡ ¡A ver qué se siente! En la carrera no quiero pecar de dejadez porque de lo contrario esto no va a ir a ninguna parte, y aunque empiezo a ver las cosas súper oscuras, veremos si me queda alguna buena carta escondida. Si no…recuerdo aquel septiembre que…
Se acaba mi vida en la isla, pero la disfruto como nunca. Sigo devorando libros como un cosaco, aunque la lectura que estoy acostumbrado a escoger, tan política, social, ensayística, de psicología, ética, y sobre todo poesía, es algo que se desarticula poco a poco y con paciencia, pero desde luego me está sirviendo de mucho. Aquí del diálogo se nutren muchas espectativas, surgen planes de futuro, ideas, buenos recursos. Yo afortunadamente me encuentro con mis amigos aquí para sentirme acompañado y la paso bien buena. Cenamos muchas veces por ahí, y después del estudio personal compartimos durante largos ratos que sólo rompo para lo de siempre; a) estar sólo y reflexionar sobre mis temas personales conmigo mismo, es por todos sabido que me caigo bien y me aguanto más o menos a mí mismo; b) para estar con alguna chica.
Tendréis que revisar el diario y buscar en sus primeras páginas para recordar bien quién es Glenda. Creo que lo que sucedió merece ser contado. Yo venía de encontrarme con Amandita (recordemos que ella es la actriz de moda por una triunfal serie de televisión) por segunda vez. Ésta estuvo muy simpática y agradable parándose a hablar conmigo, mientras mis amigas de la ENA se sorprendían de que me conociese. Con mis amigas de la ENA por cierto hace bastante tiempo que no estoy, porque su actitud de crías me pone las cosas difíciles. Ellas no vienen nunca a llamarme y yo me canso de estar detrás de unas chicas pequeñas que viven enclaustradas en una escuela y que no saben nada de su país ni de la vida. Me obstina. Glenda, se encontró conmigo y me entró el interés así que fui a verla. Se mostró más complaciente y afectiva que nunca, debió ser porque sigue creciendo en esa escuela, viendo pasar los años y sigue sin estar con ningún chico, aunque sean varios los interesados en descargar con ella. Me contó esto mientras tonteábamos. Decidí pasar a la acción, perder los papeles y besarla, y finalmente nos liamos. Creí que no sucedería nunca, que gritaría como acostumbra a hacer por cualquier cosa, algo que saca a uno de sus casillas, pero no, esta vez se limitó a dejarse llevar. Mis intentos por hacer esto serio y sentido a partes iguales y de hablarlo de tú a tú, al día después de suceder y en un par de ocasiones posteriores no tuvieron respuesta y se mostró infantil y esquiva así que he vuelto a desaparecer del mapa, y ya no sabemos nada el uno del otro. Lo cuento, por lo especial que me resultó. La chica que había querido besar desde un principio. En fin, al menos me quedo satisfecho y con una agradabilísima sensación, aunque no descarto que esto pueda tener en el futuro alguna reincidencia, que aceptaría de buen grado. Morbo, sexo, pasión, deseo, desenfreno, ansias, incitación, lascivia,… Es mejor vivir y experimentar sin cuestionarse algunas cosas, porque de lo contrario uno se cegaría y apenas haría nada, no quedarían casi opciones acordes con nuestros principios, intereses, deseos, apetencias, posibilidades,…vivir, esa es la clave. No penséis por ello que voy como loco hacia no se sabe dónde, sencillamente camino, sin paralizarme ante nada, eso intento. Me siento bien. Buen rollo.
Ha habido alguna chica más con la que he disfrutado de mi juventud y para los/las que saben de qué hablo cuando hablo de Pepón, súmamente protegido pero ampliamente conocido por estos lares, decir que éste está disfrutando más del viaje que yo si me descuido y que conoce como yo a un montón de niñas. En ese sentido mi felicidad es completa. Hay algo que enturbia todo un poco y es la importancia y la necesidad en la que se ha convertido Haydée, de la que ya os he hablado. Aunque intento no ir a buscarla eso está muy difícil porque siempre acabo llamándola, aunque para mi desgracia pocas veces se encuentra, cuando lo hace no es que me haga excesivo caso, a veces baja y hablamos un buen rato, en otras ocasiones se queda conmigo mucho tiempo y disfruto con alguien con quien me entiendo bien. Su compañía es sumamente agradable, y me siento bien a su lado. Ella no me ha creído, ha optado por la vía fácil y no ha querido volcarse conmigo, mantener una relación. Como tantas otras veces, cuando creo estar dispuesto a compartirme con alguien “para ver qué tal” esa persona se frena, se acobarda, no se lo cree, no se fía. Sabe y ha sido advertida por las malas lenguas de que soy un mujeriego, que estoy con muchas chicas, y que ha recibido mi airada charla acerca de lo triste que era que no escuchase con perspicacia y “pureza” lo que me estaba costando mucho decir, aunque mi facilidad de palabra pareciese empeñarse en demostrar lo contrario. Quise evitar ese tipo de situaciones porque no tenía muy claro que me fuese a llevar a ningún claro del bosque, pero uno -yo concretamente- no suelo poner muchas trabas a mis sentimientos, a mis emociones, a mis anhelos, a mis palabras que se colapsan unas con otras y se enfrentan y se contradicen, como decía Víctor Manuel “soy un corazón tendido al sol”. Así, Haydée y yo hablamos sobre nosotros en alguna conversación profunda, que me hizo sincerarme y darme cuenta de que veo en esa chica, aunque me de miedo pensárlo, algo de mi futuro. De todos modos ella, está haciéndolo formidablemente bien para que eso no suceda, y me deja en medio de la calle botado, para ser recogido por otros brazos que agradezco quizás en el momento, aunque luego vuelvo a sentirme fuera de lugar, porque después de la noche que dormimos, -y de ahí y de besarnos no pasó-, no me veo tan cómodo con nadie más. Tumbados los dos en el césped, viendo las estrellas y sintiendo el calor que emite la tierra de noche, mientras veíamos las habitaciones iluminadas de quienes se resistían a dormirse. Yo no quería que ese momento se acabase nunca, pero como ya comenta mi disco “Turno de noche”, la noche que desata las sentimientos y aclara las emociones, momentos para degustar, para prolongar, para quedarse. Lo que aprendo aquí sobre la vida me va a servir mucho para el futuro. Espero que ella entre en razón y acabemos pasando buenos ratos juntos porque nos lo merecemos y nos lo debemos. Esa es una forma de verlo, no me toméis muy en serio. Que sepáis que con ella las cosas son bien diferentes.
¡El mito de Guantánamo! ¡Qué os contaré! En el anterior episodio os relaté, dejándome llevar por la ilusión mi posible viaje a Guantánamo, hasta le puse nombre “Guau!-Gira Guantanamera con Samuel Leví y amigos! Después de una primera semana en la que se iba a hacer y no se pudo por problemas con el transporte. El tema era el siguiente: además de los dos conciertos por día que nos tenían preparados, en todos los sitios guapos de la ciudad, nos aseguraban y costeaban los gastos como por ejemplo la comida, el hostal para dormir y alojarnos, la guaguita que nos trasladaría de un lado para otro, entrevistas en los medios, y un trato ejemplar que en esta isla no se destila demasiado. Esa gente se molestó muy mucho, pero no pudimos más que quedarnos en intentarlo, y ¡Vaya si lo intentamos! La sociedad de artistas de guantánamo cumplió con todo. La organización nacional con nada. La encargada de transporte, a la que visitamos personalmente en varias ocasiones para facilitarle los datos nuestros y preocuparnos porque nos sacase un pasaje para el avión que nos llevaría a realizar nuestro sueño, y que por lo visto después de 15 días de dedicación no fue capaz de resolver nada. Nada significa que no le daban los boletos para nosotros en moneda nacional aunque fuésemos residentes, ni con papeles y cheques de la sociedad, ni con permisos del ministerio de cultura, ni con suerte vaya. Hasta ahí parece que la tía hizo lo que pudo pero no fue así. Ella no consiguió ni un solo boleto para llevarnos en guagua, ni en último término en tren, del que nos habían advertido que sería lo peor que habíamos vivido en nuestra vida. Aunque ella dio por seguro que todo saldría, y después de la decepción inicial de la primera semana, lo pospusieron para la siguiente, con la trastornación que le supuso a los guantanameros cambiar todo de una semana para otra. A pesar del palo que nos supuso, nos concentramos en prepararnos para la semana siguiente.
Esta vez sí. Ahora si que nada podía fallar. Era el momento. Los ensayos se prosiguieron y esta vez, nada podía fallar, y os diré que no acertamos ni un tiro en la lata. Y tiramos a saco. ¡Qué desastre! ¡Me dolió ver a mis amigos tristes por lo ocurrido! Lo ocurrido fue que el jueves teníamos que salir en un supuesto avión, al que nunca nos subimos. Que el viernes podíamos vernos dentro de un ferrocarril de cuando Philleas Fogg, pero ni con esas. Niurka, ese es el nombre de la encargada. De la que botó por tierra todo. Si hubiésemos tenido 15 días para montárlo nosotros habríamos llegado a Guantánamo sin problema. Pero estábamos atados, dependientes de esa señora que no nos llamó ni una sola vez en dos semanas, ni para decirnos que no lo tenía. La llamábamos a razón de tres o cuatro veces al día. Nos daba largas, falsas esperanzas. No se dio cuenta de que tenía a un grupo de cinco personas y a una serie de gente organizadora en una ciudad con todo montado para organizar un acto cultural que era la primera vez en Guantánamo que preparaba algo como lo que supone una gira de conciertos y presentaciones por toda la provincia de un grupo de extranjeros, cantando libremente y acercando una música poco común por aquí. Ser el protagonista de todo esto, junto con mis amigos me hacía muy feliz. Al resto le apetecía mucho, y se truncó por una sóla persona. Cuando se estropeó del todo, nos vinimos abajo, habíamos cambiado clases, invertido mucho tiempo, depositando montones de ilusiones, preparativos, etc. No fui capaz de quedarme de brazos cruzados y aceptar el discurso oficial de este país: no es fácil, no se puede, es imposible, no, no y no. Ese repetitivo y análogo hábito de no mover ni un hilo, de no hacer, por no hacer. Entonces esto causó en todos una leve depresión. En la escuela los compañeros lo sabían y las bromas se multiplicaban, ahora el cachondeo se generalizaba, los puteos iban y venían, pero sé que estábamos dolidos. Por eso nos pusimos manos a la obra, y busqué por mi cuenta el medio de llevárnoslos a todos de viaje. Después de comprobar que por los canales habituales no podíamos hacer nada, que sin la ayuda burocrática de la sociedad no teníamos ninguna puerta abierta, mucho menos en cuestión de horas, puesto que todos estaban en el salón con las maletas hechas, seguí dando palos al agua. Finalmente y después de apenas dos horas, salir a la calle y mover a mis amigos, salió una posibilidad.
Habíamos encontrado a un tipo que nos llevaría el sábado a primera hora de la mañana a Guantánamo en una furgoneta. Nuestra primera opción era irnos en una furgoneta todos juntos o en su defecto en un micro bus en el que además Patxi y Monti, querían venir. Le pagaríamos 35 €uros por cabeza pero nos piraríamos y la pasaríamos genial. Así a las 8 de la mañana nos levantamos y armamos todo. ¡Estábamos listos! ¡Por nuestros huevos que nos íbamos! … mentira. A la una y media de la tarde y después de cuatro horas largas y desesperantes decidimos rendirnos, aunque en los últimos minutos incluso parábamos directamente coches por la calle para preguntar por cuanto nos llevarían, pero no hubo forma humana de conseguirlo. El tipo, que había llamado a las ocho y media dijo que estaba de camino para recogernos pero nunca más se supo. No contestó en su casa y tampoco en el otro número de contacto que tenía. Nos dejó botado, pero mucho más a nuestras ilusiones. Volvimos a llamar a Guantánamo y les explicamos el problema ante lo que se frustraron mucho y nos prometieron y rogaron al mismo tiempo, que iríamos y que no lo diésemos por perdido, que más adelante se podría hacer, que contaban con ello; ¡Qué gente más maja!
Con todo, y habiendo invertido tanto tiempo y esfuerzo en todo esto, lo que sí es verdad es que ensayamos mucho, y que pasamos muy buenos ratos juntos, así que nada, a otra cosa. Me sentí muy abatido al ver a los míos tan tristes. Realmente estaban muy ilusionados y eso me apenó enormemente, de este modo, me he prometido incidir en este tema en las próximas semanas. Ese sábado intentamos liarla y fuimos a cenar y a tomar hasta el cansancio. Los amigos que tengo aquí son lo mejor de esta aventura, ¡Quién lo diría!
El domingo por la noche… ¡Llega el plumas! ¡Sí, sí, sí! Roberto y su inseparable Caye, llegan a La Habana a visitarme y eso no tiene precio. Parece que cada vez que escribo aquí es para hablaros de las visitas que tengo y eso, pero lejos de parecerme mal me siento un privilegiado que tiene unos amigos cojonudos que vienen a visitarme. ¡Sois lo mejor! Teneros aquí me exije un gasto de pasta grande para lo que acostumbro, pero me obliga a salir más aún, y a compartir personalmente con vosotros lo que significa mucho porque en el caso de Rober, estamos hablando de uno de mis mejores amigos desde hace casi 18 años. ¡Un lujo! Así que suma y sigue mi viejo amigo, y más madera para mi diario, que no es otra cosa que mi historia.
La visita de Robert, el concierto con toda la banda y los invitados en el Centro Hispanoamericano de Cultura, mis últimas clases, y la caída en vuelo libre de Haydée… ¡Hay quién no cambia nunca!. Todo eso en la próxima entrega. Prometo darle vida y escribir pronto.
Os quiero y os llevo conmigo.
Pintan bastos para mi futuro. Las cosas con mi madre no son fáciles.
Paula ¿Quieres vivir conmigo en un piso? Dime que sí y está hecho.
Samuel Leví.
Opiniones sobre la realidad económica
Hace 20 horas
0 comentarios:
Publicar un comentario